EL LENGUAJE, OTRA VÍCTIMA DEL RELATIVISMO

Sebastián Burr Cerda

La palabra permite comprender la realidad, ordenar las ideas, comunicarnos entre los hombres y acometer las acciones prácticas en acuerdo social. Y si bien los términos van sufriendo cambios producto del desarrollo cultural, también puede sufrir dolorosas regresiones, haciendo dificil la comprensión de la realidad y la construcción de ideas. Generando incluso una perdida del sentido mismo de la vida. En cambio, un lenguaje rico en palabras hace más fácil el ordenamiento de las ideas y los acuerdos prácticos entre los ciudadanos. Y como las cosas prácticas caen dentro del ámbito moral pues ayudan a comprender la realidad, se puede decir que el lenguaje es una cuestión moral más que técnica. De hecho consiste en signos abstractos ínter subjetivos (entre almas en acuerdo natural a partir de similares necesidades), y que relaciona el pensamiento, la idea, las cosas y los actos, llegando finalmente a construir un verbo síntesis.
Los vocablos sirven para referirse a casi todo, salvo de aquello que no es, aunque si permite referirse a lo que no es de un modo genérico. El lenguaje es un conjunto de voces individuales que funcionan como etiquetas, cada palabra no se refiere a la esencia natural de una cosa, pero sí conlleva un significado estructurado producto de una convención social en el tiempo. Voz que al ser utilizada dentro de un determinado contexto, supone además una intención del sujeto que la utiliza. Esto porque toda persona que se expresa pretende generar un cambio o reafirmar un algo en su interlocutor, incluso al interior de su propia conciencia. Tan sutil y delicado es esto del lenguaje, que existen términos iguales para distintas cosas y nombres diversos para una misma cosa, y que dependiendo de los contextos en que se digan surgen los matices y las diferencias. Ese mismo grado de delicadeza explica que el relativismo sea uno de sus peores enemigos porque anula o destruye esos matices y diferencias.
Hemos llegado al absurdo de que la mayoría de los ciudadanos utiliza entre 50 y 70 términos, y hay vocablos que se usan como muletillas en casi todos los contextos sin ningún significado. Lo que hace que la comunicación entre las personas sea tan pobre que les sea imposible comunicarse.
Ahora bien; la palabra cuando se refiere a cosas materiales es mejor entendido que cuando se refiere a cosas abstractas o ideas, pero no por la calidad de los términos que se utilizan en uno u otro caso, sino porque cuando -por ejemplo-, uno se refiere a árbol, dicho término está representado por un cuerpo físico conocido universalmente. Pero cuando el verbo es usado para referirse a ideas abstractas que implican cierto grado de especulación, la cosa cambia radicalmente, porque la palabra ya no está representando elementos materiales precisos a identificar por la memoria, sino que representan ideas, estructuras de orden, juicios o emociones que son más difíciles de retener y ordenar. Pero son esos justamente los elementos metafísicos que permiten el desarrollo del entendimiento humano en su plano superior y la incorporación de nuevas ideas y nuevos vocablos. En ésta misma línea, la perdida del lenguaje y de los cuerpos de orden superior genera una dificultad mayor; la transmisión y la comunicación de valores trascendentes y de aquellos principios metafísicos que son los grandes cuerpos sintetizadores de enormes cadenas silogísticas que conducen a los grandes conceptos y al pensamiento de altura. En otras palabras desaparece el sistema común y superior de referencias.
Hay que moralizar el lenguaje, pues la mejor manera de comprenderlo y enriquecer su vocabulario es “viviéndolo” bajo un contexto de desarrollo moral práctico. Es decir bajo un ámbito de vivencia verdadera y realista, en tanto el sujeto lo haga de un modo activo y en primera persona. En lo académico por ejemplo, el alumno debiera ser introducido en un plan educacional de intenciones, de él en relación intencional con el mundo y las cosas físicas y metafísicas que lo componen, entender y sentirse ligado a las causas y efectos de los problemas actuales y potenciales y hacerles sentir que está en manos de ellos controlar y cambiar el mundo.
En lo laboral que es un ámbito eminentemente práctico, se debiera construir sistemas participativos que comuniquen abstractivamente a los trabajadores con todas las instancias que componen el devenir de una organización dentro del ordenamiento socioeconómico. De esa manera las palabras, los conceptos, los cuerpos de orden se van modificando, viviendo y asumiendo en plenitud. Siempre asociados valóricamente, de manera que sea fácil analogarlos con eficacia bajo cualquier circunstancia. Una voz, concepto o estructura de orden, sin una asociación valórica es un concepto vacío.
Se ha escuchado por ahí, que el ministerio de educación está pensando enseñar inglés y hasta mandarín a los jóvenes estudiantes chilenos, creo que sería bueno que el ministerio entienda que lo primero que tiene que hacer antes de enseñar otras lenguas es enseñar el idioma castellano en toda su extensión. Pues además de ser uno de los idiomas más rico en palabras se requiere de una base para pasar a un segundo idioma.

 


 

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