Ratzinger, el ecumenismo y la unidad cristiana ¿para que?
|
|
Sebastián
Burr Cerda
|
Uno de los mayores problemas que aquejan a las sociedades modernas, es
el excesivo relativismo que afecta la vida privada, social y política
de los países. De esa desintegración casi transversal en
que se debate Occidente, se deviene una conformación inadecuada
de instituciones claves para el desarrollo humano, como son; educación,
trabajo y familia, entre otras, pues se hace imposible establecer las
jerarquías propias de la esencia de cada una de ellas. Generando
injusticia y serios desequilibrios socioeconómicos y políticos
y una abierta desidia o aversión en la búsqueda de la verdad.
Una libertad relativizada y exiguamente ejercitada por las mayorías,
hace muy difícil consolidar en el espíritu y conciencia
humana, convicciones éticas y morales sólidas que rijan
asertivamente y más o menos en común el entendimiento y
la acción humana.
Esta suerte de patología cultural y causa directa de la infelicidad
en el hombre, actúa como la radiación atómica; no
se huele, no se siente, no se escucha ni se ve, pero devasta implacablemente.
Lo que imposibilita la autodeterminación humana y la armonía
social, que finalmente se traduce en desesperanza, individualismo, consumismo,
hedonismo, drogadicción etc, con graves consecuencias en la psiquis
de la persona real.
Ratzinger, como gran estudioso de la teología, de la filosofía
y de los fenómenos culturales y sociales, ha concluido que dicha
dispersión cultural, encuentra su primera causa en la falta de
unidad del Cristianismo, pues de tantas iglesias haya, devienen tantas
formas de entender y actuar frente a la realidad. También ciertamente
se apoya en la enseñanza de Cristo; “sobre ésta piedra
edificaré mi Iglesia”
Las causas del quiebre existencial y psíquico en la persona contemporánea,
ya había sido reconocido por Juan Pablo II en el año 2000.
Ahora como el mundo se dirige a la globalización, Benedicto XVI,
quiere evitar que dichos males se repliquen y consoliden en perjuicio
de los más pobres en ese nuevo orden mundial. Para lo cual ofrece
el Catolicismo como medio de búsqueda y unidad, pues su esencia
universalista considera toda la diversidad, aunque dentro de un contexto
de orden y unidad a partir de una antropología moral común
y que arranca de la misma naturaleza humana, cuestión ésta
última, separada de la fe. Unidad que no puede ser confundida con
uniformidad, pues la subjetividad humana en esa totalidad, va encontrar
siempre y en completa libertad, múltiples espacios para desplegarse
en pos del bien para sí mismo y de la sociedad.
Ahora el acercamiento que se observa con el Judaísmo, el Islamismo
y otras religiones orientales, se explica bajo la misma lógica,
pero entendiendo que el carácter de cada una de ellas tiene que
prevalecer. Todo esto, porque la forma de entender y de actuar del hombre,
incluso de los no creyentes, contiene los mismos principios epistemológicos
y operativos en todas las culturas y religiones. Todos buscamos la verdad,
queremos concretar fines prácticos en pos del bien personal y social
y de esa manera conseguir la felicidad.
©
2001 Sebastían Burr Cerda Se autoriza su reproducción
citando la fuente y el autor.
|
|