Análisis sociopolítico y propuesta de un nuevo orden político

Sebastián Burr Cerda

Si uno lee las declaraciones, diagnósticos y opiniones políticas que a diario se emiten y publican en nuestro país, se encuentra con que casi ninguna de ellas entrega un diagnóstico profundo e integrado de las causas de nuestras desigualdades económicas, de nuestra división social y de nuestros problemas humanos y sociopolíticos. Y mucho menos, proponen una solución análoga a lo antedicho en torno al desarrollo superior de la persona y al bien común verdadero. En otras palabras que sea capaz de resolver la complejísima y entreverada problemática humana y social moderna y simultáneamente enfrentar el nuevo paradigma de la globalización.
Nuestro sistema político tiene una falla de orden sistémico, no compite en torno a ideas, compite en torno a la eficiencia de las máquinas de poder. Por esa razón la mayoría de nuestros políticos han desarrollado habilidad política, más no se han desarrollado en el arte de lo político. Y es probable, que muchos de ellos ni siquiera distinguen la política de lo político.
El problema social de fondo es de carácter moral y ético, y mientras la dimensión moral no se desarrolle para todos por igual en el plano práctico-superior de la persona y simultáneamente a través de las instituciones que conforman el orden político las diferencias de apreciación de la realidad, las dificultades humanas, socioeconómicas y políticas permanecerán sin solución.
Debemos recordar que desarrollo moral, es todo aquello que permite mejorar la vida individual; afecta la conducta entera en cuanto pauta de valoración y/o diferenciación de las cosas en el plano teórico y práctico. A partir de ahí y de un modo natural, se conocen los principios valóricos y operativos que deben regir al hombre; en la familia, en el trabajo, en la educación, en la justicia y en la sociedad. Para que de todo ello se siga una sociedad sana, solidaria, justa y en paz.
La moral se desarrolla en tanto la realidad sea vivida de un modo activo y en primera persona; en el plano individual, sociopolítico y económico. En otras palabras, vivir la experiencia de la vida en toda la amplitud posible, bajo el ejercicio de la libertad y de cara a la verdad. Con consecuencias directas sobre el sujeto de la acción. Chile necesita un modelo político de integración y de autodeterminación humana y social.
J. Ratzinger dice: “la unicidad del hombre determina una dignidad inviolable y por lo tanto siempre abra cosas buenas y otras definitivamente malas para el hombre”. Ratzinger dice a su vez de J. Pablo II: “El Papa muestra con gran poder de persuasión en la Encíclica, que el problema fundamental de nuestro tiempo es un problema moral. Los problemas económicos, sociales y políticos seguirán siendo insolubles si no se encara ésta realidad central. Y el Papa demuestra que el problema moral no se puede separar de la cuestión de la verdad. Está por su parte, indisolublemente unida al problema de la búsqueda de Dios, pues en Él yace, el sentido de máxima inteligibilidad y de verdad. De creatividad, de totalidad y de amor.”
Como es fácil advertir a través de la sentencia de J. Pablo II, y que Benedicto XVI hace propia, la problemática humana, y sociopolítica de nuestro tiempo, -más allá de ser o no ser creyente-, pasa por moralizar la sociedad apuntando hacia la máxima inteligibilidad teórica y práctica de todos los ciudadanos por igual. Y bajo integración valórico-transversal en las instituciones del orden político.
La presente propuesta, intenta plantear una suerte de sistema político unitario, que involucre la integración humana y social, apuntando al desarrollo de las facultades superiores del hombre y al bien común político sobre una plataforma fisiológica y mental sana; Una familia sólida, una educación de desarrollo del entendimiento, un sistema laboral participativo en función de la productividad, una justicia que vele por el protagonismo y el desarrollo superior, la ética social y el bien común político.

¿Que quiere decir auto moralización de la sociedad? Veamos; las actuales desavenencias sociopolíticas que se observan en occidente en general y en Chile en particular, tienen una raíz moral-epistemológica, (epistemología = bajo que orden valórico cognoscitivo se conocen las cosas) pues arrancan de formas distintas de vivir y entender la realidad, tanto en el plano teórico como en el plano práctico. Una gran mayoría de la población vive la realidad práctica de una forma predominantemente pasiva, desconectada de las cuestiones reales y más gravitantes del acontecer diario del país y del mundo. Y otro segmento, minoritario, hace esa misma vivencia sociopolítica y económica de una manera activa y bajo una praxis de la primera persona, dinámica mediante la cual se obtiene un desarrolla muy superior, y que constituye la raíz de las desigualdades y del rechazo mutuo. Involucra el plano moral, socioeconómico y político. El concepto de la primera persona puede ser definido diciendo lo siguiente: “el resultado de las decisiones y de las acciones libres que adopta el sujeto, se devuelve sobre sí mismo corrigiendo su percepción sobre el objeto y la realidad circundante”. Esa dinámica puede ser entendida también como de desarrollo moral.
La inexistencia de ésta dinámica en la vida cotidiana de las personas, conduce a una comprensión superficial o tardía de la realidad y que es algo de común ocurrencia en las mayorías. Lo que no ocurre a los sectores minoritarios, independientemente de que en ese segmento “más desarrollado” haya otro tipo de deformaciones culturales. Dicha diferencia de praxis, produce en uno y otro sector socioeconómico, una intelección teórica y práctica dicotómica, que en unos produce frustración y atraso, y en lo otros desarrollo práctico pero muchas veces también individualismo, egoísmo y rechazo del prójimo. De esa dualidad epistemológica emanan diagnósticos y propuestas sociopolíticas per se contrapuestas, que hacen del antagonismo una dinámica permanente, pese a que los diversos segmentos sociales enfrentan los mismos problemas, pertenecen a una misma sociedad y cuyo objetivo final es la felicidad. Eso resquebraja la unidad sociopolítica y hace muy difícil la convivencia social. Haciendo del sistema político un circulo vicioso y de suma cero.
El desafío político del futuro es entonces, generar la síntesis precisa entre hombre en cuanto hombre, sociedad en cuanto bien común y lo político en cuanto ciencia práctica.
Para intentar dicha reunificación, es de capital importancia tener conceptualizado aspectos básicos de la antropología filosófica humana: libertad, moral, ética y bien común, los distintos grados de felicidad humana, el rol de la familia, de la educación, del trabajo, de la salud y de la justicia. El esclarecimiento teórico y práctico de esos conceptos nucleares, nos permitirá encontrar las soluciones más eficaces para el futuro. Por ejemplo, hay una enorme diferencia entre una “libertad” instituida en bienes materiales y otra fundada en la expansión de las capacidades intelectivas y prácticas del ser humano. O suponer que el trabajo es una cuestión sólo técnica y económica, o bien asumirlo en cuanto desarrollo moral, social y también profesional y económico.
Es imperativo formar de un modo activo a la ciudadanía a fin de que pueda enfrentar el nuevo paradigma de la globalización, cuyas constantes son el cambio permanente en creciente complejidad y dentro de un contexto de máxima comunicación vía Internet. Esos nuevos estadios están planteando exigencias humanas y profesionales mucho más intelectivas y poli funcionales que las que predominaron en el siglo XIX y XX.
El mundo global es un acontecimiento tan avasallador e irreversible, que nos impone sin escapatoria la necesidad de reformar nuestro sistema educativo y nuestro sistema laboral, y no sólo reformarlos, sino además vincularlos, pues ambos conforman la unidad antropológica teoría-praxis que demanda la acción informada del futuro. Está claro que el futuro exige transitar de una cultura de conocimientos o de datos, a una cultura de entendimiento y de desarrollo de la inteligencia práctica. Es decir lograr dar un giro de la dependencia simplemente sistémica a la autonomía de la persona en cuanto tal.
Los medios y mecanismos que se entregan en esta propuesta conforman un sistema político. Y sus componentes tanto teóricos como prácticos son los mismos medios que se requieren para fortalecer la familia, mejorar la productividad, superar la pobreza, reducir la brecha en la distribución del ingreso, lograr una mejoría en la salud y en la educación, y de esa manera conseguir una sociedad más homogénea políticamente.
El sistema educacional vigente es una verdadera apología al relativismo y a la confusión intelectiva de los alumnos. La mejor prueba de ello son los negativos resultados registrados en pruebas nacionales e internacionales como el Timms, OECD, Simce etc, y año tras. Y también el hecho de que el 28% de los egresados de la educación media pasan de la sala de clases a la cesantía, en lugar de incorporarse al ámbito laboral.
Se requiere transformar la educación y el trabajo en ámbitos de desarrollo humano superior e integrado, apuntando a la igualdad de oportunidades para todos. No se trata de uniformar, sino de construir una sociedad con unidad de propósitos teóricos y prácticos básicos, para que la diversidad no sea tragada por el relativismo. Pero una diversidad ordenada apuntando siempre al objetivo de la felicidad y al bien común social, que hay que diferenciarlo del interés común y de una vida meramente existencial.
El desafío actual del país es abordar un cambio de paradigma: pasar del “estado nación” al “estado global”, del estado benefactor a un estado de desarrollo integral y bienestar. De una sociedad salarial y redistributiva, a una sociedad individualmente productiva e integralmente participativa. De una educación desintegrada a una sociedad docente. De una sociedad que no cuida su salud fisiológica a una que aprecie su salud y la cuide en tanto cada sujeto sea parte de un progreso objetivo y permanente.


PRIORIDADES Y URGENCIAS HUMANAS Y SOCIALES

Chile tiene urgentes problemas que resolver: el del analfabetismo funcional e intelectivo del 80% de los chilenos, el de la indigencia, el del desempleo y la precarización del trabajo, el de las Pymes y la microeconomía, el de la salud fisiológica y mental, el de la destrucción de la familia y de los valores, el de la delincuencia y la drogadicción, el de la manipulación y la distorsión política, etc. Problemas que por lo demás, matices más matices menos, afectan a Occidente en general.
Por esa misma razón, Chile con un liderazgo de un Estado que se oriente al bien superior, debe obtener ventajas comparativas en ese especial “flanco”: el desarrollo humano superior a través de una verdadera renovación institucional y política. No basta con el puro crecimiento macroeconómico; la cuestión humana y social implica muchísimo más que eso. Hay que perfeccionar y extender el modelo sobre principios superiores y para todos por igual, pues como está establecido hasta hoy, sobre una visión primordialmente economicista, utilitarista y bajo segmentación social, las desigualdades están derribando el modelo.
Y si no se generan las condiciones humanas y estructurales necesarias, en materia de globalización, nos ocurrirá lo mismo que a México, que después de 11 años de TLC con los EE.UU. ha mejorado significativamente su intercambio comercial, pero los beneficios no han llegado a la población.
Es un error manejar un país bajo el concepto de equidad (ajuste forzado de desigualdades irremonta-bles), salvo para atender situaciones de indigencia o de catástrofe nacional, pues la equidad vulnera el princ.-pio de justicia y de igualdad ante la ley. Las políticas redistributivas han fracasado en Chile, al extremo de que la distribución del ingreso ha caído en perjuicio de los más pobres. Quitarles a unos en beneficio de otros puede ser válido para implementar un plan de emergencia, pero de ninguna manera constituye una solución económica permanente. La clave es el empleo, la participación de los trabajadores en la empresa vía productividad individual, grupal, los resultados económicos de la organización y de la micro y macroeconomía. Y que todo ello devengue en remuneraciones multidimensionales de manera de conectar al trabajador con todas las vicisitudes socioeconómicas y políticas.
Una educación teórica centrada en el desarrollo del entendimiento y focalizada hacia la praxis. El crecimiento y el “chorreo económico”, por muy altos que sean, se han probado como humana y políticamente insuficientes.
El caso irlandés es muy aleccionador. Su economía y su ingreso per cápita se han multiplicado por 5 en los últimos 14 años, y la cesantía cayó de un 14% a un 4%. Sin embargo, sus índices humanos y sociales han sufrido un severo deterioro (aumento de los suicidios y patologías mentales, desigualdad socioeconómica, consumismo, drogadicción, alcoholismo etc.) Lo que demuestra que una buena economía es sólo un paso intermedio para acceder a mayores rangos de felicidad, de manera que una buena economía tiene que ir acompañada de elementos valóricos prácticos adicionales y para la mayor cantidad de ciudadanos posible, pues el asunto no pasa por cuestiones sólo de índole material sino también de índole moral.

ESTADO BENEFACTOR Y REDISTRIBUCION DE LA RIQUEZA

El modelo de estado benefactor que se aplicó en Chile durante buena parte del siglo XX está agotado. Entre otras cosas, porque la transposición de la pirámide demográfica no permite financiarlo. Fracasó en sus políticas de igualdad, y los resultados en la distribución del ingreso cayó en perjuicio de los más pobres; el 20% de la población más rica se lleve e 62% de la riqueza, y el 20% más pobre sólo se lleve el 3%. El 60% de la sociedad se distribuye el 35% restante. En el primer caso ese ingreso asciende a 3.2% per cápita. En el caso de la extrema pobreza, el ingreso per cápita desciende a un 0.16%, y en el caso intermedio, asciende a un 0.58%. Todo esto proviene de otra tremenda desigualdad; el 48.7% del 5% más pobre de la población está cesante. Y entre los jóvenes entre 15 y 24 años del quintil más pobre la cesantía alcanza al 43% de desempleo, que es la situación más dolorosa que le pueda ocurrir a un joven, pues mata todo idealismo y vocación al comienzo de su vida adulta.
En el ámbito empresarial, nos encontramos con una brutal concentración de la riqueza; el 1% de las empresas facturan el 80% de las ventas. El 99% restante factura el 16.7%. (datos diario La Segunda y la Tercera; semana del 18 de oct 05) Todo esto gracias a políticas gubernamentales contra las Pymes mal aplicadas. Fracasó también por la debacle educacional y por una salud fisiológica y mental en creciente deterioro. Por lo demás, si el criterio es que el estado benefactor termine entregando todo a los ciudadanos, ¿para qué se les pide desarrollo y esfuerzo? Una sociedad de individuos pasivos no conduce al desarrollo individual, ni tampoco al social.
La pregunta es, entonces, ¿cómo se integran los requerimientos esenciales de la persona y de la sociedad, y qué medios valóricos y operativos deben funcionar para que efectivamente se desarrolle el ciudadano y además bajo una plataforma básica de igualdad, considerando que la nivelación socioeconómica y una mejor distribución del ingreso son una aspiración político transversal? Lo primero que hay que decir en esto, es que no habrá una redistribución del ingreso significativo, si previamente no se “redistribuyen” los niveles de entendimiento y de las capacidades funcionales de la ciudadanía y que todo ello devengue en una mayor productividad laboral, aspecto al cual hay que abirle una espacio de desarrollo para todo el estamento laboral.
Se sabe que la gran generadora de empleos (80%), es la mediana, pequeña y microempresa, cuyos propietarios no son otra cosa que profesionales jóvenes, ex asalariados y personas de clase media de mucho esfuerzo. Pero su situación socioeconómica no es sustancialmente mejor que la del mismo trabajador, pues sus niveles de endeudamiento son tan elevados que la suma de activos y pasivos en muchos casos es negativa. Cumplen con una normativa laboral extremadamente onerosa e infraproductiva, cuya consecuencia no es la generación de utilidades sino una constante descapitalización. Así, casi todos terminan irremediablemente en la informalidad laboral. Las elevadas indemnizaciones les impiden despedir y por lo tanto contratar trabajadores, y cuando enfrentan juicios laborales los pierden casi todos, pues se los asimila a la “odiosa” categoría de “empresarios” frente a un trabajador “victimizado”, mediática y culturalmente. En la última década el salario mínimo, fuera de toda pauta de crecimiento de la economía y de la productividad, creció un 55% en términos reales, afectando de lleno al mayor “insumo” de ese tipo de empresas: su capital humano. Las Pymes más que vender “productos” venden mano de obra. Por la paralela irrumpió China con productos subvencionados por el estado y con una componente mano de obra equivalente a un 10% de lo que la ley laboral chilena impone por ley al empresario nacional.,

COMPLEJIDAD HISTORICA DE LA PROBLEMÁTICA SOCIOPOLITICA MODERNA

Si se estudia desde una perspectiva filosófica la gama completa de los problemas enunciados, el desafío parece casi imposible de abordar. Pues las variables valóricas y operativas en contraposición son tan cuantiosas, que tan sólo al inventariarlas uno pierde la esperanza de poder resolverlas integralmente. Sin embargo, creo que homogeneizando ciertos factores comunes a toda la acción humana, y en concordancia con las instituciones “trascendentales” del orden político, es posible lograr que la sociedad funcione de un modo mucho más armónico, sin desestabilizar el país. (las instituciones trascendentales, son aquellas que pueden desarrollar moralmente al hombre)
Como casi ningún país occidental está pensando en revisar sus estructuras de un modo radical, pese a la gigantesca cantidad de problemas humanos e institucionales que los afectan, muchos analistas sostienen que Occidente es una locomotora sin conductor, que se dirige inexorablemente a una mayor desintegración, hacia un nihilismo del cual emanarán grandes conflictos morales y sociopolíticos. Esto porque la “apuesta” del nihilismo, es que a partir de una desintegración total, debe surgir espontáneamente una renovación cultural que dé paso a un mundo mejor. Pero el mundo no mejora por sí solo; únicamente lo hace cuando es modificado por acciones humanas inteligentes, capaces de revertir los procesos desintegradores.
Enfrentada a esta necesidad de actuar para generar los cambios necesarios, “la política” debe dar paso a lo político, es decir, transitar de la cosa pequeña y confrontacional a un debate de ideas en pos de la unidad y del desarrollo humano superior en el plano valórico, intelectivo, moral y operativo-institucional, dentro del cual se subentiende el desarrollo económico. Para ello lo primero es constituir una comisión “ecumenica” de todos los partidos políticos con mayor a 3% de representatividad y entrar a debatir todos los aspectos que conforman la realidad humana, sistémica y sociopolítico-institucional. Aunque les tome 100% años.
Tal debate debe partir de ciertos principios ontológicos y filosóficos comunes a la especie humana y a la realidad en la cual a todos nos toca desempeñarnos; lo operativo tiene que ver con el modo de operar de cada cosa, que a su vez deviene del modo de ser o esencia de cada una de ellas. A su vez, lo valórico, es todo aquello cuya forma se diferencia de algo análogo y permite al entendimiento humano diferenciar lo bueno de lo malo, lo mejor de lo peor etc. El entendimiento solo entiende por diferencias, si la estructura de diferen-ciación no existiesen o estuviesen en extremo relativizadas el entendimiento es incapaz de comprender.
Ahora bien, como el Occidente moderno no arrancó de la unidad sociopolítica y humana de sus pueblos, las diferencias sociales y económicas se proyectaron en forma muy dispersa y desordenadamente. Desde una sociedad agraria de corte feudal a una sociedad industrial y política de corte liberal-socialista. Así apareció el liberalismo, diciendo que había que “dejar hacer”, para que cada uno decidiera “libremente” cómo manejar su vida. Puesto que así todo se resolvería espontáneamente. Pero la propuesta liberal, operando dentro de un marco de graves deficiencias estructurales, de divisiones y desigualdades preexistentes, no pudo resolver el problema social de fondo. Lo que se requería previamente era procurar homogeneizar estructuralmente la sociedad, en función de una praxis común y de oportunidades iguales para todos. E ir abriéndola paso a paso al ejercicio pleno de la libertad, especialmente en la relación trabajo-capital, sobre una plataforma de protecciones sociales autogeneradas por las propias personas y la subsidiariedad del estado.
Al igual que un pueblo tiene un lenguaje común, necesidades básicas comunes, y todos somos iguales ante la ley, también necesitamos una praxis intelectiva y funcional común, a través de las instituciones sociopolíticas comunes organizadas institucionalmente. Porque ese es el “lenguaje” del entendimiento común. No se trata de uniformar, sino de valores éticos y operativos que pertenecen por naturaleza a toda la especie humana. Sólo así la justicia y la libertad se verán refrendadas igualmente para todos en términos prácticos. Si Chile quiere insertarse y competir en el mundo global, debe ejercer la justicia y la libertad de un modo muchísimo más que teórico y sin exclusiones. Y hay que partir por reconocer los aspectos fundamentales que le da vida a todo el resto de las cosas.
El liberalismo tiene una dimensión de tintes acordes con la dignidad humana, que es la libertad. Pero el objeto de la libertad liberal no es el bien del hombre, sino el interés común y particular, fundado en lo económico (no confundir con el bien común). Es así una ideología materialista y excluyente, contraria a la esencia humana y que tiende naturalmente a la sociabilidad, al bien y a la felicidad, mediante la expansión natural de sus facultades superiores y que son inmateriales. Esto no quiere decir que uno esté contra el libre mercado, sino que el mercado debe ser un medio amplio de desarrollo humano común para todos, bajo parámetros de protagonismo, oportunidad, proporcionalidad, libertad y responsabilidades compartidas.
Ahora bien, como se hizo evidente que el liberalismo no era capaz de resolver los problemas que su propia dinámica desestructurada hizo emerger, apareció el socialismo, apoyado inicialmente en la Revolución Francesa y en sus postulados de libertad, igualdad y fraternidad. Pero esos principios cayeron en un completo vacío, pues no había estructura práctica para ponerlos en escena. Prueba de ello es que hasta el día de hoy no se aplican dichos principios en ningún sistema sociopolítico, aunque se siguen proclamando en los discursos del marketing electoral. (la quema masiva de vehículos y recintos públicos en Francia, en noviembre del 2005, habla por sí sola)
Unos setenta años después apareció Marx y su idealismo extremo, diciéndonos que la historia tenía ciclos de tipo mecanicistas, por lo tanto el socialismo tenía que ser aplicado también de un modo científico. Y como todo lo científico es cuantificable o medible, Lenin convirtió el materialismo dialéctico e histórico en la base de sus ingenierías sociales, cuya pretensión fue modificar y estructurar sistemáticamente el com-portamiento humano. Una vez más, el experimento falló rotundamente, no obstante el totalitarismo político al que fueron sometidos los pueblos de la órbita soviética. Y falló porque no tuvo en consideración la antro-pología natural de la persona humana, su dinámica intelectiva y funcional práctico-individual, su espirituali-dad y su tendencia a familiarizar y socializar en pos del bien y la felicidad en forma amplia y concretísima. En otras palabras, el socialismo apareció con mucha fuerza para denunciar las desigualdades y las injusticias, pero con un exiguo sustento real de sus propias propuestas. Y así no logró otra cosa que agravar la problemática liberal, pero esta vez por la vía de la sobreregulación y sobreprotección, con el consiguiente subdesarrollo económico y social.
Al advenimiento del socialismo siguió la irrupción de un tercer actor político, la Democracia Cristiana, cuya propuesta fue humanizar el liberalismo y el socialismo. Pero los resultados de su accionar son bastante discutibles, pues en lo esencial no ha logrado desmontar los principios materialistas que rigen esos dos cuerpos ideológicos. Peor aún, la competencia a todo trance por el poder hizo que la DC abjurara de sus propias concepciones humanistas cristianas con las que vino a “competir”. Y terminó instalada al alero del socialismo o del liberalismo, haciendo de bisagra política en aquellos países en que aún no ha desaparecido. De esta manera, la DC ha despilfarrado la riqueza antropológica del aristotelismo y del tomismo renovado, base del Humanismo Cristiano actual y por el cual trabajó intensamente León XII, Juan XXIII, Maritain, Paulo VI y Juan Pablo II.
Los tres bloques políticos han terminado viendo sus postulados entremezclados unos con otros, conformando la base del relativismo moderno antesala del nihilismo: liberalismo con socialismo y algunas pinceladas de cristianismo, y viceversa, lo que ha terminado por confundir casi todo, enrareciendo cada vez más la marcha de Occidente. Todo esto dentro de un proceso de anticuerpos filosóficos que se conocen como materialismo, hedonismo, utilitarismo, economicismo, individualismo, consumismo etc.
La democracia representativa tiene un gran problema de fondo: como las mayorías, por una falsa praxis, no han podido desarrollarse intelectiva, funcional, sociopolítica y económicamente, terminan por transar su libertad a cambio de entregar su voto político a un estado benefactor de mínimos, que a su vez se financia mediante los tributos que le aportan los sectores más pudientes. Bajo el “paradigma” actual, los únicos protagonistas son los trabajadores independientes, los ejecutivos, directores y propietarios de empresas, la elite de dirigentes políticos y ciertos grupos vocacionales que de verdad viven y se desarrollan libremente. El resto: la sociedad salarial, la clase media, la pequeña y microempresa y los pobres en general siguen y seguirán instalados en los últimos peldaños de la escala socioeconómica y del desarrollo humano. Ese resto constituye el 70% o más de la población del país, que bajo las actuales estructuras no podrá abandonar ese sitial y no compartirá los éxitos y vaivenes de la nueva economía global, persistiendo en su estado de enajenación y exclusión en este nuevo ciclo de la historia. Y como el concepto lucha de clases es manejado muy eficientemente, los sectores mas pobres ven en los sectores pudientes como la causa de su situación. Sin comprender que el problema parte siendo metafísico y valórico en cuanto institucional y personal, y termina siendo de escasa autosuficiencia, autoestima y autodeterminación en ellos mismos.
Los tres cuerpos ideológicos que manejan nuestro país, se disputan y reparten el poder dentro de un contexto político inmovilista de suma cero, que ha terminado por trasmitirse a otras instancias como es el caso del sistema salarial y la educación pública. Lo que gana un sector lo pierde el otro, y viceversa. De manera que, en lo sustancial, sus actuales posiciones ideológicas aparecen como irreductibles, con escasas posibilidades de éxito.
Los trabajadores deben asumir su rol humano y social, e insertarse en la realidad de un modo abierto, con todos los beneficios, traspiés e inseguridades que ésta ofrece. Deben transitar del mundo de la tercera persona, de los mínimos y de los riesgos acotados, al protagonismo en primera persona y entrar de igual a igual en acuerdos productivos con los empresarios. Los trabajadores siguen siendo utilizados políticamente por los sectores que avivan la llama de la lucha de clases. Y muchos de los empresarios se aprovechan de ellos y no hacen casi nada para devolverles la libertad e instalarlos en el protagonismo y el desarrollo moral, al igual que ellos, pues les importa más ganar dinero que dar luchas políticas contra aquellos sectores que profitan de su postergación humana. De esa falencia moral y del buen vivir de los sectores de derecha deviene una descalificación moral que se trasmite hacia los sectores políticos que los representan, no obstante que la responsabilidad política es compartida con la izquierda. ¿Qué han hecho la CPC, la Sofofa y la CUT en beneficio de sus congéneres las Pymes y de los trabajadores? Poco y nada, mientras la gran empresa crece y se fusiona las Pymes se descapitalizan y desaparecen y el desempleo es crónico y la precarización del trabajo se acelera. Chile tiene 691 cesantes desde hace 8 años, considerando los planes de empleo de emergencia. Y esto en tanto confiemos en las estadísticas gubernamentales.


IGUALDAD (mitos y realidades)

La igualdad no es un absoluto, y tampoco se puede alcanzar en términos materiales o económicos. La razón de ello, en cuanto dignidad de la persona, es por que la libertad y la justicia son principios superiores a la igualdad, y esto hace que las personas según sus diferentes prioridades y capacidades se muevan en forma diversa y de sus acciones devengan distintos resultados. Esto nos lleva a concluir que la igualdad debe ser aplicada sólo en el plano superior y metafísico del desarrollo humano y a todos por igual.
Cumplida esa etapa, la igualdad se ramifica en una diversidad amplia, pero en concordancia con el principio de libertad y justicia. Es un deber ético la prevalecencia de dichas dimensiones en forma más o menos homogénea para todos. Y si se quiere hacer prevalecer de verdad el principio de justicia, las bases de igualdad tienen que apuntar a lo más alto, pues si se estructuran a nivel bajo o intermedio, bastará que una persona o institución sobrepase esos niveles por su propia cuenta para que dé inicio al ciclo de la desigual-dad. ¿Y qué es aquello humano más alto que tenemos en común, y potencialmente alcanzable por todos? Sin duda, el entendimiento y la inteligencia práctica. Y para un correcto e igualitario desarrollo del entendi-miento y de la inteligencia práctica, más allá del esfuerzo personal, es el gobierno quien debe adaptar las instituciones correspondientes para ese propósito, a fin de inducir, potenciar y actualizar dichas facultades. Y si el gobierno aspira a una mayor igualdad ciudadana, debe ser ejemplar y validar también el bien común político, pues eso constituye la base de la justicia social y política. Sin desconocer que hay una desigualdad estructural que debe ser remontada bajo un esfuerzo económico masivo de todos y por una sola vez.
La igualdad requiere de otro elemento a considerar: la unidad, que no puede ser confundida con uniformidad. La unidad deviene también de la activación de las facultades superiores en aquellas instituciones intensivas en desarrollo teórico y práctico: la educación y el trabajo. En otras palabras, la envolvente de la diversidad humana serán los principios universales que rigen de un modo natural dichas facultades. La izquierda sabe que la igualdad material o económica no es posible, pues no existen al respecto elementos de justicia objetiva. Unos pueden asignar un enorme valor a tocar el piano, o a cultivarse intelectualmente. Y otros pueden tener aspiraciones y compromisos económicos con su familia, y por lo tanto trabajar de sol a sol. Bajo el actual paradigma, en que la mayoría de los ciudadanos viven en antipraxis valórica, intelectiva y funcional, y sectores muy reducidos viven la praxis activamente, la igualdad del socialismo será siempre una cuestión material y “por resolverse”, y por lo tanto funcionará siempre como amenaza política. Les aseguro, que bajo el actual paradigma sociopolítico se estará hablando de igualdad durante los próximos cien años.


CAPITAL HUMANO Y POBREZA

El capital humano abarca los talentos, la educación, la salud y la formación humana y social. Si bien son muy importantes el capital físico y la maquinaria, los trabajadores son cruciales, pues su desarrollo, en tanto sus capacidades se vean constantemente actualizadas, permite entre otras cosas, que la empresa pueda adaptarse a la “velocidad” de los cambios. En cambio, la tecnología y la maquinaria se deprecian rápidamente por obsolescencia. Por lo tanto, no se puede crecer sin un fuerte énfasis en el desarrollo humano. Pero nada de eso funciona si no existe una sólida y extendida estructura de oportunidades en el mundo laboral. Ahí está el caso de cómo se desarrollo Silicon Valley con un pgb más grande que el de Chile generado en sólo 20 años.
Según el Nobel Gary Becker, el 80% de la riqueza de USA consiste en su capital humano, al punto que hay una directa relación entre déficit de capital humano y riesgo país. El desarrollo de países como Japón, Hong Kong y Corea del Sur, sin riquezas naturales, se ha basado en su capital humano. Por el contrario, los países gobernados por regímenes socialistas con énfasis en las seguridades laborales, y que no apuestan al desarrollo humano individual, terminan con elevadas tasas de cesantía: y frustración humana: Francia, 11%; Alemania, 12%; Suecia, 13%; España, 23%; Inglaterra, 8.5%.
A la educación por sí misma, no se le puede exigir más de lo que puede dar cuando está desconectada de esos otros ámbitos que conforman el orden social. Cuba y Corea del Norte han demostrado que una buena educación por sí sola no basta para sacar un pueblo adelante. Y EE.UU. ha demostrado que la inversión de inmensos recursos en la enseñanza más una enseñanza tecnocrática y exenta de humanismo no asegura en absoluto el aprendizaje.


CAUSAS MÁS PROFUNDAS QUE EXPLICAN LA DIVISIÓN SOCIAL Y POLÍTICA.

Bajo una visión teológica, se puede decir que la dicotomía epistemológica que divide al país es alimentada por visiones en pugna respecto del hombre y la realidad: ateísmo y agnosticismo versus religiosidad. Y dentro de ella humanismo espiritual versus humanismo materialista, liberalismo y socialismo versus Humanismo Cristiano.
Bajo una mirada filosófica, la pugna es entre idealismo y realismo, entre positivismo sociológico y antropología filosófica y metafísica del hombre. Desde una perspectiva econó-mica, la pugna es entre capital y trabajo conducidos divergentemente entre el socialismo y el liberalismo económico, que deviene en posiciones políticas de sobreregulación para muchos y libertad económica para algunos pocos, entre economía y economicismo, entre consumismo y austeridad. Mientras no se resuelvan esas dicotomías, nunca podremos entendernos. Y quien sea capaz de ordenar el debate y abrir vías de solución teóricas y prácticas para todos estos elementos en pugna, obtendrá el liderazgo político.
En ese plano, y a través de las seis instituciones claves de la sociedad (familia, educación, trabajo, salud, justicia y gobierno), se puede plantear un discurso de igualdad real en torno al desarrollo de las facultades superiores ya mencionadas, con lo cual el discurso de “igualdad” material de la izquierda y el de “chorreo” del neoliberalismo quedarán completamente superados. Hay que recordar que el ser humano, en última instancia, puede sobrevivir sin el constructo social, pero la sociedad no tendría razón de ser si hipotéticamente no existieran los ciudadanos. Pero el hombre es un animal político, puesto que parte de su felicidad depende de factores políticos prácticos y de la felicidad del resto de sus semejantes. Ahora bien, en cuanto a jerarquía, es la persona el objeto de la sociedad, y bastante menos la sociedad y su progreso el fin del ciudadano. La sociedad progresa en tanto y cuanto se desarrolle la persona. Y la persona en cuanto se expandan sus facultades superiores dentro de instituciones bien diseñadas por el sistema político.
Esto de la superioridad humana queda confirmado al constatar que dentro de la escala de los seres vivos somos los únicos que tenemos entendimiento e inteligencia práctica. Facultades denominadas espirituales por su infinita capacidad de comprensión, abstracción, analogación, creatividad y acción. Todo esto se confirma además por el hecho de que los conceptos y juicios culturales remiten siempre a una “concepción” de hombre, individual o en convivencia social. La conclusión lógica y directa es que al final de cuentas todo se reduce a la expansión de dichas facultades dentro del orden político. El resto es importante pero de segundo o tercer orden.
Las dimensiones superiores del desarrollo humano son tres: entendimiento, inteligencia práctica (voluntad) y sentido trascendente o creatividad humana. Estas tres dimensiones son trivalentes, es decir, interactúan y se retroalimentan entre sí. Si bien son los sentidos humanos los que capturan en primera instancia “la realidad”, sólo lo hacen en el plano sensitivo o físico. Es el entendimiento – que por naturaleza busca siempre la verdad- el que elabora los conceptos, jerarquiza, analoga (semejanza de relaciones), separa y reunifica la información para entregársela a la inteligencia práctica. (Inteligencia práctica o voluntad humana que sólo busca concretar bienes o fines.) Y así la inteligencia práctica decide estratégicamente el modo de acción en pos de un bien o un fin determinado por el entendimiento y con el concurso de la voluntad. A su vez, la experiencia práctica de la voluntad vuelve al entendimiento y le corrige algunos elementos de su disquisición de origen, después de haber confirmado lo verdadero en cuanto práctico. Por eso se dice que toda verdad teórica sólo se confirma como verdadera cuando ha sido verificada como verdad práctica por el sujeto que decide y experimenta la acción. Por las razones antedichas, esas facultades deben operar de un modo abierto y siempre coligadas, pues requieren de una permanente retroalimentación, dada su ambivalencia y necesaria actualización en función del perfeccionamiento humano. Es crucial tener estos aspectos metafísicos claros para desarrollar un proyecto educativo, laboral y de apoyo a la familia contundente a través de lo político. Ahora bien el que no viva el desarrollo de las mencionadas facultades al modo ambivalente y en libertad, jamás alcanzara la autosuficiencia.
Esta larga explicación metafísico-humanista pretende hacer ver el porqué, el para qué y el cómo se desarrollan e integran las propuestas políticas que más abajo se formulan, cuyo propósito es establecer un nuevo paradigma, basado en la antropología filosófica del hombre. Es la persona la que tiene que hacer su vida, y no el orden social o político hacerla por ella, pues en ese caso la vida humana y el libre albedrío no tienen mayor sentido pues no funcionan ni menos se desarrollan.


FELICIDAD

Es inevitable, si se aspira humanamente a la felicidad, enfrentar el trabajo, el esfuerzo y la incertidumbre que genera el resultado de la acción libre. Todo lo que la persona piensa y hace es siempre en búsqueda de la felicidad y de evitar el sufrimiento. Pero alcanzarla de verdad implica sacrificio, ahínco, pasión, etc. Todos conceptos análogos de “dolor” o “sufrimiento” términos muy desvirtuados por el progresismo y el materialismo. El viaje hacia la felicidad es complejo y laborioso, pues los factores involucrados son múltiples, intrincados e incluso fortuitos. Eso hace que el camino por recorrer demande el máximo entendimiento posible de la realidad y de cómo jugarán las variables reales y eventuales, y al mismo tiempo ser capaces de concretar las acciones prácticas precisas para lograr los propósitos. Precisamente este recorrido, además de ser condición de la libertad, es lo que genera desarrollo humano en el plano superior con consecuencias en el ámbito práctico. Ahora mayores cuotas de felicidad requieren mayores cuotas de integración práctico-social mediante una estructuración adecuada de medios y fines considerando las dimensiones humanas y los ámbitos sociales correspondientes, pues la plena satisfacción guarda relación con el sentido de totalidad y perfección, tanto humana como de la sociedad en su conjunto.

Hay una máxima que dice; “el sufrimiento limita con la praxis”; esto quiere decir que cuando la acción alcanza su clímax de perfección, el sufrimiento es reemplazado por la satisfacción del logro, el sujeto se hace feliz primero entendiendo y después haciendo inteligentemente para sí y para los demás aquello entendido. Es ahí donde el sufrimiento adquiere un sentido amplio para el sujeto de la acción, cuando lo incierto se transforma en felicidad y el sujeto se desarrolla moralmente. Si el dolor no tiene sentido, la acción diaria del sujeto se transforma en un sinsentido, y por lo tanto en una frustración alienante y hasta patológica. La cuestión moderna del sufrimiento tiene que ver con el sinsentido. Fue el estado benefactor el que contribuyó al sinsentido del sufrimiento, pues cambió libertad por seguridad y de esa manera creyó evitar el sufrimiento humano. Pero no sólo no logró evitarlo, sino que además produjo el peor de los efectos imaginables: impidió que la persona se desarrollase intelectiva, práctica y sociopolítica-mente, apostando a que su desarrollo se conseguiría espontáneamente a través del “desarrollo” del colectivo social. Tesis que emana del darwinismo, desarrollo social espontáneo a partir de la evolución natural de las especies sociales. Una de las más brutales equivocaciones históricas y que instaló a buena parte de Occidente en las desigualdades y en la pobreza.
En síntesis; la felicidad y el sufrimiento son dos caras de la misma moneda, conforman valles y montes, y ambos desarrollan la dimensión moral. Y la dimensión moral tiene que ver con el desarrollo del entendimiento que se desarrolla sólo entendiendo y eso sólo ocurre en tanto el sujeto esté exigido por la fuerza de la realidad y del resolver.
La felicidad hace mirar la vida con entusiasmo, con deseo de más, con bondad y altruismo y desarrolla la comprensión y la solidaridad para con el prójimo. El sufrimiento, en cambio, produce temor, y el temor paraliza y genera recelo y desconfianza. Pero nadie puede tener verdaderas experiencias de felicidad si no pasa por experiencias de “sufrimiento”, entendido al modo de incertidumbre y no modo auto flagelante.
Ahora bien, las posibilidades de ser feliz y dar sentido real al sufrimiento están asociadas al ejercicio de la libertad, tanto en el ámbito social como en el plano individual. Y la institución mejor relacionada con la realidad, y que confirma al sujeto como persona inteligente entendiendo y haciendo cosas prácticas, es el trabajo. En cuanto sus dinamismos y sus consecuencias estén abiertos a resultados, sea que se vivan de un modo directo o indirecto, pero libremente, es decir praxis en el ámbito de la primera persona.
Si el ejercicio de la libertad no está presente, la felicidad está en abierta desventaja con respecto el sufrimiento, pasa más bien a ser un estado excepcional, y el sufrimiento algo permanente, lo que genera masa política a favor de “eliminar” la incertidumbre. Esta es una de las claves de las desavenencias sociales y políticas. Pues el que recorre el camino que conduce a la felicidad y la logra, no está dispuesto a entregárselas a aquel que se salta todas las vicisitudes que conducen a la felicidad pues lo estima además de injusto, amoral e inconducente.
Dentro de esa artificial conflictiva surgió el estado benefactor y la sociedad salarial, que intentó eliminar el “sufrimiento” en todos los frentes posibles y construyo una sociedad de mínimos y no orientada hacia el bien y fines humanos. Y es en ese instante también cuando la productividad cae y las desigualdades se amplían. Y como es un hecho que el estado benefactor, además de fracasar no se financia, y que la dinámica de la globalización y el constante cambio demandan desarrollo humano y profesional, hay que invitar a los sectores pasivos a desarrollarse en asociación con los sectores activos.
Para desarrollar el entendimiento y la inteligencia práctica, y lograr efectivamente la felicidad, se requiere, tanto como del esfuerzo individual, adecuar las instituciones que pertenecen al plano político: familia, educación y trabajo. La familia, preocupada del ámbito formativo y valórico más básico. La educación, del ámbito teórico, pero conectada con el ámbito práctico. El trabajo, abocado al ámbito práctico, pero en conexión con el ámbito teórico. Es decir, las tres instituciones “transversalizadas” por el desarrollo de las facultades superiores de la persona humana. Así se transforma el actual círculo estanco y vicioso en uno integrado, unitario y virtuoso.
Bajo el paradigma cultural que hoy predomina en Chile y en Occidente, la felicidad es una excepción, pues sólo es posible de obtener parcialmente, a través del ámbito particular o privado, y por lo tanto en pequeñísimas cuotas e intrascendentemente. Esas deformaciones llevaron a construir instituciones vacías de sentido humano y bajo un contexto de deber más que de querer. Y la felicidad se obtiene fundamentalmente bajo un contexto de querer, aunque el ser humano, para adquirir ciertas virtudes y conducir bien su vida, tiene que desarrollar hábitos que inicialmente demandan deber y esfuerzo.
Un último y dramático alcance. Al carecer una amplia mayoría de los ciudadanos de los medios reales de búsqueda y logro de la felicidad, han visto atrofiadas sus facultades superiores, lo que ha redundado en graves deformaciones humanas. La dinámica intelectiva y volitiva de las mayorías ha sido sustituida por el círculo vicioso de la imaginación, el deseo y la ignorancia. Esto ocurre porque la mente humana, estando siempre en actividad, instintivamente busca sustitutos cuando no están operando y desarrollándose sus facultades esenciales y verdaderas. La ignorancia es carencia de entendimiento y de inteligencia práctica. La imaginación es fantasiosa y arracional, porque no arranca de elementos verdaderos, y por lo tanto introduce la irrealidad en las decisiones personales y políticas. Y el deseo, hoy condicionado por el materialismo cultural existente, apunta casi exclusivamente a las cosas materiales, pero sin elementos intelectivos y volitivos de apoyo para lograrlas. Es una dinámica modernista explosiva, que reemplaza malamente a la voluntad, acicateada por una imaginación fantasiosa y deseosa. De esta manera, los segmentos sociales mayoritarios, carentes de toda praxis activa, no pueden racionalizar lo que de verdad les ocurre, porque están en antipraxis, bajo una dinámica intelectiva y volitiva de mínimo desarrollo y en gran medida falsa. Y jamás saldrán de ese estado si el sistema político no hace las modificaciones estructurales que les permitan desarrollarse.
Según el PNUD, el 53% de los chilenos declara no ser feliz y sentirse insatisfecho con el sistema sociopolítico, pues éste es incapaz de generar una estructura de oportunidades y protagonismo. En síntesis, el “reclamo” de las mayorías no es por lo que les pasa, sino por aquello que no les pasa. Y algunos sectores claramente identificados explotan esa frustración, exacerban la lucha de clases y obtienen enormes beneficios políticos a costa de la pobreza intelectiva y volitiva de las mayorías. Y que para peor de males no hacen nada por averiguar sus causas y modificar lo que sea necesario.
Se concluye así, que la felicidad es lo mismo que aquello que permite visualizarla y alcanzarla, es decir, es en sí misma el proceso virtuoso que conduce a ella.
Aristóteles decía que “la felicidad es de aquellos que se construyen por sí mismos”. Confucio sostenía que “quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes, deberá acostumbrarse a constantes cambios”. Tomás de Aquino escribió: “El entender es el acto de todos los actos, la perfección de todas las perfecciones”. Y un poeta argentino dijo: “Creí cantar a la felicidad, pero la felicidad era mi cantar.”
FAMILIA

¿Cómo se explica la contradicción que existe entre proclamar con tanta fuerza la preservación del medio ambiente para la flora y la fauna, y no proclamar la conservación del “hábitat ecológico” básico y natural del ser humano, que es la familia? Ahí está la disminución de la natalidad, que en el 2004 registró 150 mil nacimientos menos que en 1990, sin considerar la curva natural de crecimiento poblacional en ese mismo período. El 56% de fracasos matrimoniales, el 60% de familias monoparentales y cerca de un 50% de hijos sin la figura paterna dentro del hogar. La creciente masa de convivientes, los más de 50 mil embarazos adolescentes en edad escolar, la violencia intrafamiliar y el abuso contra la mujer, que las está induciendo a buscar su independencia económica y a descuidar la maternidad; las legislaciones que promueven el divorcio, el aborto y una sexualidad casi animal a partir de la primera adolescencia fomentada por políticas gubernamentales pro condón. Las tasas impositivas que obligan a la familia a entregar más de un 28% de su ingreso anual en impuestos. Peor aún, la actual estructura jurídica de la sociedad conyugal la hace estar en permanente riesgo, pues la falencia económica de cualquiera de los dos cónyuges arrastra a la familia en cuanto tal a su ruina afectiva, siendo que conyugalmente podría no tener ningún problema.
La familia debe ser recomprendida, afectiva, funcional, societaria y tributariamente. Hay que reposicionarla sin eufemismos dentro de un ámbito de independencia política, toda vez que es anterior al estado y es fuente de la formación moral y ética de la persona.
Siendo una institución básica de la sociedad, sus elementos constitutivos tienen que ser sólidos y diferenciadores en cuanto los roles del padre y de la madre, pues es el único núcleo reproductivo que puede asegurar la estabilidad psicológica, afectiva, profesional y social de los ciudadanos. La sociedad es sólo la extensión de esa organización primordial que es la familia. Cuando la familia está verdaderamente consolidada, desarrolla también el sentido comunitario y la autoestima de la persona. Es el ámbito donde se aprende a diferenciar lo permanente de lo temporal, lo sustancial de lo efímero, lo material de lo espiritual, los valores auténticos de aquellos falsos, lo solidario etc. La falta de formación familiar genera en la persona distorsiones que la conducen al individualismo, a la depresión, a la agresividad y a una deteriorada autoestima. Por todo esto el rol de la mujer en el cuidado de los hijos y del hogar debe ser revaluado. Para esto se propone que el 50% de la cotización previsional del cónyuge que trabaja se destine a cubrir la previsión de la mujer madre y dueña de casa.


BIEN COMÚN

Para establecer bases reales de igualdad, el gobierno debe velar de un modo extremadamente riguroso por el bien común político, en desmedro del interés común de grupos partidistas o particulares, salvo excepciones muy calificadas. De otro modo, deja de cumplir su rol estabilizador y subsidiario en cuanto a la libertad y a la justicia. Es una labor política que sólo le compete al que está a cargo del estado. Y es el mismo gobierno el que tiene que comenzar dando el ejemplo en cuanto a igualdad, aplicándosela a sí mismo y a los más pobres que no cuentan con la capacidad de influir o beneficiarse de un modo directo.
Un ejemplo que ilustra el rol económico y político del concepto Bien común.
Chile posee un enorme commodity minero en manos estatales. Parte importante de su producción la vende a China. A su vez, China nos exporta bienes que tradicionalmente fabrican o fabricaban las Pymes chilenas, que generaban o generan el 80% del empleo nacional. Pero el gobierno chileno, de acuerdo a las normas de la OIT, les impone leyes laborales de ingresos y con costos sociales que significan US$ 7.000 per cápita anual. Esto dentro de un contexto de 45 horas de trabajo semanales, 20 días hábiles de vacaciones y otros 20 en feriados nacionales. Indemnizaciones por años de servicio que pueden alcanzar hasta 34 ingresos mensuales si la disputa entre el empresario y el trabajador termina en los tribunales y el fallo es en favor del trabajador (99% de los fallos lo son). China, por su parte, no acata las normas de la OIT, y lo único que exige para sus trabajadores es un pago de aproximadamente US$ 900 al año. No tienen vacaciones, salvo un día anual, y la jornada laboral es de 84 horas semanales. Además, las empresas chinas están exentas de costos por indemnizaciones, AFP, Isapres, etc. Si uno extrapola los factores económicos que ambas legislaciones contemplan, el ingreso Chino no es superior a US$ 300 versus los US$ 7000 que percibe el asalariado chileno como mínimo.
Ahora bien, desde la perspectiva del tipo de cambio, China, según la revista The Ecomomist del 5 de Noviembre del 2005, (índice Big Mac Index), tiene la moneda más sobrevaluada del mundo. Esto significa que una importación proveniente de China viene subvencionada en un 58,48%. Haciendo el ejercicio inverso, el producto chileno entra a ese mercado bajo un arancel equivalente a un 141%.
Ahora bien, como actualmente China nos exporta el 43% de nuestro consumo interno en artículos no perecibles, se ha producido una enorme cesantía y precarización del empleo nacional, lo cual constituye un problema social de gran envergadura, que el gobierno no tiene o no quiere resolver políticamente.
Un poco de ficción: el presidente chileno decide que no puede seguir tolerando tamaña asimetría laboral, pues está destruyendo el empleo nacional. Llama al embajador chino y le notifica que el gobierno chileno pondrá aranceles que regulen tamaña diferencia, pues no puede ni quiere rebajar el nivel salarial chileno al nivel chino, y tampoco transgredir el acuerdo internacional con la OIT. El embajador le comunica a nuestro presidente que en ese caso, China no comprará más cobre chileno. El gobierno de Chile considerando que tiene un fuerte interés particular sobre ese commodity, le dice al embajador que se olvide del asunto, y persevera en la asimetría.
Consecuencia: el gobierno, como único responsable, no está en condiciones de defender bajo una concepción mínima de justicia el empleo nacional y la estructura de bien social que de él emana. En este ejemplo se percibe cómo el gobierno pierde su libertad de acción política y social por no respetar la estructura del bien común. Muy distinto sería que el gobierno chino tuviera que entenderse con una S.A. regida por el interés particular.
Un ejemplo más abstracto, pero más dañino, se verifica en el desarrollo de las facultades superiores de la persona humana. Si el gobierno y la sociedad no resuelven la diferencia de praxis entre un sector socioeconómico y otro, e imposibilitan a las mayorías su desarrollo superior, genera de hecho una profunda plataforma de desigualdad. Y el principio del bien común vuelve a ser transgredido, pero ésta vez radical y trasversalmente. Pues existiendo la posibilidad de obtener un desarrollo de calidad superior, cualquiera que se aboque a conseguirlo por su cuenta y obtenga las ventajas correspondientes, dará inicio a la cadena de la desigualdad. Y entonces el gobierno se verá obligado a aplicar políticas excepcionales para apoyar a los sectores más retrasados, con lo cual romperá el principio de igualdad ante la ley y terminará gobernando bajo el principio de equidad y de los subsidios.
La sociedad y el gobierno son un medio de desarrollo humano, y no un fin. Los principios pro igualdad tienen que respetar la diversidad, pero la diversidad para darse de un modo natural, requiere de una plataforma valórica, ética y operativa común para todos y de acuerdo a la ontología humana y a los códigos más básicos de la realidad.


ORDEN POLÍTICO

Más de un 50% de la población chilena en condiciones de votar no lo hace (no inscritos, votos en blanco, etc.). Nuestra institucionalidad política está evaluada como una de las dos peores de la vida nacional. Dicha percepción es difícil de cambiar, dada la escasa profundidad con que el aparato político trata los temas relevantes, la baja eficiencia legislativa, y el hecho de que sea confrontacional y de suma cero. Tan negativa es ésta apreciación, que la mayoría de los ciudadanos entiende la política como un sistema que favorece primordialmente a sus actores y no al ciudadano que es su verdadero objetivo. Por lo tanto, debe eliminarse el blindaje que el sistema se ha dado a sí mismo (voto obligatorio y a todo evento), y permitir que pueda ser impugnado democráticamente en cuanto a si cumple o no su verdadero rol. Es un “producto” que debe ser querido por sus “consumidores” y no una parcela de poder que aperna a los mismos de siempre en los mismos cargos. Peor aun con la actual ley de financiamiento político, que si bien evita de alguna manera la intervención e influencia de los empresarios, los candidatos a la reelección tienen una ventaja irremontable frente a un candidato nuevo que no cuenta con una adhesión histórica de arrastre.
¿Como puede ser que nuestro sistema político (ejecutivo y legislativo) se perpetúe sin modificaciones, siendo tan poco consecuente con respecto el bien común, tan reacio a la creación de condiciones mínimas de igualdad y protagonismo para todos, tan ineficaz en materia educacional, tan indolente respecto de la cesantía y la precarización del empleo, la delincuencia y la drogadicción, la calidad de la salud, los analfabetos funcionales, etc? Y realmente no le pase nada en cuanto sistema? Es evidente que la válvula de escape consistirá en estallidos a la francesa.


EDUCACION (HACIA UNA SOCIEDAD DOCENTE)

Después de 10 años de reforma educacional, los resultados son simplemente catastróficos. Sería largo enumerar sus falencias pedagógicas, que por lejos superan el recurrente tema de la carencia de recursos materiales y técnicos.
La entrega académica poco y nada sirve para postular a cargos básicos del mundo laboral, tanto que 26% de los alumnos y profesionales recién egresados no encuentran empleo, no obstante que la tasa promedio de desocupación alcanza a un 8%. Nuestra educación sufre de problemas esenciales, pues no enseña a entender el significado de los conocimientos dentro del contexto de una realidad funcionando integradamente incluyendo el sujeto. Esto se debe a que el alumno no es introducido en la esencia o sustancia de las cosas, y menos en sus modos de diferenciación y de analogación proporcional y metafórica. Por lo tanto, se le hace muy difícil extraer de ese precario conocimiento, la comprensión en que consisten y cómo operan las cosas materiales y conceptuales que se le enseñan y así entenderlas participadamente. Y eso le impide resolver en su vida adulta la cotidianeidad de las cosas, no obstante haya egresado de la educación media incluso universitaria. Eso explica en buena medida el 80% de analfabetismo funcional de la población, es decir, su incapacidad de discernir las acciones prácticas que le permitirían funcionar en la vida diaria. Otra fuente de grave desigualdad social y económica.
Los contenidos educacionales están centrados en la adquisición de “datos”, y no en el desarrollo del entendimiento. No poseen tampoco unidad epistemológica, es decir, no se rigen por ninguna teoría del conocimiento basada en fundamentos universales, conforme a la naturaleza del entendimiento y la inteligencia práctica del ser humano. Esto explica también que el 80% de los trabajadores chilenos no entienda lo que lee. Según su magnitud, dichas discapacidades —intelectivas y funcionales— son comparables con la discapacidad de un parapléjico, tetrapléjico o cuadrapléjico. Así de dramático. De ahí que el gobierno -entre otras cosas- tenga que dictar normas de inamovilidad laboral tácita, pues los trabajadores están “desprotegidos” en cuanto a capacidades profesionales propias. Nuestra educación, a nivel internacional, se encuentra al nivel de países como Bostwana, Sudáfrica y Gana, y está dentro de las 10 peor evaluadas del mundo desarrollado, según el Timms y la OECD.
La educación, antes que inyectarle más recursos, requiere un giro radical, partiendo por introducir al alumno en la realidad al modo heidegeriano; estar perfeccionar y ser el mundo. Y terminar con el sentimiento de enajenación de las mayorías respecto del mundo, que suponen pertenece a otros. Una educación que no desarrolle la capacidad de pensar, entender y discernir las acciones prácticas adecuadas para sí mismo, dentro de un hábitat ético e integralmente interpretado, simplemente no sirve.
Pero ¿qué es conocer la realidad? Para responder esta pregunta, lo primero es tener presente que el actual ambiente cultural es tan confuso y distorsionado, que por sí solo hace muy difícil el poder entender dicha realidad. El relativismo cultural ha hecho un “gran” trabajo, pues ha ido además destruyendo paulatinamente la trama valórica de la convivencia social arrastrando incluso el diccionario común de vocablos, al extremos que la mayoría de las personas no utiliza más de 70 palabras para comunicarse. Se ha eliminado la noción de cosas verdaderas, o bien ha conseguido que las cosas falsas tengan casi el mismo valor que lo verdadero. Pero la contradicción del relativismo es monumental, pues si eso fuera así, incluso el relativismo sería una “verdad” relativa y sin valor alguno, con lo cual la cultura quedaría instalada en el más absoluto nihilismo. Si la verdad no existe, ¿qué sentido tiene estudiar? ¿Estudiar qué, para qué? ¿Qué sentido tiene razonar, si cualquier cosa pensada tiene el mismo valor que la simple opinión? Gianni Vattimo —apologista del nihilismo— dice que lo que debemos intentar es “vivir sin neurosis en un mundo en el cual la verdad no existe y en el que dios ha muerto”. ¿Cómo puede Vattimo sostener como verdadero que la verdad no existe y que Dios ha muerto, si la verdad no existe? ¿Cómo podemos evitar la neurosis, si no sabemos discernir lo que sirve y no sirve al ser humano? Más aún, bajo esa absurda premisa, ni siquiera podemos determinar qué es la neurosis. La cultura tiene que ser capaz de restituir los códigos de la fe natural, de otro modo nada es posible pues la voluntad y el entendimiento funcionan recurriendo a creencias establecidas y confirmadas a priori y no confirmando empíricamente cada elemento que permita afirmar un algo para acometer una acción.
El hombre es una “unidad” eminentemente epistemológica, que necesita conocer la realidad dentro de un hábitat conformado por su propio ser ontológico, por las cosas físicas y metafísicas, la intelección, el afecto, la familia, el sistema ecológico, la economía, la sociedad, el universo, la globalización, etc. Por eso la frag-mentación del conocimiento lo desconcierta y paraliza, tanto en términos teóricos como prácticos. El hombre moderno es un ser patológicamente asustado, y ese temor lo instala en la angustia, de lo cual deviene las neurosis y las depresiones; no cree en sí mismo, en el prójimo ni tampoco en realidad alguna. Sólo cree en su yo personal y subsistencia propia. Y hace una verdadera apología existencial de todo ello. Esta enfermedad del espíritu lo ha dejado sin libertad de determinar, elegir, actuar y sociabilizar. El “no tengáis miedo” de Juan Pablo II, proclamado al inicio de su pontificado, encuentra sus causas en una educación basada en un humanismo materialista falso y que deviene en una cultura agresiva que confunde más que enseña.
Es un hecho que la educación basada exclusivamente en el enciclopedismo ilustrado, en el positivismo y en los conocimientos científicos y tecnológicos, no ha resuelto el problema humano y social de fondo. Ha separado en parcelas herméticas economía, sociología, historia, física, medicina, etc., terminando por desintegrar a la persona. Siendo que el todo, que es más que la suma de las partes, es lo que entrega el sentido de la vida. Peor aún, los que entienden que por la vía de los conocimientos descontextualizados no va la cosa, y se aventuran a desarrollar su entendimiento e inteligencia práctica, utilizando la amplitud y el orden de los conocimientos metafísicos y de la ética, sacan enormes ventajas profesionales y sociales sobre aquellos que reciben una educación vacía, inconexa y materialista. Ahí está la “familia y la educación” de los pobres y la familia y la educación de los ricos. Hay que ampliar la libertad educacional, hoy jaqueada por los contenidos “mínimos” impuestos por el Mineduc, que copan el 80% del horario disponible en los establecimientos educacionales y que no dicen ni orientan hacia nada.
Se ha reemplazado el hombre integral por el técnico eficiente y pragmático y que además no encuentra cabida en la sociedad moderna, siendo que el hombre posee una capacidad ilimitada de entender y no de almacenar conocimientos. Hay que desarrollar hombres en cuanto hombre, antes que técnicos que manejen datos. Pues un buen hombre abarca un buen profesional, mas un buen profesional no abarca necesariamente un buen hombre. Los datos están en Internet y en las computadoras, hay que aprender a buscarlos para después aplicarlos eficientemente en beneficio propio.
¿Por qué lo material es inferior a la capacidad de abstracción humana? Simplemente porque lo material es finito, y la capacidad de abstracción del hombre es infinita. El hombre puede entenderlo todo, y a partir de ahí “reinventar” el mundo permanentemente. Por eso hay que entregar una educación de entendimiento y no de datos específicos, más todavía si el mundo viaja velozmente hacia la globalización, que consistirá en una creciente integración en constante cambio. En el tema educacional hay que tener clara la diferencia entre información, conocimientos y entendimiento. Unos son simples datos, el conocimiento suele involucrar un contexto intermedio, el entendimiento en cambio involucra el ámbito moral y universal, es decir las consecuencias trascendentales en relación con las cosas que hacen el mundo y la vida humana.
Pienso que la Iglesia, durante siglos, quiso monopolizar el discurso del desarrollo de las facultades superiores, situándolo exclusivamente en el ámbito sobrenatural. Pero el contacto del hombre con la creación se lleva a cabo mediante dichas facultades espirituales, que son las que posibilitan la sabiduría participada y comunicada del todo, y de lo cual se deviene una capacidad análoga de creación práctica. Más allá del error de esa monopolización, también quiso modelar la conducta social y política, aliándose con gobiernos e imperios, con lo cual politizó e “ideologizó” eclesialmente la funcionalidad y la existencia misma de dichas facultades, y por lo tanto la vida de los ciudadanos. Es cierto que alguien tenía que conducir a la sociedad sobre todo a partir del vacío político producido en Europa después de la caída del Imperio Romano, pero no había para qué tomar partido y hacerlo obligatorio “so pena del infierno”. Puesto que dichas facultades son de propiedad exclusiva del hombre y no de la Iglesia.


TRABAJO

En materia laboral (industria, agricultura, servicios, etc.) tenemos un nivel de infraproductividad que nos ubica dentro de los 10 peores lugares entre los 60 países que compiten en el mundo. Este déficit arranca de carencias educacionales, que la antipraxis laboral de la sociedad salarial acentúa, produciendo además trabajadores insatisfechos y con escasa voluntad de trabajo. Lo confirman los tres mil millones de dólares que pierde anualmente la industria nacional por alcoholismo, drogadicción, infraproductividad, robos hormiga, etc. Además, de 5 millones 700 mil chilenos empleados casi 2 millones están fuera del sistema previsional y no cuentan con ingresos permanentes. Y si a esto sumamos los 500 mil cesantes, quiere decir que el 40% del empleo nacional está en riesgo social.
Se ha intentado resolver esta problemática con innumerables leyes de defensa del trabajador. Pero ese proteccionismo legal no ha solucionado nada; sólo ha conseguido atrofiar las capacidades naturales del hombre de trabajo, convirtiéndolo en un ser minusválido, dependiente del estado y enemigo del empresario, incapaz de ejercer su libertad y autodeterminarse. Más aún, la ideologización y degradación del trabajo impuesta por Marx y el socialismo, y la escasa visión y egoísmo del liberalismo económico; en cuanto a fusionar valórica, económica y operativamente capital y trabajo, destruyeron el concepto moral del trabajo, han dividido socioeconómica y políticamente a las sociedades de Occidente.
Hay que hacer de la institución del trabajo un ámbito multidimensional y objetivamente participativo. Hay que abolir la sociedad salarial, quizás no de un modo absoluto, pero sí fundamentalmente, para dar paso a un mundo de integración y protagonismo laboral. La globalización requiere trabajadores pensando y actuando en primera persona, y no en tercera persona como funcionan hasta ahora. Mientras los asalariados, ya sea directa o indirectamente, no participen de la economía a través de su trabajo, viviendo la demanda, la oferta, el ahorro y la propiedad, en términos proporcionales a su rendimiento productivo, a los resultados generales de la empresa, de la microeconomía sectorial y de la macroeconomía nacional, no se puede pretender que entiendan y menos defiendan los principios de la economía libre cuando ésta no está siendo vivida por ello ni mínimamente. Lo que se ha dado en llamar en esencia el modelo no es el malo, pues no es un ente moral, es sólo la suma de resultados prácticos de su aplicación. Tiene que ser reorientado de acuerdo a las categorías morales y práctico funcionales del hombre.
La descapitalización de las Pymes es tan severa, que muchas de ellas están fuera del sistema bancario y sólo operan con “usureros” legales (factoring), a tasas de interés que alcanzan un promedio del 25% anual. A la fecha, las Pymes acumulan 1.300 millones de dólares en deuda previsional y 1200 millones de US$ en IVA atrasado y se desenvuelven bajo una ley laboral de inamovilidad tácita, de lo cual deviene una infraproductividad que los empresarios Pymes no tienen cómo revertir. Esto sin considerar el abuso en que incurren las grandes empresas nacionales con sus proveedores Pymes, la asimetría entre la gran empresa y la pequeña es tan brutal, que el 1% de la empresa privada factura el 80% de las ventas y el 99% restante factura sólo el 16,5%. Y en cuanto el crédito por pago de facturas que hasta hace 10 años era a 30 días hoy varía en torno a los 90 y 120 días. Y si en las Pymes se contabilizan las indemnizaciones por años de servicio, no hay casi ninguna que no esté técnicamente quebrada. Se estima un pasivo en indemnizaciones de entre 10 mil y 14 mil millones de dólares. Todo este endeudamiento no considera el bancario ni con proveedores.
Tenemos por otra parte el draconiano SII, que por retraso de más de 30 días en el pago del IVA recarga con multas e intereses del 11,5%, cuando en justicia debería ser un ente solidario abierto a la comprensión del sector, es decir un acreedor más sometido a las reglas de la economía que rigen para todos. El SII y el mismo gobierno pierden toda objetividad con respecto a la situación real de la microeconomía y del empleo, blindándose con leyes y procedimientos ajenos a la realidad y distintos a los que rigen para el común de los ciudadanos. Las Pymes dentro de éste contexto se han descapitalizado en cinco mil millones de dólares anuales desde al año 1998 a la fecha. Esto en beneficio de las grandes empresas, de los bancos y pagando indemnizaciones desproporcionadas por no decir expropiatorias a sus trabajadores. Lo que se percibe detrás de todas estas distorsiones laborales es un utilitarismo político desembozado en aras de una seudo “protección” del trabajador. ¿Qué otra cosa explica que se hayan promovido leyes del trabajo que establecen ingresos a la altura de países semidesarrollados, precios de consumo a nivel chino, seguridad laboral de país socialista y costos sociales de país europeo? Todo eso explica los cesantes crónicos y una precarización creciente del sistema laboral chileno. ¿Alguien entiende una ley que pretende aumentar el empleo establezca pagar hasta 34 salarios mensuales en indemnizaciones por años de servicio, además de la cotización por cesantía y un sinnúmero de otras prestaciones? Y si bien los juicios laborales no se resuelven en menos de uno o dos años, el 98 o 99% de los fallos favorecen a los trabajadores, aunque en la última reforma se propone el aumento masivo de tribunales laborales. ¿De dónde viene este ensañamiento contra el pequeño y micro empresario, y al fin de cuentas contra el empleo y el trabajador?
Aunque la calidad de vida material de un buen número de ciudadanos ha mejorado en nuestro país, mi tesis es que esto ha sido gracias a la descapitalización de las 800 mil Pymes y a la irrupción de productos chinos, y no gracias a un aumento de la productividad y a una mejora de la microeconomía.
La situación demanda reformas urgentes, que apunten a elevar la productividad, a equilibrar la competencia en cuanto a costos laborales con países como China o India, a impulsar la asociatividad entre capital y trabajo y a extirpar el antagonismo implícito en la ley laboral. Hay que promover una sociedad productivo-participativa entre trabajo y capital, único medio efectivamente redistributivo. Es decir, establecer un sistema de remuneraciones que reemplace al salarial, que sólo reparte “primas” salariales y que no se basa en la productividad objetiva y directa de cada trabajador, ni en los resultados económicos proporcionales e indirectos de éste a través de los resultados de la empresa, de la macro y microeconomía. Un sistema de participación regido por parámetros productivos objetivos y mecanismos de seguridad económica que funcionen a modo de descuento, y otros menores de resguardo social a todo evento.
Según los economistas Engel y Velasco, un 10% de mayor inversión genera sólo un 1% de mayores ingresos para los trabajadores. En cambio, un 10% de mayor productividad trae aparejado un 10% de mayores ingresos para esos mismos trabajadores. Por eso la clave es la productividad, y las formas de alcanzarla pasan por eliminar dos o tres factores perversos que contempla la ley vigente. Por último, hago presente que en la praxis del trabajo se juega gran parte del desarrollo moral de la persona, y que eso termina siendo crucial en el espacio político y en la elección de las autoridades.

SALUD

En el tema de la salud, el primer requerimiento es definirla en sus conceptos fundamentales, y no pedirle a la salud cosas que no puede entregar. Es decir, que resuelva toda la problemática existencial de lo que devienen daños fisiológicos y psicológicos autoinferidos en forma no racionalizada.
Una equivocada conceptualización al respecto agiganta las necesidades de salud, y no hay presupuesto que resista. No hay que confundir salud con felicidad, pues, si bien tienen algún grado de relación, en lo esencial la felicidad es un estado emocional-espiritual, y la salud cae dentro del campo fisiológico material. La vida, en lo esencial, no se puede medicalizar. Esa diferenciación pasa por refocalizar qué es el hombre, distinguiendo sus categorías fisiológicas, intelectuales, conductuales, espirituales, etc. de manera de integrar también la salud al ámbito ético y moral. Hay que lograr que la ciudadanía quiera cuidar su salud y no todo lo contrario como se observa a través de las conductas alcohólicas, alimentarias, sedentarias, etc.
De acuerdo al ENS (Encuesta nacional de salud) en 2004, señala que un 84% de los ciudadanos son sedentarios, 34% son hipertensos, 23% de la población chilena es obesa, un 38% padece sobrepeso, un 1.3% son obesos mórbidos y un 27% muere por enfermedades cardiovasculares. De hecho Fonasa reconoce gastos cercanos a los US$ 200 millones en patologías ligadas a la obesidad. Infartos, hipertensión, diálisis e insuficiencia renal crónica. Alcanzando un gasto integral del orden de US$ 280 millones de dólares, sin considerar el costo de licencias médicas, consumo de medicamentos, o bajas en productividad.
A nivel escolar y adulto, se consumen sólo un 27% de las porciones lácteas que recomienda la OMS. Se ha constatado además que el consumo de verduras, frutas, hortalizas, cereales, legumbres y pescado fresco está a niveles inferiores a la mitad de lo recomendado, siendo que Chile posee en abundancia esos productos, y a precios significativamente bajos. Sin embargo, el consumo de pastelería industrial, helados, embutidos, aceites, bebidas, alcoholes, cigarrillos, etc., todos productos saturados en grasas, azúcares, sales y aditivos químicos y cancerígenos, es masivo e indiscriminado. Hemos llegado al primer lugar del mundo en tabaquismo escolar y adolescente, y al tercero en alcoholismo laboral. Ese caótico comportamiento nutricional provoca múltiples enfermedades y accidentes laborales, generando al Estado y a las mutuales de seguridad una carga económica creciente por gastos en salud, que se traspasa a las empresas y por lo tanto a los precios de productos y servicios.
En materia de salud mental, tenemos un 24% de depresivos en Santiago, y un 43% de su población sufre patologías relacionadas con los estados de ánimo. Y la primera causa de muerte de los adolescentes, a nivel nacional, es el suicidio. En una mirada más sociológica, se puede decir que el alcoholismo, la drogadicción y la delincuencia se explican en buena medida por la cesantía y la falta de protagonismo del trabajador en su quehacer laboral y en su vida. También el consumismo y el individualismo explican esas mismas patologías en aquellos sectores económicamente más acomodados.
Como vemos, si bien la salud es algo más que el buen funcionamiento fisiológico, no lo es todo. El punto es cómo, a través de las instituciones que conforman el orden político, podemos dar espacio para que la persona se desarrolle integralmente, de tal manera que todas estas patologías modernas desaparezcan o disminuyan. La clave está en lograr que las personas se quieran a sí mismas psicológicamente y fisiológica-mente, y por lo tanto deseen tener buena salud. Las depresiones provienen de un estado de crisis generalizada de la persona, y suelen aparecer cuando ésta constata que está en una suerte de encierro existencial, sin expectativas de felicidad y luchando por la pura sobrevivencia. Es una grave crisis de autoestima.


PROPUESTAS
SALUD

Para generar una plataforma de salud básica en la población, se requiere que el sistema político potencie el consumo masivo de productos naturales y que no dañen la salud. También humanizar según lo ya dicho las instituciones que posibilitan el equilibrio psicosocial de los ciudadanos (familia, educación y trabajo). Si se consigue complementar todos o integrar esos elementos; la salud mental y fisiológica estará cautelada en términos básicos para todos. Lo que cada cual haga después, entra en el campo de la libertad individual, pero el estamento político abra cumplido lo suyo.
Se propone eliminar el IVA de todos los productos alimenticios naturales que no perjudiquen la salud, ni contengan proceso industrial alguno, salvo el de embalaje y transporte. Hortalizas, legumbres, cereales, frutas, pescado fresco, aves de corral etc. Como seguramente surgirán voces en contrario, aduciendo que la estructura tributaria se va a caer (si se discrimina negativamente en el impuesto al combustible, al tabaco y a los alcoholes, no se ve por qué no se puede discriminar positivamente en esos productos naturales que constituyen la base de una buena salud), Hay que tener presente, además, que los mayores bolsones de pobreza y desempleo están justamente en los sectores de pequeños campesinos, medieros, parceleros, etc., y que un mayor consumo de productos agrícolas constituiría un impulso reactivador de su economía que hoy no cuentan con mercado ni interno ni a través de los TLC. Habría además que calcular cuántos recursos ahorraría la salud pública con un proyecto de esta naturaleza, cuya puesta en marcha podría disminuir considerablemente las diversas patologías de la población asociadas a una mala alimentación.


EDUCACION (SOCIEDAD DOCENTE)
Chile debe educar para la verdad, la justicia, la solidaridad, y sobre todo para la libertad. Esto que parece retórico, busca llevar a la población al máximo desarrollo de sus capacidades intelectivas y conectarlas con el ámbito práctico social. En otras palabras, conducir a los alumnos hacia una libertad real, que permita conocer e interpretar la realidad de un modo justo y verdadero. El punto de partida de dicho desarrollo es descubrir los principios operativos y universales de las cosas físicas y abstractas. Estos principios deberían ser memorizados como el abecedario, pues constituyen los códigos reales de interpretación de la realidad, y deberían ser entregados entre los 2 y 5 años. Después de esa edad, el “sistema” del entendimiento comienza a adoptar las categorías culturales, con todas sus deformaciones.
Educar para la libertad exige que la autoridad política dé el ejemplo, permitiendo la libertad educacional y cumpliendo un rol subsidiario con respecto a los diversos proyectos educativos, según lo determina la Constitución Política del Estado.
Los contenidos mínimos deben poseer unidad epistemológica, y ser transmitidos bajo una teoría del conocimiento humana, realista, familiar, social, ecológica y global. La dispersión de los conocimientos convierte la educación en una entrega de datos carente de sentido, y no genera interés por aprender ni tampoco por enseñar. Un completo circulo vicioso.
Ahora bien, estando todos los conocimientos disponibles en la red, el alumno sólo requiere poseer una capacidad valorativa, contextualizadora y jerarquizadora, que le permita encontrarlos y aplicarlos a las situaciones prácticas concretas. Hay que tener presente además que muchos de los conocimientos específicos se renuevan cada cinco años, de manera que es clave enseñar a entender antes que entregar conocimientos específicos que cambian permanentemente.
Para que los conocimientos queden grabados en la mente humana, deben pasar por la dinámica valórica e intencional del alumno, es decir bajo un contexto emocional y diferenciador con respecto el resto de las cosas que conforman la realidad, ojalá lo más intensamente posible. Ese es el único proceso a través del cual el ser humano aprende de verdad. Y luego así pueda analogar proporcional y metafóricamente lo entendido de manera de poder explicarlo desde múltiples perspectivas. En otras palabras, junto con separar entendimiento de conocimientos y conocimientos de información, hay que integrar un código de valores, la intención y la emoción de los alumnos con un proyecto de vida personal y con las expectativas reales que les ofrece el mundo a cada uno de ellos.
No se puede seguir formando profesionales o técnicos sin una base humanista. Tenemos que impartir una educación orientada al desarrollo moral, que vincule lo teórico con lo práctico. Esto porque el desarrollo moral se da siempre en el ámbito de la praxis, pero de una praxis asumida en forma activa y en primera persona. De ahí que este proyecto se denomine sociedad docente, pues busca que tanto el alumno como el trabajador (después nos extenderemos sobre el carácter docente del trabajo) estén conectados y en constante aprendizaje.
Si bien el Ministro del ramo reconoce que la parte académica es de mala calidad, su cobertura, dice el Secretario de Estado, es buena, cosa que desgraciadamente no es efectiva, pues la enseñanza debiendo ser personalizada no debiera considerar más de 28 alumnos por curso. La saturación actual no permite más de 7 minutos de atención por alumno diario lo que contradice aquello de la cobertura. De ahí que el rendimiento de nuestros profesores sea escaso y la educación chilena muy deficiente. Pero también hay que reconocer que ellos cuentan con escasos recursos tecnológicos de última generación para evaluar a sus alumnos y no tener que destinar gran parte de su tiempo en la corrección de pruebas y en tabular aleatoria y positivamente esos resultados. Más de US$ 90 millones anuales gasta el sistema público en ésta acción, que perfectamente podría tecnologizarse dejando disponible un 30 o 40% de tiempo adicional disponible para mejorar la gestión pedagógica. Es más esos mismos sistemas de evaluación de desempeño académico de los alumnos sirven para comparar el resultado académico del alumno con las potencialidades máximas posible de cada alumno por edad o segmento académico.
Y considerando que la estructura del entendimiento humano se configura entre los dos y cinco años y la educación básica recién comienza a los 6 años, el asunto de la cobertura resulta ser equivocado. Por eso aparece como clave elaborar un plan de educación preescolar a nivel nacional, con la colaboración de la familia. Pues el tipo de enseñanza que se requiere entregar es mediante la enseñanza de los universales metafísicos para lo cual hay variado material didáctico.
En cuando a la función del Simce, debería ser un regulador del nivel de notas que asignan los colegios a sus alumnos, nivel que aparece absolutamente distorsionado con relación a los resultados del Timms y de la PSU. También el Simce debiera ser utilizado para que el estado premiara los mejores resultados Simce a nivel regional con aparatos para gimnasia integral, laboratorios de estudio, bibliotecas, financiamiento para investigaciones, integración con otros centros de estudios etc.
Otro punto de esta propuesta es que todos los gastos en que incurre la familia asociados a la educación, sean deducidos de impuestos. El desarrollo intelectivo y práctico por la vía educacional no debe gravarse impositivamente, pues es negativo para la recaudación tributaria del futuro.
Respecto a las subvenciones y subsidios educacionales, hay que redistribuir el gasto, destinándolo preferentemente a la enseñanza técnica, que es donde estudian los pobres y que sólo recibe el 5% de dicho gasto, contra el 95% asignado a las 25 universidades más importantes. Más aún, de ese 95%, el 28% se lo llevan la U.C. y la U. de Chile, las dos universidades más buscadas por los estudiantes con mejores puntajes en la PSU, que son justamente los de mayores ingresos.
Por último, hay que tener presente que estamos saturados de profesiones tradicionales, y que padecemos un alto déficit de profesiones técnicas y el uso de tecnologías. Una profesión técnica cuesta un 25% de lo que cuesta una profesión tradicional, y los ingresos de un técnico se han estado acercando bastante a los de un profesional tradicional. Este tema debe ser reenfocado, pues con los mismos recursos destinados a profesiones tradicionales se puede educar un 400% más de estudiantes técnicos.

EL TRABAJO (asociado a la sociedad docente)

“Capital es trabajo acumulado; trabajo es capital en potencia”. J. Pablo II, Encíclica Laborem Exercens.
Esta máxima permite analogar funcional, valórica, matemática y humanamente los resultados económicos del trabajo y del capital, dentro del contexto de la economía libre y social de mercado. De un modo integrado y participado.
Hay que unificar el mundo laboral, transformando la actual sociedad en un espacio asociativamente productivo entre capital y trabajo, bajo un contexto de ingresos poliformes y objetivos.
Lo que se busca mediante esta forma multidimensional es que los trabajadores, cualquiera sea su nivel profesional, vivan la realidad de un modo análogo al de los empresarios y comprendan la realidad sociopolítica a tiempo presente; cada contingencia, cada cambio legislativo, el proceso completo.
Los trabajadores deben percibir remuneraciones variables dentro de una dinámica laboral flexible, análoga a la del mercado libre. (oferta, demanda, ahorro y propiedad [accionaria, como parte de la estructura remuneracional). Deben ser remunerados multidimencionalmente, según sus resultados productivos individuales o grupales, los resultados de la empresa, del sector y de la macroeconomía en general. Se requiere además implementar un sistema de seguridad determinado por su propia productividad y con mínimos establecidos por ley.
En el ámbito del trabajo hay cosas en las que todos deben competir, y otras en las que nadie debe competir. En el caso de la no competencia, están las indemnizaciones por años de servicios, que actualmente se manejan como un pago eventual y no absoluto, pero que además son desproporcionadas y antiproductivas. Por eso los Pymes no contratan y están externalizando sus requerimientos laborales a gente sin ningún tipo de responsabilidad ni respaldo patrimonial.
A fin de posibilitar que los empresarios se asocien productivamente con sus trabajadores, hay que erradicar los elementos perversos que hoy lo hacen imposible. El ingreso base debe surgir de la relativa determinada por los ingresos variables de cada uno de los trabajadores en cierto período de medición. Sin embargo, no puede caer por debajo de cierto monto, pero sí imputarse como descuento a las remuneraciones variables que lo sobrepasen; de esta manera, desaparecen los costos sin respaldo productivo y financiero.
Se propone cotizar la indemnización por años de servicios en entidades distintas de las empresas, con un tope que cubra la cesantía por un período razonable (4 o 5 ingresos mensuales a todo evento), y que además de determine una parte para capacitación.
Las vacaciones se deben cancelar en función del promedio anual a valor presente.
Acogiendo la proposición de José Piñera, se propone cotizar el 50% de la cotización mensual en beneficio de la mujer que se desempeña en labores hogareñas y el otro 50% en beneficio del trabajador. Esto debe también operar a la inversa, si es que es la mujer la que trabaja.
Modificar el sistema de accidentabilidad y subsidios laborales (somos el único país del mundo que paga el 100% del ingreso en subsidios), rebajando la cotización, pero introduciendo un copago con cargo al trabajador, o bien haciendo devoluciones a las empresas y a cada trabajador en función de la tasa real de accidentes. Hoy funciona como elemento perverso que opera en contra de la asociatividad entre capital y trabajo. Esto porque si yo establezco un mecanismo de ingresos poliformes en función de la productividad y un trabajador alcanza un nivel temporal de alto ingreso, lo que hace después sobretodo si constata que su remuneración va a la baja es autoaccidentarse pues la ACHS le paga el 100% del ingreso obtenido en el período y además el 100% de los costos de hospitalización. De manera que el trabajador se hace de una muy buena remuneración por productividad, se auto accidenta sin costo alguno por salud, obtiene además el salario que mantenía antes de accidentarse y después está listo para reengancharse en una buena racha productiva y así sucesivamente.
Establecer mecanismos laborales que permitan a las Pymes competir eficientemente con sus congéneres chinas, o bien regulaciones arancelarias que compensen la asimetría existente. El mercado laboral chileno no puede seguir siendo manejado políticamente y no económicamente.
Un sistema participativo y de remuneraciones variables bien estructurado genera incrementos productivos significativos. Si se considera que la productividad nacional gira en torno al 40% de las capacidades reales de los trabajadores, el adicional en productividad que generará la presente propuesta, permitirá readecuar todos los factores antes mencionados, sin ningún déficit. Los mecanismos prácticos son completamente abordables mediante software.
Se propone sin embargo, que, para entrar en esta praxis asociativa, tanto el empresario como el sindicalismo debieran certificarse mediante cursos de ética del trabajo, del hombre y del mecanismo propiamente tal. Esa especie de ISO 9000 permitirá además neutralizar la crítica socialista que de una u otra forma sobrevendrá. Esto también coincide con la propuesta de sociedad docente, pues el sistema pretende mantener activo el entendimiento y fomentar el aprendizaje técnico dada la variabilidad del ingreso en función de la productividad de cada cual y de los resultados económicos de la empresa.

La parábola del buen pastor ayuda a comprender un poco más lo que aquí se ha dicho: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado o cualquier otro que no sea el pastor, huye ante el lobo. No son suyas las ovejas y las abandona, y el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, conozco a las mías y las mías me conocen a mí, como el padre me conoce y yo conozco al padre. Por eso yo doy la vida por mis ovejas.”

JUSTICIA

En ésta área se propone básicamente que la justicia vuelva a sus causas de independencia total respecto de la civilidad política y económica. Que evite ser manipulada por dichos poderes y ésta a su vez no manipule en el sentido contrario.
Estudiar el reemplazo del derecho positivo por un derecho que evalúe intenciones en torno al bien humano y social superior más que la aplicación fría y descontextualizada de códigos. Una justicia que termine resguardando la funcionalidad de las diversas instituciones en función del desarrollo moral y ético de la persona como asi mismo el ámbito de oportunidades socioeconómicas para todos. Que sirva para amistar a los ciudadanos bajo una misma categoría valórica y no que sea garante de un sistema político categorías múltiples y que fomente la separación entre los hombres. Debemos tener una justicia cuya base sea la ontología humana en función del desarrollo superior de todos.
Cuando una justicia es puramente técnica termina siendo utilitaria y el concepto justicia propiamente tal, desaparece pues lo determina el que tiene el poder político y el poder económico. Con lo cual los ciudadanos comunes y corrientes y sobretodo los pobres, no tienen mayores posibilidades de acceder a la justicia verdadera.


LA POLÍTICA Y LO POLÍTICO

Nuestro sistema político, -previo acuerdo-, debe definir y luego no competir sobre aquellos aspectos fundamentales o esenciales que conforman el orden político; el concepto más humano y real de lo educacional, de lo laboral, de lo familiar, del bien común, de la felicidad y moral humana etc. Pues como lo político remite a hombre y a sociedad y tanto hombre como sociedad se rigen por ciertos principios valóricos y operativos de carácter absoluto como son aquellos que rigen las facultades superiores, el sistema político no puede estar abierto a competir siempre respecto de ellos. El resto queda abierto a la competencia libre de ideas. En el primer caso estamos hablando de lo esencial. En el segundo caso estamos hablando de la enorme gama de lo accidental.
El sistema democrático tiene que contemplar su propio mecanismo de renovación de modo que pueda ser revisado cuando sea indirectamente impugnado por la ciudadanía. Para esto la inscripción electoral debe ser automática y la votación voluntaria. Ahora bien, si el 60% o más del contingente electoral se abstiene de votar, el statu quo imperante debe ser revisado bajo normas constitucionales previamente establecidas, de manera que el propio sistema sea capaz de autorregenerarse sin cataclismos políticos y no pierda nunca su esencia humana, democrática ni los objetivos del bien común asociados a la justicia. Lo político tiene como deber fundamental fomentar el desarrollo superior de todos los ciudadanos por igual, único camino a la libertad la paz y la felicidad. Si el sistema político no se dedica a esto, su existencia es sólo nominal y pasa a ejercer un rol preferente en beneficio de sus propios actores.
Dentro del actual esquema de antipraxis del grueso de la población, los grupos que adhieren al Humanis-mo Cristiano sólo podrán gobernar por defecto, no por afecto. Esto significa que sólo podrán acceder al gobierno en tanto sus adversarios cometan errores garrafales, pues la moral moderna está mas asociada al humanismo materialista que al humanismo espiritual. Y esto ha llegado a ese estado de cosas porque las propuestas políticas se hacen en torno al desarrollo material e inferior y no en torno a lo moral y superior. En otras palabras el sistema no induce el desarrollo superior, lo que significa que le deja el espacio a al desarrollo del relativismo, hedonismo, consumismo etc. todos antivalores que chocan contra las propuestas que demandan esfuerzo para el desarrollo y propias del Humanismo Cristiano.
La presente propuesta es ciertamente ambiciosa, puesto que, junto con enfocarse en la cuestión humana y social, pretende romper con el statu quo de erróneas y dispersas categorías morales, cognoscitivas, sociopolíticas y económicas que imperan en nuestra sociedad. El quiebre de esa trayectoria y el reordenamiento de los factores fundamentales deben constituir el campo de expansión política de los sectores vinculados a la centro derecha.
Si uno analiza a fondo el accionar de la izquierda, constatará que se aprovecha de los flancos que le abre el liberalismo económico, y del espacio filosófico que le ha dejado el Humanismo Cristiano. Y así mantiene latente el conflicto y lo administra a sus anchas. El socialismo, con el puro discurso genérico de la “optimización” social y de la igualdad, tiene en permanente jaque al Humanismo Cristiano representado por distintos sectores políticos, que casi nunca dicen “ésta boca es mía”

DE UN SISTEMA POLÍTICO REPRESENTATIVO A UN SISTEMA INTEGRAL Y TRANSVERSALMENTE PARTICIPATIVO

El hombre puede ser feliz en cuanto a sí mismo y en una relación análoga con el sistema sociopolítico, en tanto posean similitud de medios y fines prácticos. Y ciertamente todos los ciudadanos desde sus más diversas perspectivas participen de él. Para ello, lo primero es desinstalarse del sistema actual y abrirse a uno nuevo, cuyos principios básicos coincidan de verdad con el desarrollo de la naturaleza humana, de lo ético y del bien común. Y si dichos principios se logran analogar a las diversas instituciones que conforman el orden político, sobretodo en aquellas denominadas trascendentales, el éxito político llegará más temprano que tarde. Pero hay que hacerlo con inteligencia, perseverancia, convicción y sobretodo saber comunicarlo.
La participación ciudadana se logra de un modo práctico, no teórico. Es decir, de hecho y a través de las instituciones que conforman el orden político, dando espacio a que tanto la justicia distributiva como la democracia participativa sean posibles a través de la vida sociopolítica activa y práctica de cada uno, cualesquiera sean el ámbito y nivel de desempeño que se tenga en el plano laboral y educacional.
Lo que se requiere, al final de cuentas, es que los sectores mayoritarios compartan y vivan los mismos principios y dinámicas que los sectores socioeconómicos más desarrollados, y de esa manera hacerlos más afines. Por eso este proyecto apunta a una participación proporcional efectiva, que devenga en una sociedad valórica y operativa más igualitaria.
Lo operativo se define a partir de la esencia y naturaleza de cada cosa. Y los valores consisten en la diferenciación de las cosas según sirvan o no sirvan a las necesidades humanas. Hago presente que una sociedad sin valores es una sociedad indiferenciada, y como el entendimiento y la inteligencia práctica del ser humano sólo entienden por diferencias y cualidades, la contradicción es evidente, produce frustración y enajenación, y juega por entero a favor del socialismo. La “epistemología” socialista precisamente va contra los valores, porque pretende un mundo indiferenciado como condición de su poder político. Y sobre esa plataforma hace y deshace, y le funciona porque apela a la trilogía del deseo, ignorancia e imaginación que se construye por sí sola a partir de la antipraxis.

LA CUESTIÓN MEDIOAMBIENTAL

Los empresarios coinciden en que el tema Celco marcó un hito en la relación empresas, ecología y gobierno. Y es evidente que la problemática hay que abordarla seria e integralmente, pues el planeta no resiste los actuales niveles de contaminación y todos los seres humanos tiene derecho a vivir en un medioambiente limpio. Es por esto, que los empresarios no deben sobrepasar los niveles de contaminación a que son autorizados y deben considerar dentro de la evaluación de sus proyectos hacerse cargo de los daños directos e indirectos que ocasionan. Las autoridades a su vez, deben perseverar en las mejores soluciones y no dejarse vencer por la primera adversidad política. Recordemos que Celco propuso descargar sus residuos a través de un emisario submarino, y fue el gobierno quién le pidió descargar en el río Cruces. Así el país, no puede paralizarse en aras de un ecologismo mal entendido, que hace uso de la defensa medioambiental un tema de manipulación y poder político.
Hay tres doctrinas ecológicas que se enfrentan; el Ecologismo, (espiritualismo naturalista o panteísmo) que sostiene que todos los seres vivos, incluido los hombres, tienen una misma relación natural y horizontal con Dios. El vínculo humano-espiritual entre Dios y la persona desaparece, pues su relación es técnica y no moral. Tras esta postura, se mueven sectores masones y liberales de centro-izquierda que tratan de reflotar un discurso ecológico-político, similar al contrato social de Rousseau. Es decir; igualdad en derechos para todos los seres vivos por igual, incluido los hombres.
La Ecología Profunda (ateísmo, nihilismo) en cambio, no acepta la idea de Dios; su fe está puesta en el materialismo evolutivo de Darwin. Dice que: "el hombre proviene de especies animales inferiores mediante mutación evolutiva espontánea". “es un recién llegado al planeta, y que sin más título que el de poseer razón, se ha apropiado del mundo y lo ha destruido mediante un uso indiscriminado de la técnica” Esta doctrina, -apoyada por grupos agnósticos y ortodoxos de izquierda-, ya han acuñado términos tales como “sello verde” y “sello rojo” para jaquear la economía. Los de "sobrepoblación" y "plaga humana" para liderar políticas públicas en torno a la esterilidad, el aborto y la despoblación geográfica. Agregan que como la sociedad corrompió al hombre y lo transformó en una especie rapaz que está destruyendo el medio ambiente, “toda su actividad económica, relaciones sociales, culturales y planificación familiar debe ser regulada por un estado medio-ambientalista”.
Por último tenemos el antropocentrismo (filosofía realista), que sostiene que si bien Dios es íntimo a la naturaleza, la trasciende absolutamente, pues su intención es humanizar y espiritualizar al máximo al ser humano y su extensión social. Esto, en torno a la vivencia de la verdad a fin de que expanda su libertad interior y por ende su capacidad práctica de sobrevivir y progresar en la tierra. Pero siempre, en armonía participada con la naturaleza y el resto de los seres vivos. El año 2002, la apertura del ADN, confirmó la tesis antropocentrista, en cuanto la absoluta hermandad genética entre el hombre los animales y las plantas.
También dice el antropocentrismo, que el mundo es un desafío por explorar, conocer y explotar, pero bajo el mandato de compartir, cuidar y conservar el medioambiente. Su tesis ecológica además de participada y unitaria es jerárquica, pues se basa en la superioridad reflexivo/espiritual y práctica del ser humano, facultades que el resto de los seres vivos no poseen, como tampoco conciencia y autoconciencia; personal, social, económica y política. El hombre es el único ser vivo capaz de gobernar sus instintos mediante la razón, de analogar, deducir, separar, reunificar y crear conceptos. Esa heterogeneidad creativa determina que el hombre no tiene "nicho ecológico" específico, haciendo de su casa, todos los ambientes de la tierra, incluso la vida submarina y la ingravidez del espacio, como también la especulación y la trascendencia metafísica.
¿Pero será cierto que el hombre moderno se corrompió? Si no se ha desintegrado moralmente, que ocurre que no acata lo que sostiene el antropocentrismo?
Pasa que para que el hombre logre comprender y vivir, amplia y análogamente su vastísimo “hábitat ecológico”, debe primero desarrollar su naturaleza moral; de un modo integrado, activo, práctico y en primera persona. Pero eso requiere de un orden político cuyas instituciones más ligadas al desarrollo moral (familia, educación, trabajo, justicia y gobierno) haga de todos y cada uno de los ciudadanos, protagonistas de su propia historia y existencia. Por eso hay que abolir el sistema político representativo e instaurar una democracia participativa. Esto porque aquel que no viva la ecología moral, social y política, no puede entender que es la ecología natural.

 


 

© 2001 Sebastían Burr Cerda Se autoriza su reproducción citando la fuente y el autor.