Ideas sobre el futuro de la educación

Reforma, solidaridad y libertad de enseñanza

Sebastián Burr Cerda

Finalmente ha estallado el problema de la educación y se ha instalado como el gran tema de la agenda del gobierno. Su absoluto fracaso es hoy evidente para todos los Chilenos.
Ha quedado demostrado además que nuestro sistema político es incapaz de liderar cambios trascendentales para la vida nacional, ni siquiera cuando la falla es catastrófica y la situación es políticamente obvia. Fueron los jóvenes con su reclamo que han logrado que el gobierno se avenga a iniciar una profunda reforma. Que fuera de lugar resuenan las propuestas sobre eutanasia, matrimonios gay etc, frente a éste magno problema social y de futuro.
Veremos si se inicia una transformación abriéndose de un modo razonable a la libertad educacional en cuanto propuestas diversas y bien estructuradas. A la libertad de elección por parte de todos los apoderados y a programas que de verdad ayuden a los estudiantes más pobres. O bien se prosigue con el actual esquema estatal de contenidos “mínimos” y la inamovilidad laboral de directores y profesores.
Si la Concertación durante la última década lideró una amplia reforma bajo el ministerio de don Ricardo Lagos, si don Sergio Bitar sigue convencido en la calidad de su gestión, si tenemos una jornada escolar completa, si se amplió notablemente la cobertura y el presupuesto ha sido aumentado en un 400% a 500% no se entiende que es lo que podrían proponer ahora los responsables de éste colosal fracaso educacional.
Pareciera que más allá de la calidad y de los siempre insuficientes recursos materiales, el problema de fondo sigue siendo ideológico, tanto que hemos extraviado la capacidad de enseñar, de generar una estructura epistemológica de acuerdo a la naturaleza del entendimiento humano y en consonancia con los nuevos tiempos y la dinámica del cambio permanente.
Definir que es educar y el cómo hacerlo emana de la forma en como se interpreta la realidad y de cómo se transforma esa interpretación en medios teóricos y prácticos certeros de enseñanza. De manera que las personas puedan resolver razonablemente cada situación que les toque enfrentar y así alcanzar parámetros razonables de desarrollo y felicidad. En otras palabras, uno puede estructurar una enseñanza simple y tecnocrática o bien integrada y bajo una perspectiva de desarrollo moral amplio. La primera se logra estructurando mallas curriculares de conocimientos específicos acotados, muy parecida a la actual educación de contenidos “mínimos”, y la segunda apunta a un desenvolvimiento abierto, activo y práctico de discernimiento humano respecto del bien y del mal y frente a todo orden de cosas. La perspectiva técnica supone una conducta humana uniforme y además conocer a priori como se presentará el futuro. La perspectiva moral deja al alumno en condiciones de resolver su propia vida bajo cualquier circunstancia que ese mismo futuro le depare. Por eso edificar una educación de desarrollo del entendimiento más que de entrega exclusiva de conocimientos pareciera ser absolutamente necesario, pues además de que los conocimientos están en permanente cambio y todos ellos permanecen en la red, nadie conoce para el futuro la magnitud y diversidad de ellos. La educación nacional necesita una profunda revolución humana, conceptual y práctica y hacerla igualitaria implica nivelar su calidad por arriba para todos por igual.

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