La autodeterminación y las pretenciones electorales de la Centro Derecha

Sebastián Burr Cerda

Se dice que la Centro Derecha (CD) no elige un presidente desde Jorge Alessandri en 1958. Otros piensan que si J. Alessandri no hubiese heredado el populismo de su padre Arturo, éste nunca habría sido proclamado. Lo que significaría que la C. D. no elige un presidente desde hace 60 o 70 años.
¿Es que la CD, bajo el actual paradigma sociopolítico solo puede ser escogida por defecto pero nunca por afecto. Es decir en tanto la Centro Izquierda (C. I.) haga un gobierno desastroso y entonces la C. D. surja como única posibilidad? Esto suponiendo que Longueira con sus movidas políticas, no siga deslegitimando gravemente la difícil labor opositora.
Todas las razones que se esgrimen para explicar la perdida de la última elección presidencial, incluso el masivo intervencionismo electoral del gobierno, no explican en toda su magnitud el problema de fondo que afecta a la C. D., y que pasa por la falta de un proyecto humano concordante con los principios trascendentes y de libre emprendimiento que dice defender. Es decir que mediante las instituciones trascendentales para el desarrollo moral, (familia, educación y trabajo) los ciudadanos vivan la verdad y desarrollen activa y permanente su entendimiento teórico y su capacidad funcional. Y mediante esa praxis libre, tomen contacto actualizado con la realidad y se desarrollen económica, social y políticamente bajo los mismos principios valóricos y operativos y de resultados que aquellos que adhieren a la C. D,. La Alianza tiene que comprender que la autodeterminación moral, económica y política se logra en tanto se experimente la vida al modo de la primera persona y no a la manera colectivista o de la tercera persona, que es como el socialismo tiene estructuradas dos de las tres instituciones trascendentales; educación y trabajo, toda vez que la institución familia está en vías de extinción bajo la concomitancia o indiferencia ideológica del progresismo.
De una vida familiar con valores formativos, de una enseñanza en que el alumno sea parte activa del mundo y aprenda a desempeñarse con propiedad y libremente en él, y de una praxis laboral abierta y conectada con la realidad productiva del trabajador, con los resultados de la empresa y de la macroeconomía depende la comprensión económica y política de la sociedad, y que incide políticamente. Sólo se conoce la verdad en tanto y cuando se viva la verdad.
A la C.D., la falta de libertad educacional y la sociedad salarial le juegan humana y políticamente en contra, pues dentro de ellas es imposible autodeterminarse. En otras palabras el problema que afecta a las mayorías y que hará difícil que adhieran a la C. D., es su falta de participación activa e integrada en la vida sociopolítica y económica; lo que deviene en una visión parcial o distorsionada de la realidad y de lo cual se siguen desigualdades socioeconómicas que serán siempre utilizadas bajo el esquema luchas de clases. El desafío político es como se anula dicho mecanismo y el desarrollo moral, funcional y económico pase a ser un activo transversal de toda la sociedad.
A la C. I., le es fácil maniobrar políticamente a favor del resentimiento cuando las facultades superiores de las mayorías están mínimamente activadas y en su reemplazo opera la trilogía; ignorancia, imaginación y deseo y que permite manipular cualquier mente y voluntad. Y más aún cuando los sectores que fundamentalmente adhieren a la C. D., si han podido autodeterminarse (más allá de cierto individualismo que los afecta) y las diferencias socioeconómicas son evidentes y permanecen a la vista. A su vez a la C. D., le es difícil demostrar que la responsabilidad del antidesarrollo es principalmente de la C. I., pues su progresismo niega la mejoría y la libertad educacional e impide la asociación entre capital y trabajo y dar un giro de la actual sociedad distributiva hacia una sociedad participativo-económico-productivo.
La C. I., nunca abordará un proceso de desarrollo trascendental de la persona; porque no cree en las facultades espirituales o superiores del hombre, y porque de hacerlo haría inviable la lucha de clases y por lo tanto arriesgaría a perder el poder por mucho tiempo.
Como se puede apreciar el problema de fondo es moral y de alta política, y mientras la CD no domine los cuerpos filosóficos que conforman el paradigma sociopolítico que nos rige, no conozca la antropología filosófica del hombre y como funciona la compleja dinámica sociológica y política entre todas esas cosas, el asunto no se resolverá en su favor y seguirá siendo sólo comparsa del sistema.

 


 

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