El documental SALVADOR ALLENDE

Sebastián Burr Cerda

El filme Salvador Allende de Patricio Guzmán es un documental más que una película, lo que no le resta mérito pues está bien hilvanado. No obstante que es una historia cuyo principio y fin es por todos conocida, su fluidez mantiene al público cautivo. Pues salta ágilmente entre las emociones de un idealismo basado en el deseo y en la imaginación más que en la razón. Se mueve entre nostalgias del fracaso, de las diversas contradicciones y de las archivistas imágenes del bombardeo de la Moneda, pero ésta vez tratadas artísticamente. Todo ello apoyado por interesantes testimonios; como los del Embajador E. Korry quién dice que Nixon desde el primer momento pone a la CIA a trabajar para derribar a Allende, y que la revolución de Allende fue irracional.
Aparecen una Payita un tanto compungida cuando la película la propone como la “amante” de la revolución latinoamericana y cuenta el intento de morir con Allende en la Moneda. Sindicalistas de todo pelaje intelectual, algunos muy lúcidos a la hora de criticar los 1000 días de la UP; “proceso revolucionario sin ningún realismo, sin ninguna estrategia y ninguna logística”, y con la insurrección instalada al interior de la propia coalición.
Queda muy bien configurada la semblanza retórica de Allende, que hacerle un comentario a la obra de Guzmán, es hacerle una crítica al gobierno mismo de la Unidad Popular.
El antagonismo irracional de la época queda plasmado en una caricaturizada “señora” del barrio alto, haciendo histéricas declaraciones, en un León Vilarín deseándole el peor fin al socialismo de la UP, y un militar que de un certero disparo mata a un camarógrafo que filmó su propia muerte. Claro que para ello, el director uso imágenes del Tancazo y no del 11 de septiembre el 73. Detalle que le resta algo de mérito.
El documental revela la intención de revestir el fracaso político, institucional, económico y social del gobierno de S. Allende, levantando una suerte de idea propia de utopía o de idealismo. Esto es que no se le puede exigir ninguna racionalidad ni orden alguno a dicha revolución; como si en nombre de los pobres, de los campesinos, de los obreros y del hacer simplemente una revolución, cualquier incoherencia estuviese justificada de antemano. “Privilegio” que ciertamente, la naturaleza de las cosas aún no le concede a nadie en la historia de la humanidad. El público seguramente quedará con la sensación de que la fuerza revolucionaria se agotó en su intento, pues de ahí para adelante cualquier cosa, y que de ello poco y nada quedó, salvo el fantasma Allende que se hizo a si mismo a partir de su suicidio previamente conversado con Fidel. La imagen solitaria de los anteojos chamuscados y partidos en dos de Allende es brillante y muy elocuente.
Confirma el documental la raíz anarquista republicana española de Allende, que de alguna manera explica su idealismo desbordado y quizás hasta un cierto dejo de revanchismo social, que para muchos llego al nivel de patología ideológica. Siempre actuando en nombre de la libertad humana y de la igualdad social, conceptos que ningún revolucionario se ha preocupado de definir nunca.
Creo que de ese idealismo embriagador también pecó Guzmán, pues las contradicciones o equívocos en que cae el documental son flagrantes, aunque es evidente que no pretendía ser imparcial; como cuando el ex presidente aparece dando un discurso, y una pancarta a su lado dice; “a cerrar el congreso momio” lo que se contradice hacia el final de la cinta, cuando crítica ácidamente a los militares que no hubiesen respetado la Constitución y hubiesen cerrado el congreso. También que el apolitismo de las FF.AA ordenado por la Constitución tampoco fue respetado por Allende, toda vez que los llamó a cogobernar bajo la amenaza de decapitar el alto mando. Sostiene por otra parte, que las fuerzas revolucionarias allendistas solo tenían unos “raquíticos” bambúes para dar la pelea, y no explica como es que cayeron muertos 83 soldados de las FF.AA en los 90 días siguientes al 11 de septiembre. También asegura que todos los medios periodísticos estaban en manos de la derecha, cuando la izquierda contaba con los diarios Puro Chile, Clarín, Ultima Hora, El Siglo y la revista punto Final. La Radio Magallanes y la Corporación, los canales TVN y 9.
Se refiere a las colas como al resultado exclusivo de una actitud acaparadora de la oposición, cuando los obreros chilenos amparados en una ley de inamovilidad en vez de producir, permanecían en asamblea política permanente obligados por sindicalistas de partido.
Sin bien Allende en el año 1970 se auto proclamó Marxista Leninista, el documental intenta hacerlo aparecer como inspirado en la Revolución Francesa. Pero la historia chilena de los últimos 70 años no consigna ninguna definición de libertad, igualdad o fraternidad por parte de Allende o de aquellos que conformaron la UP, y si consigna lo que dijo Luis Guastavino cuando se cumplieron 30 años del golpe: “la verdadera intención del gobierno de Allende era la obtención del poder total”.
Así y todo, el gran protagonista del documental de Guzmán, no fue Allende ni su intento revolucionario, sino la pobreza material y de discernimiento de un pueblo que solo pedía una vida digna de acuerdo a su condición humana, pero no ser conducido a cualquier aventura política, como que de hecho ninguno salió a pelear a la calle cuando la revolución llegaba a su fin.


 

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