Igualdad imposible, igualdad posible

Diario La Segunda, Jueves 17/03/2005
Sebastián Burr Cerda

Es necesario partir diciendo que la igualdad no es un absoluto ni se puede conseguir en términos materiales o económicos. Y esto porque siendo la libertad y la justicia principios superiores a la igualdad, hace que las personas, de acuerdo a esos principios, se muevan y determinen de forma diversa en capacidades, intereses y resultados de sus acciones. Esto nos lleva a concluir que la igualdad sólo es posible de aplicar en aquello superior y efectivamente común a todos los hombres.

Sin tener que quitar a algunos para dar a otros, se pueden generar estadios de igualdad fundamental, haciendo del ámbito de la familia, del trabajo y de la educación espacios de desarrollo valórico, intelectivo y funcional en sus niveles más altos y como fuente de oportunidades para todos.

Actualmente en dichas instituciones cohabitan dos "sistemas": familias integradas y desintegradas conyugal y afectivamente, generadoras de una sólida o deteriorada autoestima en sus hijos; una educación de datos, estructurada en torno a conocimientos entregados desintegrada y descontextualizadamente (la de los pobres) y una educación con estructura epistemológica que desarrolla el entendimiento y las capacidades prácticas de los más ricos; un sistema laboral donde conviven personas que se desempeñan en primera persona y activamente (propietarios y altos ejecutivos,) y la mayoría, que se desempeña en tercera persona y pasivamente: los más pobres, base de la sociedad salarial y de desigualdad formativa y económica.

¿Pero qué es aquello superior, común y potencialmente alcanzable por todos?

Primero diremos lo que no es: nuestras capacidades físicas y presencia, nuestros intereses, la suerte, la formación familiar, circunstancias sociales, económicas etc. Pero sí tenemos en común y en potencia el entendimiento y la inteligencia práctica, que son nuestras dos únicas facultades superiores y cuyo desarrollo permite resolver las cosas teóricas y prácticas en la vida diaria. Y para un correcto e igualitario desarrollo del entendimiento y de la inteligencia práctica, es el gobierno el que debe adaptar social e "igualitariamente" las instituciones más arriba mencionadas; pues son las únicas capaces de potenciar y actualizar la nivelación humana.

Sin embargo para que todo esto resulte, el gobierno debe cumplir con una cosa fundamental y previa: el bien común político como base de la unidad, subsidiariedad y justicia social. Pues más allá del bien común, la igualdad posible requiere ineludiblemente del principio de unidad y espacios para el ejercicio de la libertad de todos. Unidad que sin confundirla con uniformidad, se alcanza mediante la aplicación práctica de principios operativos y valóricos comunes a todos los hombres en aquellas instituciones ya mencionadas.

De una buena educación surgen buenos trabajadores, de buenos trabajadores y bien educados surgen buenos padres, de buenas familias surge una buena sociedad y así sucesivamente. Pues en esas tres instituciones integradas valórica y operativamente se encuentra implícita la formación moral y social, el desarrollo teórico y práctico. De esa manera la ciudadanía en su conjunto tenderá a comprender la realidad y a generar soluciones sociopolíticas más homogéneas. De manera que los objetivos de igualdad y unidad estarán siempre determinados y preservados de un modo básico por el mismo orden político.

La izquierda sabe que la igualdad económica no es posible, pues los elementos objetivos de justicia económica simplemente no existen, por la diversidad en las aspiraciones. Unos pueden asignar un enorme valor a tocar el piano, o a cultivarse intelectualmente. Y otros pueden tener aspiraciones y compromisos económicos con su familia y por lo tanto trabajar de sol a sol.

Bajo el actual paradigma en que la mayoría de los ciudadanos tienen una pésima educación y se "desarrollan" pasivamente (sociedad salarial) y sectores minoritarios que se desarrollan intelectivamente y bajo una praxis activa y en primera persona, la igualdad materialista que pretende el socialismo siempre será una cuestión "por resolverse" y por lo tanto funcionará sólo como amenaza política.

 


 

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