“Una Mirada Al Presente Para Pensar El Futuro”

Sebastián Burr Cerda

Así titulo el PDC, el manifiesto que su presidente presentó al país en días pasados. Dicho documento marca un giro notable dentro de la desmedida retórica que domina la política nacional, el relativismo valórico y cultural imperante y resultados sociales de dudosa calidad. Relativismo que aparece identificado con aquellos sectores que adhieren al humanismo materialista y sociológico del progresismo y del liberalismo más ortodoxo y que muestran escasa contención y eficiencia en sus propuestas valóricas y sociales. Marca una interesante inflexión en orden a reposicionar los valores del Humanismo Espiritual Cristiano en la política nacional, extraviados en la década de los 60s y 70s en medio de la brutal bipolaridad occidental y en la lucha por no ser vapuleados por el marxismo criollo.
El PDC jamás debió haber abandonado aquellos principios relacionados con la antropología filosófica del hombre y de la ética social. Esto porque además de ser fuente de desarrollo superior y trascendental para la persona humana, dio origen a la Falange Nacional, inspiro su acción política y tiene la fuerza intelectual de pensadores como León XIII, Maritain, Adenauer, Juan XXII, Juan Pablo II y todo el respaldo filosófico del Tomismo Aristotélico. Interesante también, pues de ello se sigue una esperanzadora ampliación de oportunidades para todos dentro del actual modelo de sociedad y que adolece de importantes fallas filosóficas, humanas y sistémicas y que ya casi nadie discute. Ahí están, después de 16 años, los índices de pobreza y desigualdad que permanecen iguales o peores, un extravío casi completo en materia de epistemología educacional y en políticas que debilitan el desarrollo y la unidad familiar. Un desgraciado aprovechamiento político del tema laboral, una retórica inaceptable en torno al emprendimiento, con cero apoyo de políticas públicas haciendo imposible el sueño de miles de jóvenes que emergen con frustración de la enseñanza media y universitaria. Una grotesca concentración del poder económico, un abandono casi total de las Pymes y que se extinguen en medio de una brutal descapitalización y graves contradicciones con el mercado laboral Chino. Y todo ello con serias consecuencias en cesantía, precarización del empleo, alcoholismo, drogadicción, violencia intra familiar, delincuencia, etc. Advierte que dichas anomalías deben ser corregidas pues son fuente de descontento social y ponen en riesgo la estabilidad política del país.
A todo ello el documento de la DC, contrapone el principio de “Libertad con responsabilidad”, y señala al Estado como el responsable directo y subsidiario en cuanto abrir espacios institucionales para brindar oportunidades reales a todos por igual. Aspira a un desarrollo humano asociado a una economía libre y solidaria haciendo todas las consideraciones medioambientales. Zaldivar también hacer ver a ciertos sectores políticos, que el matrimonio es entre hombre y mujer y debe recibir el apoyo del gobierno pues es anterior al estado y es la base de la sociedad. Sin dejar de comprender otras formas de unión, pero desechando otorgarle igualdad de categorías. Señala también que la doctrina del PDC se debe apoyar en las encíclicas papales pues el hombre emana de Dios, debe ser el centro de la actividad política y no el estado ni el poder en sí mismo. Proyecto en el cual caben todos los ciudadanos y una diversidad ordenada el desarrollo humano superior de todos. Para ello parte reconociendo la dignidad humana en cuanto única e irrepetible, incluso su privacidad genética, independiente de la condición social, económica, de raza o de otra índole.
Esos principios generales que el PDC ha entregado al país y que señalan “el que y el para que” ojalá no sean tragados por el “hoyo negro” de la política coyuntural. Para evitarlo, se requiere pasar a la fase II, de la “ingeniería de detalles”, es decir abordando “el como” e integrado, de cada una y todas su proposiciones. Dificil tarea en el actual momento cultural, pero de ninguna manera imposible.
Chile debe caminar hacia la libertad educacional, dando un giro a su pedagogía; de una entrega descontextualizada de conocimientos, debe ir al desarrollo de la facultad del entendimiento bajo intencionalidad de la persona y desde la más temprana edad posible. De una sociedad salarial redistributiva, ir a una sociedad laboral participativa, que impulse el desarrollo de la inteligencia práctica y profesional de los trabajadores. Que permita la asociatividad libre e informada entre capital y trabajo, de manera que los resultados económicos de los trabajadores emerjan de la productividad individual, de los resultados generales de la empresa y también producto de la macroeconomía. Todo ello sobre una estructura de protección social sobre la cual ninguna empresa tenga que competir.
La misión esencial del Humanismo Cristiano consiste en desarrollar en términos prácticos las facultades espirituales y superiores del hombre y a través de la institucionalidad política. El desarrollo espiritual es la vía con mayor alcance para conseguir la autosuficiencia humana y enfrentar satisfactoriamente la vida en términos teóricos y prácticos, desde una perspectiva particular y bajo un contexto de ética social.

 


 

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