Nueva perspectiva política

Sebastián Burr Cerda

Sin duda que el momento de la irrupción de Piñera como candidato presidencial fue sorpresivo, pero no el hecho en sí mismo. Todo lo que venía haciendo, sobretodo desde el caso Spiniack en adelante, apuntaba a desacreditar o a restar liderazgo a Lavín para configurar su propia opción. Opción legítima por cierto, pero en el fondo, no en la forma. Es que Piñera no conoce mucho de formas. Hay que recordar como avalaba a Pía Guzmán y al mismo tiempo presentaba excusas a la UDI. O como se preocupó de alinear a los parlamentarios de RN proclives a él, para que votaran en contra de una comisión parlamentaria que investigara la revista Plan B, -afín a la Concertación-, y que había gatillado el falso escándalo Gemita/UDI.
El constante doble juego en ese episodio y en otros más, fue develando su intención presidencial. Todos los insiders de la "política" entendían muy bien ese doble juego, más no el ciudadano común que es al final de cuentas el que electoralmente importa. Y cada vez que Lavín intentaba remontar la caída electoral que le significo desarmar políticamente el caso Spiniack, Piñera se encargaba, o de digitar encuestas contrarias a Lavín a través de su Fundación Futuro, o emitía declaraciones haciendo ver que el ex alcalde llevaba muy mal la campaña. No obstante, que él mismo solicitó integrarse, lo aceptaron y sorpresivamente se desistió atrayendo los medios de comunicación varias semanas en torno a la intriga. Y así llegamos, anécdotas más anécdotas menos, al consejo general de RN, donde Piñera había hecho un buen trabajo regional con los consejeros.
Pero en nuestra historia reciente hay casos análogos al de Piñera, como fue el de Aylwin en 1990 cuando se acordó en la DC, que los tres precandidatos (G. Valdés, E. Frei y el mismo Aylwin) debían deponer simultáneamente sus postulaciones e ir a negociaciones. Y así lo hicieron G. Valdés y E. Frei R-T. Pero Aylwin simplemente no cumplió su palabra y no se bajo, y de esa manera paso a ser directamente el candidato de la Concertación. Y como el común de los chilenos no sanciona electoralmente ese tipo de situaciones, porque es ingenuo y no entiende aún ese nivel de "sofisticación", en éste país se siguen sucediendo actos de deslealtad y manipulación política extrema. Sin embargo el desprestigio pasa la cuenta a todo el sistema, como es que más del 50% del electorado simplemente se resiste a votar. No están dispuestos a ser manipulados.
Y Piñera en caso de ser exitoso en su objetivo de llegar a la Moneda, no veo como va a compatibilizar dos cuestiones muy sensibles y que deben manejarse transparentemente y por entero separadas en la cuestión política. El bien común y el interés particular. Piñera es una persona con una enorme fortuna y muy diversificada en nuestra economía; Aviación y transporte, turismo, comunicaciones, inmobiliarias, energía, Clínica Las Condes, celulosa, combustibles, bancos, bebidas, pesca y un largo etc. Cuando tome decisiones en que deba prevalecer el bien de todos los chilenos, como va a prescindir de todos sus intereses particulares. Sería interesante saberlo. Recordemos como presionó a los españoles para que le pagaran sus acciones al valor de las preferentes, nada más que por sus influencias políticas. Es en ese episodio que Allamand comienza a distanciarse del ex presidente de RN.
Ahora tratando de analizar las consecuencias de la acción de Piñera, coincido con que la política del sí y del no se acabó, pues Piñera es la primera figura del no que aparece en oposición a la Concertación. Por lo tanto los efectos de su decisión política, conlleva un cierto sentido transversal que no se sabe hasta donde puede penetrar en la coalición de gobierno. No olvidemos que Alvear lo invito a integrar su eventual gabinete presidencial. Piñera si bien es un gran especulador y sabe presionar también tiene una extraordinaria perseverancia, arrojo astucia e inteligencia. Y seguramente en su obsesión por llegar a la Moneda va a desencadenar una competencia en propuestas políticas de un nivel mucho más profundo que lo que hemos visto hasta ahora. Lo que va a obligar a todos los partidos y candidatos a revisar sus discursos y jugarse por entero en torno a propuestas humanistas más esenciales, integrales y coherentes. Y a lo mejor terminan siendo una realidad las transformaciones que Chile requiere; el problema del trabajo y su actual cesantía y precarización, aumentando el protagonismo de los trabajadores, su productividad y sus ingresos. Pasar de una educación de conocimientos o de datos a una de entendimiento en virtud del nuevo paradigma de la globalización. De una salud con 60% de gente con sobrepeso, gordos, obesos y patologías de toda índole, hacia una salud centrada en una buena alimentación. Y todo eso, no solo a costa de mayores impuestos sino más bien buscando hacer de todos y cada uno de los Chilenos personas autosuficientes como lo ha llegado a ser él. Pero que Piñera de que se viene con todo, se viene con todo. La política encasillada y cautelosa de la transición ha muerto.