Una Puerta De Salida A La Crisis Educacional
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Sebastián
Burr Cerda
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El avance experimentado por nuestra educación en el último
mes es mayor a todo lo que se avanzó en los últimos 16 años.
Esto por la toma de conciencia nacional de su desastroso estado.
Sin embargo, la iniciativa de formar un Consejo Asesor no es garantía
de éxito, pues si se consideran las posturas que representa cada
uno de sus 73 miembros, es evidente que la ideologización, desintegración
y relativismo que sufre nuestra educación lo acarrea en su conjunto
también la comisión. Si a eso se agrega que la Presidente
ha solicitado que "consensúen" una recomendación,
las probabilidades de éxito son bastante escasas pues los problemas
son estructurales; de coherencia y de integración, no pasan por
una simple recomendación.
Lo que distingue a una buena educación es si posee la capacidad
para hacer de la persona un ser autosuficiente, tanto en términos
teóricos como prácticos. Como asimismo que sepa manejarse
emocionalmente, sea capaz de construir una familia sana y generar lazos
sociales. Incluso en el hábito de la investigación profesional
una vez haya hecho abandono de las aulas. Para todo eso es necesario que
los conocimientos que se entreguen tengan el mayor sentido posible, es
decir que posean una amplia y solvente estructura epistemológica,
tanto teórica como práctica respecto de la realidad, incluyendo
en ella la propia subjetividad del alumno. Hay una directa relación
entre el sentido de la educación, el deseo por aprender y la autoestima
del profesor. Es por todo eso, que más allá de la necesidad
de ampliar la libertad educacional y el rol directriz de los padres, de
exigir excelencia de las escuelas de pedagogía y de la calidad
docente de los profesores, de generar mayor autonomía e incremento
del presupuesto municipal, de ampliar la subvención diferenciada,
de igualar en calidad la educación de ricos y pobres etc, hay que
considerar aspectos cruciales; a) Dotar a nuestra educación de
una plataforma epistemológica amplia y consistente. b) Integrar
valórica y operativamente las instituciones denominadas trascendentales
y que conforman la red de apoyo de nuestra educación; familia (hoy
bajo una absoluta crisis) por su aporte formativo, afectivo, valórico
y comunitario. Educación por su apertura hacia el mundo teórico
y el manejo de éste, y trabajo (en tanto, activo independiente
o participativo) por su aporte en el desarrollo de la inteligencia funcional.
Es decir una integración entre desarrollo afectivo, intelectivo,
volitivo y societario, cuatro ámbitos traspasados por categorías
morales y éticas análogas. (recordemos que 80% de los chilenos
no entienden lo que leen y o son analfabetos funcionales, y que el 54%
de los Chilenos sufre patologías en el plano afectivo. Depresión)
La educación chilena, considerando la globalización y su
dinámica del constante cambio, tiene que fundamentalmente enseñar
a pensar, a entender y a transformar lo entendido en acciones prácticas
eficientes, en todos los planos de la vida incluido el profesional. Más
aún cuando todos los conocimientos están disponibles en
la red, pero hay que saber distinguirlos y clasificarlos para después
adecuarlos funcionalmente.
Los primeros conocimientos que requiere toda persona y que pueden ser
entregados en forma lúdica desde los dos o tres años en
adelante (el 75% de la estructura cognoscente se construye antes de los
5 años de edad) son los principios universales metafísicos
(de causalidad, de identidad, de no contradicción etc), que permiten
entender y analogar ordenada y eficientemente la realidad, tanto física
como abstracta; identificando esencia de cualidad o accidente, acto y
potencia, causa de efecto, lo uno y lo múltiple, etc. Para después
enseñar a ordenar la realidad por género, especie, diferencias
etc. Todo esto porque el entendimiento humano tiene la misión de
buscar e identificar lo verdadero y para esa indagación necesita
evaluar diferencias, jerarquizar, valorizar, ordenar etc. Y acto seguido,
la voluntad aplicar los principios racionales de la acción pues
ésta también avanza o se inhibe priorizando, proporcionando
etc. Y para manejar ambivalentemente el mundo de las abstracciones y de
las cosas físicas mediante las facultades anteriormente señaladas,
es necesario enseñar a analogar metafórica y proporcionalmente.
Una vez en posesión de esa estructura cognoscitiva, los conocimientos
específicos deben ser entregados comparativamente, esto porque
si bien la realidad es una, ésta se manifiesta de distintos modos.
Para comprenderla multidimencionalmente aparece básico y necesario
la enseñanza de materias como filosofía, lenguaje, matemáticas,
historiografía (política, del arte etc) y ciencias, ojalá
éstas últimas también enseñadas comparativamente.
Hay que tener presente que cuando el sistema afectivo-intelectivo-volitivo
no se desarrolla, éste es sustituido por una trilogía muy
desgraciada; ignorancia, imaginación y deseo sin apoyo de la razón.
Para afianzar la responsabilidad, la confianza en si mismo y el hábito
de la investigación, las carreras técnicas y profesionales
deben desarrollarse mediante la indagación y el autoaprendizaje
de los propios alumnos, bajo la guía de la universidad y el monitoreo
docente, todo ello asociado a una praxis laboral simultánea.
Por último, la única forma posible de igualar la educación
de ricos y pobres (es primero un problema cognoscitivo después
de recursos) es que el Estado posicione la enseñanza pública
en lo más alto, es decir desarrolle al máximo las facultades
superiores que confiere la naturaleza a toda persona humana. La capacidad
potencial de entender y de desarrollo de la inteligencia práctica
la poseemos todos sin distinciones, no así el dinero. Pero si el
Estado prosigue con la mediocridad actual de conocimientos dispersos y
sin sentido (incluso obligando a la farsa de los contenidos "mínimos"
obligatorios y todo lo que deriva de ello), nunca faltará un establecimiento
o alumnos que mediante la web y en forma autónoma se dediquen a
mejorar sus conocimientos y capacidades, minuto en el cual se da comienzo
nuevamente al ciclo de las desigualdades.
©
2001 Sebastían Burr Cerda Se autoriza su reproducción
citando la fuente y el autor.
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