La Delincuencia Y Su Manto De Protección Ideológico
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Sebastián
Burr Cerda
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Si se revisan las nueve medidas contra la delincuencia presentadas por
RN, se constatará que nuevamente se elude la raíz del problema.
Son medidas técnicas similares a decenas anteriores y que no han
dado resultado. Esto porque el problema es primero humano, después
sociopolítico (económico) y finalmente técnico. De
hecho la tasa de victimización se estabilizó en un peak
altísimo, no obstante que el ejecutivo ha visto fuertemente incrementado
los recursos policiales, estadísticos y técnicos. Pareciera
sin embargo que sí están dispuestos a utilizar una y otra
vez la retórica de las promesas a fin de renovar expectativas que
una y otra vez se ven defraudadas.
Doscientos millones de dólares se roban anualmente a los supermercados,
uno de cada doce residencias han sido asaltadas durante el año.
Las familias no pueden ausentarse de sus viviendas y todas piensan en
adquirir armamento para defenderse. Las bandas de traficantes de drogas
sobrepasan a las policías, y ahora último ha irrumpido el
secuestro express amen de un sinfín de otros delitos. ¿Que
hay detrás de la casi inexis-tente voluntad del gobierno en resolver
el problema de la delincuencia, no obstante que cuenta con mayoría
parlamentaria en ambas cámaras y el apoyo legislativo de la oposición?
¿Que explica tantos crímenes y a su vez tantos delincuentes
sorprendidos in fraganti sean dejados en libertad a las pocas horas de
cometido el delito?
Tanto que se le advirtió a la Concertación cuando la delincuencia
comenzó su ciclo expansivo, que si no atacaban el problema de raíz
el asunto se les iría de las manos, y aquí estamos en medio
de la profecía cumplida. Tan inexplicable resulta el estado actual
de cosas que da la impresión que el problema tiene una fuerte raíz
ideológica. La izquierda asocia la delincuencia a la pobreza, y
“los pobres” siempre han sido su justificación política
y mercado electoral objetivo. Así teniendo manga ancha se visten
también de tolerantes y antirepresivos, mientras la población
vive atemorizada y sufre las consecuencias de su complejo ideológico.
Es dentro de ese esquema doctrinario que se han dictado un sin numero
de leyes permisivas que hacen que solo el 0,5% de loa delitos sean castigados.
El Gobierno responsabiliza a los medios de comunicación y al “neoliberalismo”,
no obstante que la Concertación no es otra cosa que una asociación
liberal-socialista aplicada consciente y sistemáticamente durante
los últimos cuatro gobiernos. Así la delincuencia no es
atacada a fondo porque se supone que los delincuentes son victimas “del
sistema”. “Sistema” que en teoría los rechaza
y no les deja alternativa más que delinquir para poder sobrevivir.
Pero cuando la opinión pública sugiere al gobierno a través
de esos mismos medios de comunicación, que resuelva el problema
laboral, (30% de cesantía en el estrato juvenil que es donde se
concentra el delito) que Chile requiere una revolución microeconómica
y de la educación, o no se hacen cargo oportunamente o solo se
reciben respuestas ideológicas centradas en lucha de clases, quedando
la problemática entrampada una vez más. La sensación
de debilidad gubernamental es tan evidente, que no debiera sorprendernos
que muy pronto veamos a jueces amenazados para que fallen en beneficio
del delincuente.
El gobierno más allá de reprimir necesita mejorar aquellas
instituciones que conllevan la capacidad intrínseca de desarrollo
humano y de esa manera neutralizar la acción del delito. Fortalecer
la familia a fin de que se constituya en un núcleo de afectividad
y sea fuente permanente de valores. Una microeconomía que facilite
el emprendimiento en todos los niveles sociales, permitir la asociación
entre capital y trabajo para que el mercado laborar genere mayores oportunidades
sobretodo a los más jóvenes. Mejorar la calidad de la educación
en términos prácticos para que los adolescentes sean capaces
de escoger sus propios caminos y así evitar la delincuencia. En
síntesis generar una estructura institucional de libertades, integrándo
sociopolíticamente a la población de manera que sean protagonistas
de sus vidas y parte activa del devenir social.
Esto porque delinquir es una suerte de empresa, requiere de iniciativa,
estrategia, logística y prácticas comerciales, incluso de
un código de valores. Energía que puede ser perfectamente
canalizada a través de la reestructuración de las instituciones
ya mencionadas en pos del bien propio y el de la sociedad. La Concertación
debe eliminar los ideologismos que tienen ahogado al país. De otro
modo, lo único que revela es pobreza intelectual y una deficiente
gobernabilidad.
©
2001 Sebastían Burr Cerda Se autoriza su reproducción
citando la fuente y el autor.
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