Que duda cabe, la izquierda aprendió la lección
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Sebastián
Burr Cerda
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Como es fácil advertir, el debate valórico se ha globalizando.
Lo misma agenda que impone el "progresismo" europeo (especialmente
el Español) y los liberals norteamericanos, termina llegando a
Chile. Es bastante triste que éste país no logre tener identidad
propia, y sigamos siendo colonia intelectual de españoles y norteamericanos.
Parece que no nos bastó con la experiencia marxista que también
importamos de Europa las décadas del 60 y 70.
Aprobamos el divorcio con el apoyo de parlamentarios Católicos,
contraviniendo expresamente el magisterio de la Iglesia y de J. Pablo
II. Y junto con eso, se comenzó a promover el uso indiscriminado
de preservativos y se aceptó el embarazo escolar. Acto seguido
el Min. de Salud, puso en escena la pastilla del día después,
aunque ya antes, el Presidente de la República y Mitchel Bache-let,
habían propuesto legislar en pro del aborto terapéutico.
Inmediatamente después de que los tribunales norteamericanos forzaron
a morir de hambre y de sed a Terry Schiavo, aparecieron parlamentarios
del PS y del PPD proponiendo legislar sobre la Eutanasia.
Y así muy pronto, en nuestro país, se intentará validar
también el matrimonio entre homosexuales con hijos adoptivos o
arrendando úteros, como se prefiera. Después quizás
el suicidio express, que ya está en carpeta en aquellos países
socialistas más "avanzados" que Chile. Es triste además
que sus defensores no tengan pensamiento propio, pues es un hecho que
utilizan los argumentos que extraen de la prensa izquierdista europea
diariamente a través de la Internet. Y predecir donde y cuando
ésta ofensiva antivalorica se va a detener es dificil decirlo,
pues el “progresismo” basa el progreso en aquello útil
para sus intereses políticos hegemónicos, no se guía
por principios claros respecto de la libertad, del hombre en cuanto hombre,
del trabajo, del bien común, de educación etc. Salvo la
de determinar que casi todo lo que le sucede a Chile tiene que ver con
recursos materiales y no con principios morales, epistemológicos,
formativos etc.
En mi opinión, la intención de fondo, consiste en establecer
la agenda y liderar e imponer una nueva cultura. Cultura que facilite
establecer una sociedad avalorica y por lo tanto indiferenciada o indiferente
de aquellas cosas relevantes y valoricas para el devenir nacional (salvo
para los jefes del rebaño). Y que abra paso a un sistema liberal-socialista
permanente. Y todo ello asociado de un modo casi natural a la democracia
representativa que nos rige, en oposición a la democracia participativa
y que se erige en torno a valores válidos para todos por igual
y sometidos a prueba durante siglos por la sociedad occidental.
Una hegemonía cultural y política "dictatorialmente"
estructurada, sin oposición política real. Pues como hasta
el momento la derecha es derecha económica y no derecha valórica,
y la cuestión económica está tácitamente superada,
la oposición aparece sin agenda ni menos liderazgo, salvo la de
reaccionar negativa o positivamente a lo que la izquierda le va planteando
valóricamente al país.
Sin duda la izquierda aprendió la lección, sabe que no debe
cuestionar la propiedad, sino que capturar las rentabilidades por la vía
de los tributos directos e indirectos, en función de una igualdad
social que no tiene definiciones valoricas de casi ninguna especie. Más
aún, todo ello ha sido convenientemente blindado con una legislación
laboral que se sigue apoyando en la lucha de clases y en ingresos y costos
sociales relativos altos (US$ 6600 anual per cápita) si se comparan
con los US$ 900 per cápita de China que es nuestro principal proveedores
de insumos no perecibles. A eso se agregan las indemnizaciones por despidos
de hasta 34 ingresos, que determinan inamovilidad laboral en el 80% del
mundo del trabajo, hace que el programa de institucionalizar el socialismo
permanente cuente con una fuerte adhesión política, aunque
la mayoría no entienda nada de lo que se trata.
Una sociedad sin valores queda incapacitada para discriminar lo bueno
de lo malo; individual, social, económica y políticamente.
Pues el entendimiento y la voluntad humana entiende y se mueve a la acción
sólo por las diferencias que establece la mente. Y si esas diferencias
valóricas en la práctica no existen, simplemente la persona
no está en condiciones de entender la problemática y menos
proponer o oponerse a ella. De lo que se deviene también un deficiente
desarrollo moral, que es con lo cual toda persona resuelve su vida en
torno al bien y a la verdad. Y así termina haciendo una vida que
gira en torno a cuestiones puramente técnicas y domesticas.
Lo que sí se echa de menos, es nuestra falta de carácter,
pues claramente no somos capaces de levantar una agenda propia y que no
nos alinee necesariamente con el pensamiento ideológico del liberalismo
y del progresismo europeo, y que se apoyan en un humanismo materialista,
en esencia relativista y en un economicismo utilitarista. Y así
con el camino prácticamente despejado se está configurando
un claro dominio político de esos dos ejes ideológicos en
donde la centralidad del humanismo espiritual. Chile necesita una oposición
real, que defienda los valores humanos y sociales más allá
de la materialidad.
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