Las deficiencias y vulnerabilidad sociopolítica de la derecha
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Sebastián
Burr Cerda
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¿Cuáles son las causas determinantes que hacen a la derecha
poco fiable y por lo tanto políticamente vulnerable? De hecho,
ese sector ha accedido al gobierno más por defecto político
de la izquierda que por afecto ciudadano hacia sus propuestas. Sin embargo,
eso valida el sistema binominal mientras no se corrijan las distorsiones
que nos impiden alcanzar un desarrollo democrático permanente y
activamente informado para todos. Recientes mediciones establecen que
la edad político-intelectual promedio del electorado chileno no
supera los 8 años de edad. De esa manera el electorado es víctima
permanente de manipulaciones mediáticas apoyadas en la retórica
de la lucha de clases, y nuestra democracia, inmersa en un Estado omnipresente
y coercitivo, sigue siendo un ente liderado por los dirigentes estatales
de turno.
Lo político no debe estar de modo preponderante al servicio del
gobierno, porque lo político no es el Estado, ni menos una instancia
de tendencia totalizante, restrictiva y asentada en severas distorsiones
institucionales. Mientras más incoherente, falaz y manipulador
es un gobierno, es menos democrático. Lo político debe fomentar
permanentemente el aprendizaje práctico, en integración
social y bajo un contexto de autenticidad y homogeneidad moral dentro
de una realidad abierta. Su papel es unificar valóricamente, conciliando
los antagonismos, y estar subsidiariamente al servicio de las personas
para su desarrollo integral y superior. Así, el futuro político
será de aquellos que conciban bajo un envolvente paradigma de integración
y unidad, lo fundamental, lo mixto y la articulación de lo heterogéneo
en la base social, puesto que las sociedades actuales son tan complejas
que ya no pueden ser gobernadas con procedimientos jerárquicos,
autoritarios. La era global ha convertido la política en política
interior y exterior simultáneamente; las encrucijadas globales,
las normas internacionales y los actores transnacionales también
se han convertido en "variables internas".
En el caso del trabajo, la Concertación aplica numerosas regulaciones
que a fuerza de ser contradictorias, sobreprotectoras e infraproductivas,
impiden el desarrollo intelectivo, funcional y económico de los
trabajadores. Desgraciadamente, busca “comprar” electoralmente
a buena parte de ese segmento, haciendo aparecer dichas medidas como políticamente
correctas y altruistas. Y después los resultados en ignorancia,
escasa capacidad profesional, pobreza y precarización del empleo
se los achacan a los mismos empresarios. Entonces la izquierda impone
más regulaciones laborales para “suplir” las carencias,
y ahonda la asimetría social. Y como los empresarios suelen defenderse
apoyando a los partidos que propician una mayor libertad en el trabajo,
en la educación y en la economía, el gambito es perfecto,
pues genera la convicción de que la derecha, las empresas y la
libertad económica son la causa de las desigualdades. Agréguese
que algunos empresarios inconscientes descargan su frustración
en las víctimas principales, que son los mismos trabajadores, avivando
el conflicto de clases y empujándolos hacia la izquierda. ¿Cómo
neutralizar la división sociopolítica, “inmunizar”
a los trabajadores y a las futuras generaciones contra dicha retórica,
y prepararlos además para desenvolverse en una economía
en constante cambio y además expandirse social y humanamente?
Recomendación general: hacerlos participar moral y activamente
de “lo político”, no de “la política”.
(Espero se comprenda la diferencia).
Para desarrollar a la persona hay que desterrar las categorías
materialistas -relativismo, economicismo, colectivismo, empirismo, utilitarismo-,
amparadas por el liberalismo economicista, el “progresismo”,
el socialismo y cierta “iglesia” sociológica. Son reduccionismos
desintegradores e inoperantes, no explican la multidimensionalidad humana
ni su relación con la realidad del mundo y de las cosas. El materialismo
suprime lo más valioso y expansivo del ser humano, que es su espiritualidad.
En eso han fallado también los sectores de derecha, herederos de
ese patrimonio, al desestimar esa condición intelectiva y operativa
determinante, que alberga la fuerza de convicción para acometer
acciones y a las dos facultades superiores del hombre: entendimiento e
inteligencia práctica, generadoras de valores y muro de contención
de la ignorancia y frustración. Sugerencia 1. La derecha política
debe transitar de derecha económica a derecha valórica.
“Inmunizar” a la ciudadanía y restituir la nobleza
de lo político exige desarrollar integralmente a la persona, utilizando
el medio educacional y el sistema laboral en todas sus dimensiones: técnica,
humana, social, teórica y práctica. Eso implica introducirse
en el espacio moral a través de las ciencias humanas y sociales,
pues todas convergen hacia el ámbito valórico, justamente
donde la izquierda, con un avanzado, ensayado y contundente apoyo intelectual
europeo, está dando un premeditado y masivo combate, con pretensiones
de construir una sociedad amoral, avalórica y tecnócrata,
para consolidar su dominio político. La derecha debe “separar
sus aguas” de los empresarios, pues están marcados, y comenzar
a dar la lucha valórica que corresponde.
Sugerencia 2. Declarar inadmisible el modelo y calidad de nuestra educación
pública, que es una de las 8 peores entre los 60 países
competitivos del mundo, pues con ella se seguirá gobernando a través
de la ignorancia, que alimenta la fantasía y los deseos irreales,
fomentados por la misma lucha de clases. Basta mirar los contenidos “mínimos”
y el escaso tiempo que dejan a la libertad educacional para advertir la
trampa. Dicho ardid es además inconstitucional. Es una educación
amoral, que desvincula al alumno de la realidad y no le enseña
a entender, lo que la hace ser nihilista y sin sentido. Casi nada de lo
que entrega nuestra educación pública sirve, salvo su cobertura
social en alimentación.
Sugerencia 3. Se requiere un régimen laboral protagónico
y de oportunidades renovables, que sea un medio de desarrollo moral y
económico permanente, conectado con todas las dimensiones de la
realidad y que cubra ciertos requerimientos básicos de la seguridad
social como preexistentes, pero que emanen de un contexto de competencia
y productividad. Hay que idear mecanismos objetivos de participación
laboral, analogando matemáticamente capital y trabajo, de manera
que el trabajador y el empresario compartan la misma unidad valórica
y operativa en relación con la economía y el acontecer de
las cosas. Así podrán discernir homogéneamente respecto
de lo propio, lo profesional y lo político.
El sistema político representativo está moral y técnicamente
obsoleto, pues no es generador de unidad y menos de oportunidades. O el
entendimiento de lo político, en términos prácticos,
es masivo y transversal, o no es nada. En ese escenario de constatación
simétrico y armonioso de la verdad, la frustración y desconfianza
de los trabajadores desaparecerán, y por primera vez en la historia
pasarán a ser parte de un mundo homogéneo y no enajenante.
Ese es el futuro, esas sus claves de desarrollo, y las dos instituciones
básicas para proyectar esta trascendental tarea son la educación
y el sistema laboral, constituidos en una suerte de metabolismo intelectivo
y operativo de principio a fin.
Lo mejor del hombre, del socialismo y del capitalismo, aún no ha
cristalizado en la sociedad humana. Es una cristalización pendiente,
donde lo uno y lo múltiple, lo valórico, lo pragmático
y lo real configuren por fin un mundo verdadero para todos.
©
2001 Sebastían Burr Cerda Se autoriza su reproducción
citando la fuente y el autor.
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