Análisis sociopolítico y propuesta de un nuevo orden
político
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Sebastián
Burr Cerda
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Si uno lee las declaraciones, diagnósticos y opiniones políticas
que a diario se emiten y publican en nuestro país, se encuentra
con que casi ninguna de ellas entrega un diagnóstico profundo e
integrado de las causas de nuestras desigualdades económicas, de
nuestra división social y de nuestros problemas humanos y sociopolíticos.
Y mucho menos, proponen una solución análoga a lo antedicho
en torno al desarrollo superior de la persona y al bien común verdadero.
En otras palabras que sea capaz de resolver la complejísima y entreverada
problemática humana y social moderna y simultáneamente enfrentar
el nuevo paradigma de la globalización.
Nuestro sistema político tiene una falla de orden sistémico,
no compite en torno a ideas, compite en torno a la eficiencia de las máquinas
de poder. Por esa razón la mayoría de nuestros políticos
han desarrollado habilidad política, más no se han desarrollado
en el arte de lo político. Y es probable, que muchos de ellos ni
siquiera distinguen la política de lo político.
El problema social de fondo es de carácter moral y ético,
y mientras la dimensión moral no se desarrolle para todos por igual
en el plano práctico-superior de la persona y simultáneamente
a través de las instituciones que conforman el orden político
las diferencias de apreciación de la realidad, las dificultades
humanas, socioeconómicas y políticas permanecerán
sin solución.
Debemos recordar que desarrollo moral, es todo aquello que permite mejorar
la vida individual; afecta la conducta entera en cuanto pauta de valoración
y/o diferenciación de las cosas en el plano teórico y práctico.
A partir de ahí y de un modo natural, se conocen los principios
valóricos y operativos que deben regir al hombre; en la familia,
en el trabajo, en la educación, en la justicia y en la sociedad.
Para que de todo ello se siga una sociedad sana, solidaria, justa y en
paz.
La moral se desarrolla en tanto la realidad sea vivida de un modo activo
y en primera persona; en el plano individual, sociopolítico y económico.
En otras palabras, vivir la experiencia de la vida en toda la amplitud
posible, bajo el ejercicio de la libertad y de cara a la verdad. Con consecuencias
directas sobre el sujeto de la acción. Chile necesita un modelo
político de integración y de autodeterminación humana
y social.
J. Ratzinger dice: “la unicidad del hombre determina una dignidad
inviolable y por lo tanto siempre abra cosas buenas y otras definitivamente
malas para el hombre”. Ratzinger dice a su vez de J. Pablo II: “El
Papa muestra con gran poder de persuasión en la Encíclica,
que el problema fundamental de nuestro tiempo es un problema moral. Los
problemas económicos, sociales y políticos seguirán
siendo insolubles si no se encara ésta realidad central. Y el Papa
demuestra que el problema moral no se puede separar de la cuestión
de la verdad. Está por su parte, indisolublemente unida al problema
de la búsqueda de Dios, pues en Él yace, el sentido de máxima
inteligibilidad y de verdad. De creatividad, de totalidad y de amor.”
Como es fácil advertir a través de la sentencia de J. Pablo
II, y que Benedicto XVI hace propia, la problemática humana, y
sociopolítica de nuestro tiempo, -más allá de ser
o no ser creyente-, pasa por moralizar la sociedad apuntando hacia la
máxima inteligibilidad teórica y práctica de todos
los ciudadanos por igual. Y bajo integración valórico-transversal
en las instituciones del orden político.
La presente propuesta, intenta plantear una suerte de sistema político
unitario, que involucre la integración humana y social, apuntando
al desarrollo de las facultades superiores del hombre y al bien común
político sobre una plataforma fisiológica y mental sana;
Una familia sólida, una educación de desarrollo del entendimiento,
un sistema laboral participativo en función de la productividad,
una justicia que vele por el protagonismo y el desarrollo superior, la
ética social y el bien común político.
¿Que quiere decir auto moralización de la sociedad? Veamos;
las actuales desavenencias sociopolíticas que se observan en occidente
en general y en Chile en particular, tienen una raíz moral-epistemológica,
(epistemología = bajo que orden valórico cognoscitivo se
conocen las cosas) pues arrancan de formas distintas de vivir y entender
la realidad, tanto en el plano teórico como en el plano práctico.
Una gran mayoría de la población vive la realidad práctica
de una forma predominantemente pasiva, desconectada de las cuestiones
reales y más gravitantes del acontecer diario del país y
del mundo. Y otro segmento, minoritario, hace esa misma vivencia sociopolítica
y económica de una manera activa y bajo una praxis de la primera
persona, dinámica mediante la cual se obtiene un desarrolla muy
superior, y que constituye la raíz de las desigualdades y del rechazo
mutuo. Involucra el plano moral, socioeconómico y político.
El concepto de la primera persona puede ser definido diciendo lo siguiente:
“el resultado de las decisiones y de las acciones libres que adopta
el sujeto, se devuelve sobre sí mismo corrigiendo su percepción
sobre el objeto y la realidad circundante”. Esa dinámica
puede ser entendida también como de desarrollo moral.
La inexistencia de ésta dinámica en la vida cotidiana de
las personas, conduce a una comprensión superficial o tardía
de la realidad y que es algo de común ocurrencia en las mayorías.
Lo que no ocurre a los sectores minoritarios, independientemente de que
en ese segmento “más desarrollado” haya otro tipo de
deformaciones culturales. Dicha diferencia de praxis, produce en uno y
otro sector socioeconómico, una intelección teórica
y práctica dicotómica, que en unos produce frustración
y atraso, y en lo otros desarrollo práctico pero muchas veces también
individualismo, egoísmo y rechazo del prójimo. De esa dualidad
epistemológica emanan diagnósticos y propuestas sociopolíticas
per se contrapuestas, que hacen del antagonismo una dinámica permanente,
pese a que los diversos segmentos sociales enfrentan los mismos problemas,
pertenecen a una misma sociedad y cuyo objetivo final es la felicidad.
Eso resquebraja la unidad sociopolítica y hace muy difícil
la convivencia social. Haciendo del sistema político un circulo
vicioso y de suma cero.
El desafío político del futuro es entonces, generar la síntesis
precisa entre hombre en cuanto hombre, sociedad en cuanto bien común
y lo político en cuanto ciencia práctica.
Para intentar dicha reunificación, es de capital importancia tener
conceptualizado aspectos básicos de la antropología filosófica
humana: libertad, moral, ética y bien común, los distintos
grados de felicidad humana, el rol de la familia, de la educación,
del trabajo, de la salud y de la justicia. El esclarecimiento teórico
y práctico de esos conceptos nucleares, nos permitirá encontrar
las soluciones más eficaces para el futuro. Por ejemplo, hay una
enorme diferencia entre una “libertad” instituida en bienes
materiales y otra fundada en la expansión de las capacidades intelectivas
y prácticas del ser humano. O suponer que el trabajo es una cuestión
sólo técnica y económica, o bien asumirlo en cuanto
desarrollo moral, social y también profesional y económico.
Es imperativo formar de un modo activo a la ciudadanía a fin de
que pueda enfrentar el nuevo paradigma de la globalización, cuyas
constantes son el cambio permanente en creciente complejidad y dentro
de un contexto de máxima comunicación vía Internet.
Esos nuevos estadios están planteando exigencias humanas y profesionales
mucho más intelectivas y poli funcionales que las que predominaron
en el siglo XIX y XX.
El mundo global es un acontecimiento tan avasallador e irreversible, que
nos impone sin escapatoria la necesidad de reformar nuestro sistema educativo
y nuestro sistema laboral, y no sólo reformarlos, sino además
vincularlos, pues ambos conforman la unidad antropológica teoría-praxis
que demanda la acción informada del futuro. Está claro que
el futuro exige transitar de una cultura de conocimientos o de datos,
a una cultura de entendimiento y de desarrollo de la inteligencia práctica.
Es decir lograr dar un giro de la dependencia simplemente sistémica
a la autonomía de la persona en cuanto tal.
Los medios y mecanismos que se entregan en esta propuesta conforman un
sistema político. Y sus componentes tanto teóricos como
prácticos son los mismos medios que se requieren para fortalecer
la familia, mejorar la productividad, superar la pobreza, reducir la brecha
en la distribución del ingreso, lograr una mejoría en la
salud y en la educación, y de esa manera conseguir una sociedad
más homogénea políticamente.
El sistema educacional vigente es una verdadera apología al relativismo
y a la confusión intelectiva de los alumnos. La mejor prueba de
ello son los negativos resultados registrados en pruebas nacionales e
internacionales como el Timms, OECD, Simce etc, y año tras. Y también
el hecho de que el 28% de los egresados de la educación media pasan
de la sala de clases a la cesantía, en lugar de incorporarse al
ámbito laboral.
Se requiere transformar la educación y el trabajo en ámbitos
de desarrollo humano superior e integrado, apuntando a la igualdad de
oportunidades para todos. No se trata de uniformar, sino de construir
una sociedad con unidad de propósitos teóricos y prácticos
básicos, para que la diversidad no sea tragada por el relativismo.
Pero una diversidad ordenada apuntando siempre al objetivo de la felicidad
y al bien común social, que hay que diferenciarlo del interés
común y de una vida meramente existencial.
El desafío actual del país es abordar un cambio de paradigma:
pasar del “estado nación” al “estado global”,
del estado benefactor a un estado de desarrollo integral y bienestar.
De una sociedad salarial y redistributiva, a una sociedad individualmente
productiva e integralmente participativa. De una educación desintegrada
a una sociedad docente. De una sociedad que no cuida su salud fisiológica
a una que aprecie su salud y la cuide en tanto cada sujeto sea parte de
un progreso objetivo y permanente.
PRIORIDADES Y URGENCIAS HUMANAS Y SOCIALES
Chile tiene urgentes problemas que resolver: el del analfabetismo funcional
e intelectivo del 80% de los chilenos, el de la indigencia, el del desempleo
y la precarización del trabajo, el de las Pymes y la microeconomía,
el de la salud fisiológica y mental, el de la destrucción
de la familia y de los valores, el de la delincuencia y la drogadicción,
el de la manipulación y la distorsión política, etc.
Problemas que por lo demás, matices más matices menos, afectan
a Occidente en general.
Por esa misma razón, Chile con un liderazgo de un Estado que se
oriente al bien superior, debe obtener ventajas comparativas en ese especial
“flanco”: el desarrollo humano superior a través de
una verdadera renovación institucional y política. No basta
con el puro crecimiento macroeconómico; la cuestión humana
y social implica muchísimo más que eso. Hay que perfeccionar
y extender el modelo sobre principios superiores y para todos por igual,
pues como está establecido hasta hoy, sobre una visión primordialmente
economicista, utilitarista y bajo segmentación social, las desigualdades
están derribando el modelo.
Y si no se generan las condiciones humanas y estructurales necesarias,
en materia de globalización, nos ocurrirá lo mismo que a
México, que después de 11 años de TLC con los EE.UU.
ha mejorado significativamente su intercambio comercial, pero los beneficios
no han llegado a la población.
Es un error manejar un país bajo el concepto de equidad (ajuste
forzado de desigualdades irremonta-bles), salvo para atender situaciones
de indigencia o de catástrofe nacional, pues la equidad vulnera
el princ.-pio de justicia y de igualdad ante la ley. Las políticas
redistributivas han fracasado en Chile, al extremo de que la distribución
del ingreso ha caído en perjuicio de los más pobres. Quitarles
a unos en beneficio de otros puede ser válido para implementar
un plan de emergencia, pero de ninguna manera constituye una solución
económica permanente. La clave es el empleo, la participación
de los trabajadores en la empresa vía productividad individual,
grupal, los resultados económicos de la organización y de
la micro y macroeconomía. Y que todo ello devengue en remuneraciones
multidimensionales de manera de conectar al trabajador con todas las vicisitudes
socioeconómicas y políticas.
Una educación teórica centrada en el desarrollo del entendimiento
y focalizada hacia la praxis. El crecimiento y el “chorreo económico”,
por muy altos que sean, se han probado como humana y políticamente
insuficientes.
El caso irlandés es muy aleccionador. Su economía y su ingreso
per cápita se han multiplicado por 5 en los últimos 14 años,
y la cesantía cayó de un 14% a un 4%. Sin embargo, sus índices
humanos y sociales han sufrido un severo deterioro (aumento de los suicidios
y patologías mentales, desigualdad socioeconómica, consumismo,
drogadicción, alcoholismo etc.) Lo que demuestra que una buena
economía es sólo un paso intermedio para acceder a mayores
rangos de felicidad, de manera que una buena economía tiene que
ir acompañada de elementos valóricos prácticos adicionales
y para la mayor cantidad de ciudadanos posible, pues el asunto no pasa
por cuestiones sólo de índole material sino también
de índole moral.
ESTADO BENEFACTOR Y REDISTRIBUCION DE LA RIQUEZA
El modelo de estado benefactor que se aplicó en Chile durante buena
parte del siglo XX está agotado. Entre otras cosas, porque la transposición
de la pirámide demográfica no permite financiarlo. Fracasó
en sus políticas de igualdad, y los resultados en la distribución
del ingreso cayó en perjuicio de los más pobres; el 20%
de la población más rica se lleve e 62% de la riqueza, y
el 20% más pobre sólo se lleve el 3%. El 60% de la sociedad
se distribuye el 35% restante. En el primer caso ese ingreso asciende
a 3.2% per cápita. En el caso de la extrema pobreza, el ingreso
per cápita desciende a un 0.16%, y en el caso intermedio, asciende
a un 0.58%. Todo esto proviene de otra tremenda desigualdad; el 48.7%
del 5% más pobre de la población está cesante. Y
entre los jóvenes entre 15 y 24 años del quintil más
pobre la cesantía alcanza al 43% de desempleo, que es la situación
más dolorosa que le pueda ocurrir a un joven, pues mata todo idealismo
y vocación al comienzo de su vida adulta.
En el ámbito empresarial, nos encontramos con una brutal concentración
de la riqueza; el 1% de las empresas facturan el 80% de las ventas. El
99% restante factura el 16.7%. (datos diario La Segunda y la Tercera;
semana del 18 de oct 05) Todo esto gracias a políticas gubernamentales
contra las Pymes mal aplicadas. Fracasó también por la debacle
educacional y por una salud fisiológica y mental en creciente deterioro.
Por lo demás, si el criterio es que el estado benefactor termine
entregando todo a los ciudadanos, ¿para qué se les pide
desarrollo y esfuerzo? Una sociedad de individuos pasivos no conduce al
desarrollo individual, ni tampoco al social.
La pregunta es, entonces, ¿cómo se integran los requerimientos
esenciales de la persona y de la sociedad, y qué medios valóricos
y operativos deben funcionar para que efectivamente se desarrolle el ciudadano
y además bajo una plataforma básica de igualdad, considerando
que la nivelación socioeconómica y una mejor distribución
del ingreso son una aspiración político transversal? Lo
primero que hay que decir en esto, es que no habrá una redistribución
del ingreso significativo, si previamente no se “redistribuyen”
los niveles de entendimiento y de las capacidades funcionales de la ciudadanía
y que todo ello devengue en una mayor productividad laboral, aspecto al
cual hay que abirle una espacio de desarrollo para todo el estamento laboral.
Se sabe que la gran generadora de empleos (80%), es la mediana, pequeña
y microempresa, cuyos propietarios no son otra cosa que profesionales
jóvenes, ex asalariados y personas de clase media de mucho esfuerzo.
Pero su situación socioeconómica no es sustancialmente mejor
que la del mismo trabajador, pues sus niveles de endeudamiento son tan
elevados que la suma de activos y pasivos en muchos casos es negativa.
Cumplen con una normativa laboral extremadamente onerosa e infraproductiva,
cuya consecuencia no es la generación de utilidades sino una constante
descapitalización. Así, casi todos terminan irremediablemente
en la informalidad laboral. Las elevadas indemnizaciones les impiden despedir
y por lo tanto contratar trabajadores, y cuando enfrentan juicios laborales
los pierden casi todos, pues se los asimila a la “odiosa”
categoría de “empresarios” frente a un trabajador “victimizado”,
mediática y culturalmente. En la última década el
salario mínimo, fuera de toda pauta de crecimiento de la economía
y de la productividad, creció un 55% en términos reales,
afectando de lleno al mayor “insumo” de ese tipo de empresas:
su capital humano. Las Pymes más que vender “productos”
venden mano de obra. Por la paralela irrumpió China con productos
subvencionados por el estado y con una componente mano de obra equivalente
a un 10% de lo que la ley laboral chilena impone por ley al empresario
nacional.,
COMPLEJIDAD HISTORICA DE LA PROBLEMÁTICA SOCIOPOLITICA MODERNA
Si se estudia desde una perspectiva filosófica la gama completa
de los problemas enunciados, el desafío parece casi imposible de
abordar. Pues las variables valóricas y operativas en contraposición
son tan cuantiosas, que tan sólo al inventariarlas uno pierde la
esperanza de poder resolverlas integralmente. Sin embargo, creo que homogeneizando
ciertos factores comunes a toda la acción humana, y en concordancia
con las instituciones “trascendentales” del orden político,
es posible lograr que la sociedad funcione de un modo mucho más
armónico, sin desestabilizar el país. (las instituciones
trascendentales, son aquellas que pueden desarrollar moralmente al hombre)
Como casi ningún país occidental está pensando en
revisar sus estructuras de un modo radical, pese a la gigantesca cantidad
de problemas humanos e institucionales que los afectan, muchos analistas
sostienen que Occidente es una locomotora sin conductor, que se dirige
inexorablemente a una mayor desintegración, hacia un nihilismo
del cual emanarán grandes conflictos morales y sociopolíticos.
Esto porque la “apuesta” del nihilismo, es que a partir de
una desintegración total, debe surgir espontáneamente una
renovación cultural que dé paso a un mundo mejor. Pero el
mundo no mejora por sí solo; únicamente lo hace cuando es
modificado por acciones humanas inteligentes, capaces de revertir los
procesos desintegradores.
Enfrentada a esta necesidad de actuar para generar los cambios necesarios,
“la política” debe dar paso a lo político, es
decir, transitar de la cosa pequeña y confrontacional a un debate
de ideas en pos de la unidad y del desarrollo humano superior en el plano
valórico, intelectivo, moral y operativo-institucional, dentro
del cual se subentiende el desarrollo económico. Para ello lo primero
es constituir una comisión “ecumenica” de todos los
partidos políticos con mayor a 3% de representatividad y entrar
a debatir todos los aspectos que conforman la realidad humana, sistémica
y sociopolítico-institucional. Aunque les tome 100% años.
Tal debate debe partir de ciertos principios ontológicos y filosóficos
comunes a la especie humana y a la realidad en la cual a todos nos toca
desempeñarnos; lo operativo tiene que ver con el modo de operar
de cada cosa, que a su vez deviene del modo de ser o esencia de cada una
de ellas. A su vez, lo valórico, es todo aquello cuya forma se
diferencia de algo análogo y permite al entendimiento humano diferenciar
lo bueno de lo malo, lo mejor de lo peor etc. El entendimiento solo entiende
por diferencias, si la estructura de diferen-ciación no existiesen
o estuviesen en extremo relativizadas el entendimiento es incapaz de comprender.
Ahora bien, como el Occidente moderno no arrancó de la unidad sociopolítica
y humana de sus pueblos, las diferencias sociales y económicas
se proyectaron en forma muy dispersa y desordenadamente. Desde una sociedad
agraria de corte feudal a una sociedad industrial y política de
corte liberal-socialista. Así apareció el liberalismo, diciendo
que había que “dejar hacer”, para que cada uno decidiera
“libremente” cómo manejar su vida. Puesto que así
todo se resolvería espontáneamente. Pero la propuesta liberal,
operando dentro de un marco de graves deficiencias estructurales, de divisiones
y desigualdades preexistentes, no pudo resolver el problema social de
fondo. Lo que se requería previamente era procurar homogeneizar
estructuralmente la sociedad, en función de una praxis común
y de oportunidades iguales para todos. E ir abriéndola paso a paso
al ejercicio pleno de la libertad, especialmente en la relación
trabajo-capital, sobre una plataforma de protecciones sociales autogeneradas
por las propias personas y la subsidiariedad del estado.
Al igual que un pueblo tiene un lenguaje común, necesidades básicas
comunes, y todos somos iguales ante la ley, también necesitamos
una praxis intelectiva y funcional común, a través de las
instituciones sociopolíticas comunes organizadas institucionalmente.
Porque ese es el “lenguaje” del entendimiento común.
No se trata de uniformar, sino de valores éticos y operativos que
pertenecen por naturaleza a toda la especie humana. Sólo así
la justicia y la libertad se verán refrendadas igualmente para
todos en términos prácticos. Si Chile quiere insertarse
y competir en el mundo global, debe ejercer la justicia y la libertad
de un modo muchísimo más que teórico y sin exclusiones.
Y hay que partir por reconocer los aspectos fundamentales que le da vida
a todo el resto de las cosas.
El liberalismo tiene una dimensión de tintes acordes con la dignidad
humana, que es la libertad. Pero el objeto de la libertad liberal no es
el bien del hombre, sino el interés común y particular,
fundado en lo económico (no confundir con el bien común).
Es así una ideología materialista y excluyente, contraria
a la esencia humana y que tiende naturalmente a la sociabilidad, al bien
y a la felicidad, mediante la expansión natural de sus facultades
superiores y que son inmateriales. Esto no quiere decir que uno esté
contra el libre mercado, sino que el mercado debe ser un medio amplio
de desarrollo humano común para todos, bajo parámetros de
protagonismo, oportunidad, proporcionalidad, libertad y responsabilidades
compartidas.
Ahora bien, como se hizo evidente que el liberalismo no era capaz de resolver
los problemas que su propia dinámica desestructurada hizo emerger,
apareció el socialismo, apoyado inicialmente en la Revolución
Francesa y en sus postulados de libertad, igualdad y fraternidad. Pero
esos principios cayeron en un completo vacío, pues no había
estructura práctica para ponerlos en escena. Prueba de ello es
que hasta el día de hoy no se aplican dichos principios en ningún
sistema sociopolítico, aunque se siguen proclamando en los discursos
del marketing electoral. (la quema masiva de vehículos y recintos
públicos en Francia, en noviembre del 2005, habla por sí
sola)
Unos setenta años después apareció Marx y su idealismo
extremo, diciéndonos que la historia tenía ciclos de tipo
mecanicistas, por lo tanto el socialismo tenía que ser aplicado
también de un modo científico. Y como todo lo científico
es cuantificable o medible, Lenin convirtió el materialismo dialéctico
e histórico en la base de sus ingenierías sociales, cuya
pretensión fue modificar y estructurar sistemáticamente
el com-portamiento humano. Una vez más, el experimento falló
rotundamente, no obstante el totalitarismo político al que fueron
sometidos los pueblos de la órbita soviética. Y falló
porque no tuvo en consideración la antro-pología natural
de la persona humana, su dinámica intelectiva y funcional práctico-individual,
su espirituali-dad y su tendencia a familiarizar y socializar en pos del
bien y la felicidad en forma amplia y concretísima. En otras palabras,
el socialismo apareció con mucha fuerza para denunciar las desigualdades
y las injusticias, pero con un exiguo sustento real de sus propias propuestas.
Y así no logró otra cosa que agravar la problemática
liberal, pero esta vez por la vía de la sobreregulación
y sobreprotección, con el consiguiente subdesarrollo económico
y social.
Al advenimiento del socialismo siguió la irrupción de un
tercer actor político, la Democracia Cristiana, cuya propuesta
fue humanizar el liberalismo y el socialismo. Pero los resultados de su
accionar son bastante discutibles, pues en lo esencial no ha logrado desmontar
los principios materialistas que rigen esos dos cuerpos ideológicos.
Peor aún, la competencia a todo trance por el poder hizo que la
DC abjurara de sus propias concepciones humanistas cristianas con las
que vino a “competir”. Y terminó instalada al alero
del socialismo o del liberalismo, haciendo de bisagra política
en aquellos países en que aún no ha desaparecido. De esta
manera, la DC ha despilfarrado la riqueza antropológica del aristotelismo
y del tomismo renovado, base del Humanismo Cristiano actual y por el cual
trabajó intensamente León XII, Juan XXIII, Maritain, Paulo
VI y Juan Pablo II.
Los tres bloques políticos han terminado viendo sus postulados
entremezclados unos con otros, conformando la base del relativismo moderno
antesala del nihilismo: liberalismo con socialismo y algunas pinceladas
de cristianismo, y viceversa, lo que ha terminado por confundir casi todo,
enrareciendo cada vez más la marcha de Occidente. Todo esto dentro
de un proceso de anticuerpos filosóficos que se conocen como materialismo,
hedonismo, utilitarismo, economicismo, individualismo, consumismo etc.
La democracia representativa tiene un gran problema de fondo: como las
mayorías, por una falsa praxis, no han podido desarrollarse intelectiva,
funcional, sociopolítica y económicamente, terminan por
transar su libertad a cambio de entregar su voto político a un
estado benefactor de mínimos, que a su vez se financia mediante
los tributos que le aportan los sectores más pudientes. Bajo el
“paradigma” actual, los únicos protagonistas son los
trabajadores independientes, los ejecutivos, directores y propietarios
de empresas, la elite de dirigentes políticos y ciertos grupos
vocacionales que de verdad viven y se desarrollan libremente. El resto:
la sociedad salarial, la clase media, la pequeña y microempresa
y los pobres en general siguen y seguirán instalados en los últimos
peldaños de la escala socioeconómica y del desarrollo humano.
Ese resto constituye el 70% o más de la población del país,
que bajo las actuales estructuras no podrá abandonar ese sitial
y no compartirá los éxitos y vaivenes de la nueva economía
global, persistiendo en su estado de enajenación y exclusión
en este nuevo ciclo de la historia. Y como el concepto lucha de clases
es manejado muy eficientemente, los sectores mas pobres ven en los sectores
pudientes como la causa de su situación. Sin comprender que el
problema parte siendo metafísico y valórico en cuanto institucional
y personal, y termina siendo de escasa autosuficiencia, autoestima y autodeterminación
en ellos mismos.
Los tres cuerpos ideológicos que manejan nuestro país, se
disputan y reparten el poder dentro de un contexto político inmovilista
de suma cero, que ha terminado por trasmitirse a otras instancias como
es el caso del sistema salarial y la educación pública.
Lo que gana un sector lo pierde el otro, y viceversa. De manera que, en
lo sustancial, sus actuales posiciones ideológicas aparecen como
irreductibles, con escasas posibilidades de éxito.
Los trabajadores deben asumir su rol humano y social, e insertarse en
la realidad de un modo abierto, con todos los beneficios, traspiés
e inseguridades que ésta ofrece. Deben transitar del mundo de la
tercera persona, de los mínimos y de los riesgos acotados, al protagonismo
en primera persona y entrar de igual a igual en acuerdos productivos con
los empresarios. Los trabajadores siguen siendo utilizados políticamente
por los sectores que avivan la llama de la lucha de clases. Y muchos de
los empresarios se aprovechan de ellos y no hacen casi nada para devolverles
la libertad e instalarlos en el protagonismo y el desarrollo moral, al
igual que ellos, pues les importa más ganar dinero que dar luchas
políticas contra aquellos sectores que profitan de su postergación
humana. De esa falencia moral y del buen vivir de los sectores de derecha
deviene una descalificación moral que se trasmite hacia los sectores
políticos que los representan, no obstante que la responsabilidad
política es compartida con la izquierda. ¿Qué han
hecho la CPC, la Sofofa y la CUT en beneficio de sus congéneres
las Pymes y de los trabajadores? Poco y nada, mientras la gran empresa
crece y se fusiona las Pymes se descapitalizan y desaparecen y el desempleo
es crónico y la precarización del trabajo se acelera. Chile
tiene 691 cesantes desde hace 8 años, considerando los planes de
empleo de emergencia. Y esto en tanto confiemos en las estadísticas
gubernamentales.
IGUALDAD (mitos y realidades)
La igualdad no es un absoluto, y tampoco se puede alcanzar en términos
materiales o económicos. La razón de ello, en cuanto dignidad
de la persona, es por que la libertad y la justicia son principios superiores
a la igualdad, y esto hace que las personas según sus diferentes
prioridades y capacidades se muevan en forma diversa y de sus acciones
devengan distintos resultados. Esto nos lleva a concluir que la igualdad
debe ser aplicada sólo en el plano superior y metafísico
del desarrollo humano y a todos por igual.
Cumplida esa etapa, la igualdad se ramifica en una diversidad amplia,
pero en concordancia con el principio de libertad y justicia. Es un deber
ético la prevalecencia de dichas dimensiones en forma más
o menos homogénea para todos. Y si se quiere hacer prevalecer de
verdad el principio de justicia, las bases de igualdad tienen que apuntar
a lo más alto, pues si se estructuran a nivel bajo o intermedio,
bastará que una persona o institución sobrepase esos niveles
por su propia cuenta para que dé inicio al ciclo de la desigual-dad.
¿Y qué es aquello humano más alto que tenemos en
común, y potencialmente alcanzable por todos? Sin duda, el entendimiento
y la inteligencia práctica. Y para un correcto e igualitario desarrollo
del entendi-miento y de la inteligencia práctica, más allá
del esfuerzo personal, es el gobierno quien debe adaptar las instituciones
correspondientes para ese propósito, a fin de inducir, potenciar
y actualizar dichas facultades. Y si el gobierno aspira a una mayor igualdad
ciudadana, debe ser ejemplar y validar también el bien común
político, pues eso constituye la base de la justicia social y política.
Sin desconocer que hay una desigualdad estructural que debe ser remontada
bajo un esfuerzo económico masivo de todos y por una sola vez.
La igualdad requiere de otro elemento a considerar: la unidad, que no
puede ser confundida con uniformidad. La unidad deviene también
de la activación de las facultades superiores en aquellas instituciones
intensivas en desarrollo teórico y práctico: la educación
y el trabajo. En otras palabras, la envolvente de la diversidad humana
serán los principios universales que rigen de un modo natural dichas
facultades. La izquierda sabe que la igualdad material o económica
no es posible, pues no existen al respecto elementos de justicia objetiva.
Unos pueden asignar un enorme valor a tocar el piano, o a cultivarse intelectualmente.
Y otros pueden tener aspiraciones y compromisos económicos con
su familia, y por lo tanto trabajar de sol a sol. Bajo el actual paradigma,
en que la mayoría de los ciudadanos viven en antipraxis valórica,
intelectiva y funcional, y sectores muy reducidos viven la praxis activamente,
la igualdad del socialismo será siempre una cuestión material
y “por resolverse”, y por lo tanto funcionará siempre
como amenaza política. Les aseguro, que bajo el actual paradigma
sociopolítico se estará hablando de igualdad durante los
próximos cien años.
CAPITAL HUMANO Y POBREZA
El capital humano abarca los talentos, la educación, la salud
y la formación humana y social. Si bien son muy importantes el
capital físico y la maquinaria, los trabajadores son cruciales,
pues su desarrollo, en tanto sus capacidades se vean constantemente actualizadas,
permite entre otras cosas, que la empresa pueda adaptarse a la “velocidad”
de los cambios. En cambio, la tecnología y la maquinaria se deprecian
rápidamente por obsolescencia. Por lo tanto, no se puede crecer
sin un fuerte énfasis en el desarrollo humano. Pero nada de eso
funciona si no existe una sólida y extendida estructura de oportunidades
en el mundo laboral. Ahí está el caso de cómo se
desarrollo Silicon Valley con un pgb más grande que el de Chile
generado en sólo 20 años.
Según el Nobel Gary Becker, el 80% de la riqueza de USA consiste
en su capital humano, al punto que hay una directa relación entre
déficit de capital humano y riesgo país. El desarrollo de
países como Japón, Hong Kong y Corea del Sur, sin riquezas
naturales, se ha basado en su capital humano. Por el contrario, los países
gobernados por regímenes socialistas con énfasis en las
seguridades laborales, y que no apuestan al desarrollo humano individual,
terminan con elevadas tasas de cesantía: y frustración humana:
Francia, 11%; Alemania, 12%; Suecia, 13%; España, 23%; Inglaterra,
8.5%.
A la educación por sí misma, no se le puede exigir más
de lo que puede dar cuando está desconectada de esos otros ámbitos
que conforman el orden social. Cuba y Corea del Norte han demostrado que
una buena educación por sí sola no basta para sacar un pueblo
adelante. Y EE.UU. ha demostrado que la inversión de inmensos recursos
en la enseñanza más una enseñanza tecnocrática
y exenta de humanismo no asegura en absoluto el aprendizaje.
CAUSAS MÁS PROFUNDAS QUE EXPLICAN LA DIVISIÓN SOCIAL Y POLÍTICA.
Bajo una visión teológica, se puede decir que la dicotomía
epistemológica que divide al país es alimentada por visiones
en pugna respecto del hombre y la realidad: ateísmo y agnosticismo
versus religiosidad. Y dentro de ella humanismo espiritual versus humanismo
materialista, liberalismo y socialismo versus Humanismo Cristiano.
Bajo una mirada filosófica, la pugna es entre idealismo y realismo,
entre positivismo sociológico y antropología filosófica
y metafísica del hombre. Desde una perspectiva econó-mica,
la pugna es entre capital y trabajo conducidos divergentemente entre el
socialismo y el liberalismo económico, que deviene en posiciones
políticas de sobreregulación para muchos y libertad económica
para algunos pocos, entre economía y economicismo, entre consumismo
y austeridad. Mientras no se resuelvan esas dicotomías, nunca podremos
entendernos. Y quien sea capaz de ordenar el debate y abrir vías
de solución teóricas y prácticas para todos estos
elementos en pugna, obtendrá el liderazgo político.
En ese plano, y a través de las seis instituciones claves de la
sociedad (familia, educación, trabajo, salud, justicia y gobierno),
se puede plantear un discurso de igualdad real en torno al desarrollo
de las facultades superiores ya mencionadas, con lo cual el discurso de
“igualdad” material de la izquierda y el de “chorreo”
del neoliberalismo quedarán completamente superados. Hay que recordar
que el ser humano, en última instancia, puede sobrevivir sin el
constructo social, pero la sociedad no tendría razón de
ser si hipotéticamente no existieran los ciudadanos. Pero el hombre
es un animal político, puesto que parte de su felicidad depende
de factores políticos prácticos y de la felicidad del resto
de sus semejantes. Ahora bien, en cuanto a jerarquía, es la persona
el objeto de la sociedad, y bastante menos la sociedad y su progreso el
fin del ciudadano. La sociedad progresa en tanto y cuanto se desarrolle
la persona. Y la persona en cuanto se expandan sus facultades superiores
dentro de instituciones bien diseñadas por el sistema político.
Esto de la superioridad humana queda confirmado al constatar que dentro
de la escala de los seres vivos somos los únicos que tenemos entendimiento
e inteligencia práctica. Facultades denominadas espirituales por
su infinita capacidad de comprensión, abstracción, analogación,
creatividad y acción. Todo esto se confirma además por el
hecho de que los conceptos y juicios culturales remiten siempre a una
“concepción” de hombre, individual o en convivencia
social. La conclusión lógica y directa es que al final de
cuentas todo se reduce a la expansión de dichas facultades dentro
del orden político. El resto es importante pero de segundo o tercer
orden.
Las dimensiones superiores del desarrollo humano son tres: entendimiento,
inteligencia práctica (voluntad) y sentido trascendente o creatividad
humana. Estas tres dimensiones son trivalentes, es decir, interactúan
y se retroalimentan entre sí. Si bien son los sentidos humanos
los que capturan en primera instancia “la realidad”, sólo
lo hacen en el plano sensitivo o físico. Es el entendimiento –
que por naturaleza busca siempre la verdad- el que elabora los conceptos,
jerarquiza, analoga (semejanza de relaciones), separa y reunifica la información
para entregársela a la inteligencia práctica. (Inteligencia
práctica o voluntad humana que sólo busca concretar bienes
o fines.) Y así la inteligencia práctica decide estratégicamente
el modo de acción en pos de un bien o un fin determinado por el
entendimiento y con el concurso de la voluntad. A su vez, la experiencia
práctica de la voluntad vuelve al entendimiento y le corrige algunos
elementos de su disquisición de origen, después de haber
confirmado lo verdadero en cuanto práctico. Por eso se dice que
toda verdad teórica sólo se confirma como verdadera cuando
ha sido verificada como verdad práctica por el sujeto que decide
y experimenta la acción. Por las razones antedichas, esas facultades
deben operar de un modo abierto y siempre coligadas, pues requieren de
una permanente retroalimentación, dada su ambivalencia y necesaria
actualización en función del perfeccionamiento humano. Es
crucial tener estos aspectos metafísicos claros para desarrollar
un proyecto educativo, laboral y de apoyo a la familia contundente a través
de lo político. Ahora bien el que no viva el desarrollo de las
mencionadas facultades al modo ambivalente y en libertad, jamás
alcanzara la autosuficiencia.
Esta larga explicación metafísico-humanista pretende hacer
ver el porqué, el para qué y el cómo se desarrollan
e integran las propuestas políticas que más abajo se formulan,
cuyo propósito es establecer un nuevo paradigma, basado en la antropología
filosófica del hombre. Es la persona la que tiene que hacer su
vida, y no el orden social o político hacerla por ella, pues en
ese caso la vida humana y el libre albedrío no tienen mayor sentido
pues no funcionan ni menos se desarrollan.
FELICIDAD
Es inevitable, si se aspira humanamente a la felicidad, enfrentar el
trabajo, el esfuerzo y la incertidumbre que genera el resultado de la
acción libre. Todo lo que la persona piensa y hace es siempre en
búsqueda de la felicidad y de evitar el sufrimiento. Pero alcanzarla
de verdad implica sacrificio, ahínco, pasión, etc. Todos
conceptos análogos de “dolor” o “sufrimiento”
términos muy desvirtuados por el progresismo y el materialismo.
El viaje hacia la felicidad es complejo y laborioso, pues los factores
involucrados son múltiples, intrincados e incluso fortuitos. Eso
hace que el camino por recorrer demande el máximo entendimiento
posible de la realidad y de cómo jugarán las variables reales
y eventuales, y al mismo tiempo ser capaces de concretar las acciones
prácticas precisas para lograr los propósitos. Precisamente
este recorrido, además de ser condición de la libertad,
es lo que genera desarrollo humano en el plano superior con consecuencias
en el ámbito práctico. Ahora mayores cuotas de felicidad
requieren mayores cuotas de integración práctico-social
mediante una estructuración adecuada de medios y fines considerando
las dimensiones humanas y los ámbitos sociales correspondientes,
pues la plena satisfacción guarda relación con el sentido
de totalidad y perfección, tanto humana como de la sociedad en
su conjunto.
Hay una máxima que dice; “el sufrimiento limita con la praxis”;
esto quiere decir que cuando la acción alcanza su clímax
de perfección, el sufrimiento es reemplazado por la satisfacción
del logro, el sujeto se hace feliz primero entendiendo y después
haciendo inteligentemente para sí y para los demás aquello
entendido. Es ahí donde el sufrimiento adquiere un sentido amplio
para el sujeto de la acción, cuando lo incierto se transforma en
felicidad y el sujeto se desarrolla moralmente. Si el dolor no tiene sentido,
la acción diaria del sujeto se transforma en un sinsentido, y por
lo tanto en una frustración alienante y hasta patológica.
La cuestión moderna del sufrimiento tiene que ver con el sinsentido.
Fue el estado benefactor el que contribuyó al sinsentido del sufrimiento,
pues cambió libertad por seguridad y de esa manera creyó
evitar el sufrimiento humano. Pero no sólo no logró evitarlo,
sino que además produjo el peor de los efectos imaginables: impidió
que la persona se desarrollase intelectiva, práctica y sociopolítica-mente,
apostando a que su desarrollo se conseguiría espontáneamente
a través del “desarrollo” del colectivo social. Tesis
que emana del darwinismo, desarrollo social espontáneo a partir
de la evolución natural de las especies sociales. Una de las más
brutales equivocaciones históricas y que instaló a buena
parte de Occidente en las desigualdades y en la pobreza.
En síntesis; la felicidad y el sufrimiento son dos caras de la
misma moneda, conforman valles y montes, y ambos desarrollan la dimensión
moral. Y la dimensión moral tiene que ver con el desarrollo del
entendimiento que se desarrolla sólo entendiendo y eso sólo
ocurre en tanto el sujeto esté exigido por la fuerza de la realidad
y del resolver.
La felicidad hace mirar la vida con entusiasmo, con deseo de más,
con bondad y altruismo y desarrolla la comprensión y la solidaridad
para con el prójimo. El sufrimiento, en cambio, produce temor,
y el temor paraliza y genera recelo y desconfianza. Pero nadie puede tener
verdaderas experiencias de felicidad si no pasa por experiencias de “sufrimiento”,
entendido al modo de incertidumbre y no modo auto flagelante.
Ahora bien, las posibilidades de ser feliz y dar sentido real al sufrimiento
están asociadas al ejercicio de la libertad, tanto en el ámbito
social como en el plano individual. Y la institución mejor relacionada
con la realidad, y que confirma al sujeto como persona inteligente entendiendo
y haciendo cosas prácticas, es el trabajo. En cuanto sus dinamismos
y sus consecuencias estén abiertos a resultados, sea que se vivan
de un modo directo o indirecto, pero libremente, es decir praxis en el
ámbito de la primera persona.
Si el ejercicio de la libertad no está presente, la felicidad está
en abierta desventaja con respecto el sufrimiento, pasa más bien
a ser un estado excepcional, y el sufrimiento algo permanente, lo que
genera masa política a favor de “eliminar” la incertidumbre.
Esta es una de las claves de las desavenencias sociales y políticas.
Pues el que recorre el camino que conduce a la felicidad y la logra, no
está dispuesto a entregárselas a aquel que se salta todas
las vicisitudes que conducen a la felicidad pues lo estima además
de injusto, amoral e inconducente.
Dentro de esa artificial conflictiva surgió el estado benefactor
y la sociedad salarial, que intentó eliminar el “sufrimiento”
en todos los frentes posibles y construyo una sociedad de mínimos
y no orientada hacia el bien y fines humanos. Y es en ese instante también
cuando la productividad cae y las desigualdades se amplían. Y como
es un hecho que el estado benefactor, además de fracasar no se
financia, y que la dinámica de la globalización y el constante
cambio demandan desarrollo humano y profesional, hay que invitar a los
sectores pasivos a desarrollarse en asociación con los sectores
activos.
Para desarrollar el entendimiento y la inteligencia práctica, y
lograr efectivamente la felicidad, se requiere, tanto como del esfuerzo
individual, adecuar las instituciones que pertenecen al plano político:
familia, educación y trabajo. La familia, preocupada del ámbito
formativo y valórico más básico. La educación,
del ámbito teórico, pero conectada con el ámbito
práctico. El trabajo, abocado al ámbito práctico,
pero en conexión con el ámbito teórico. Es decir,
las tres instituciones “transversalizadas” por el desarrollo
de las facultades superiores de la persona humana. Así se transforma
el actual círculo estanco y vicioso en uno integrado, unitario
y virtuoso.
Bajo el paradigma cultural que hoy predomina en Chile y en Occidente,
la felicidad es una excepción, pues sólo es posible de obtener
parcialmente, a través del ámbito particular o privado,
y por lo tanto en pequeñísimas cuotas e intrascendentemente.
Esas deformaciones llevaron a construir instituciones vacías de
sentido humano y bajo un contexto de deber más que de querer. Y
la felicidad se obtiene fundamentalmente bajo un contexto de querer, aunque
el ser humano, para adquirir ciertas virtudes y conducir bien su vida,
tiene que desarrollar hábitos que inicialmente demandan deber y
esfuerzo.
Un último y dramático alcance. Al carecer una amplia mayoría
de los ciudadanos de los medios reales de búsqueda y logro de la
felicidad, han visto atrofiadas sus facultades superiores, lo que ha redundado
en graves deformaciones humanas. La dinámica intelectiva y volitiva
de las mayorías ha sido sustituida por el círculo vicioso
de la imaginación, el deseo y la ignorancia. Esto ocurre porque
la mente humana, estando siempre en actividad, instintivamente busca sustitutos
cuando no están operando y desarrollándose sus facultades
esenciales y verdaderas. La ignorancia es carencia de entendimiento y
de inteligencia práctica. La imaginación es fantasiosa y
arracional, porque no arranca de elementos verdaderos, y por lo tanto
introduce la irrealidad en las decisiones personales y políticas.
Y el deseo, hoy condicionado por el materialismo cultural existente, apunta
casi exclusivamente a las cosas materiales, pero sin elementos intelectivos
y volitivos de apoyo para lograrlas. Es una dinámica modernista
explosiva, que reemplaza malamente a la voluntad, acicateada por una imaginación
fantasiosa y deseosa. De esta manera, los segmentos sociales mayoritarios,
carentes de toda praxis activa, no pueden racionalizar lo que de verdad
les ocurre, porque están en antipraxis, bajo una dinámica
intelectiva y volitiva de mínimo desarrollo y en gran medida falsa.
Y jamás saldrán de ese estado si el sistema político
no hace las modificaciones estructurales que les permitan desarrollarse.
Según el PNUD, el 53% de los chilenos declara no ser feliz y sentirse
insatisfecho con el sistema sociopolítico, pues éste es
incapaz de generar una estructura de oportunidades y protagonismo. En
síntesis, el “reclamo” de las mayorías no es
por lo que les pasa, sino por aquello que no les pasa. Y algunos sectores
claramente identificados explotan esa frustración, exacerban la
lucha de clases y obtienen enormes beneficios políticos a costa
de la pobreza intelectiva y volitiva de las mayorías. Y que para
peor de males no hacen nada por averiguar sus causas y modificar lo que
sea necesario.
Se concluye así, que la felicidad es lo mismo que aquello que permite
visualizarla y alcanzarla, es decir, es en sí misma el proceso
virtuoso que conduce a ella.
Aristóteles decía que “la felicidad es de aquellos
que se construyen por sí mismos”. Confucio sostenía
que “quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes,
deberá acostumbrarse a constantes cambios”. Tomás
de Aquino escribió: “El entender es el acto de todos los
actos, la perfección de todas las perfecciones”. Y un poeta
argentino dijo: “Creí cantar a la felicidad, pero la felicidad
era mi cantar.”
FAMILIA
¿Cómo se explica la contradicción que existe entre
proclamar con tanta fuerza la preservación del medio ambiente para
la flora y la fauna, y no proclamar la conservación del “hábitat
ecológico” básico y natural del ser humano, que es
la familia? Ahí está la disminución de la natalidad,
que en el 2004 registró 150 mil nacimientos menos que en 1990,
sin considerar la curva natural de crecimiento poblacional en ese mismo
período. El 56% de fracasos matrimoniales, el 60% de familias monoparentales
y cerca de un 50% de hijos sin la figura paterna dentro del hogar. La
creciente masa de convivientes, los más de 50 mil embarazos adolescentes
en edad escolar, la violencia intrafamiliar y el abuso contra la mujer,
que las está induciendo a buscar su independencia económica
y a descuidar la maternidad; las legislaciones que promueven el divorcio,
el aborto y una sexualidad casi animal a partir de la primera adolescencia
fomentada por políticas gubernamentales pro condón. Las
tasas impositivas que obligan a la familia a entregar más de un
28% de su ingreso anual en impuestos. Peor aún, la actual estructura
jurídica de la sociedad conyugal la hace estar en permanente riesgo,
pues la falencia económica de cualquiera de los dos cónyuges
arrastra a la familia en cuanto tal a su ruina afectiva, siendo que conyugalmente
podría no tener ningún problema.
La familia debe ser recomprendida, afectiva, funcional, societaria y tributariamente.
Hay que reposicionarla sin eufemismos dentro de un ámbito de independencia
política, toda vez que es anterior al estado y es fuente de la
formación moral y ética de la persona.
Siendo una institución básica de la sociedad, sus elementos
constitutivos tienen que ser sólidos y diferenciadores en cuanto
los roles del padre y de la madre, pues es el único núcleo
reproductivo que puede asegurar la estabilidad psicológica, afectiva,
profesional y social de los ciudadanos. La sociedad es sólo la
extensión de esa organización primordial que es la familia.
Cuando la familia está verdaderamente consolidada, desarrolla también
el sentido comunitario y la autoestima de la persona. Es el ámbito
donde se aprende a diferenciar lo permanente de lo temporal, lo sustancial
de lo efímero, lo material de lo espiritual, los valores auténticos
de aquellos falsos, lo solidario etc. La falta de formación familiar
genera en la persona distorsiones que la conducen al individualismo, a
la depresión, a la agresividad y a una deteriorada autoestima.
Por todo esto el rol de la mujer en el cuidado de los hijos y del hogar
debe ser revaluado. Para esto se propone que el 50% de la cotización
previsional del cónyuge que trabaja se destine a cubrir la previsión
de la mujer madre y dueña de casa.
BIEN COMÚN
Para establecer bases reales de igualdad, el gobierno debe velar de un
modo extremadamente riguroso por el bien común político,
en desmedro del interés común de grupos partidistas o particulares,
salvo excepciones muy calificadas. De otro modo, deja de cumplir su rol
estabilizador y subsidiario en cuanto a la libertad y a la justicia. Es
una labor política que sólo le compete al que está
a cargo del estado. Y es el mismo gobierno el que tiene que comenzar dando
el ejemplo en cuanto a igualdad, aplicándosela a sí mismo
y a los más pobres que no cuentan con la capacidad de influir o
beneficiarse de un modo directo.
Un ejemplo que ilustra el rol económico y político del concepto
Bien común.
Chile posee un enorme commodity minero en manos estatales. Parte importante
de su producción la vende a China. A su vez, China nos exporta
bienes que tradicionalmente fabrican o fabricaban las Pymes chilenas,
que generaban o generan el 80% del empleo nacional. Pero el gobierno chileno,
de acuerdo a las normas de la OIT, les impone leyes laborales de ingresos
y con costos sociales que significan US$ 7.000 per cápita anual.
Esto dentro de un contexto de 45 horas de trabajo semanales, 20 días
hábiles de vacaciones y otros 20 en feriados nacionales. Indemnizaciones
por años de servicio que pueden alcanzar hasta 34 ingresos mensuales
si la disputa entre el empresario y el trabajador termina en los tribunales
y el fallo es en favor del trabajador (99% de los fallos lo son). China,
por su parte, no acata las normas de la OIT, y lo único que exige
para sus trabajadores es un pago de aproximadamente US$ 900 al año.
No tienen vacaciones, salvo un día anual, y la jornada laboral
es de 84 horas semanales. Además, las empresas chinas están
exentas de costos por indemnizaciones, AFP, Isapres, etc. Si uno extrapola
los factores económicos que ambas legislaciones contemplan, el
ingreso Chino no es superior a US$ 300 versus los US$ 7000 que percibe
el asalariado chileno como mínimo.
Ahora bien, desde la perspectiva del tipo de cambio, China, según
la revista The Ecomomist del 5 de Noviembre del 2005, (índice Big
Mac Index), tiene la moneda más sobrevaluada del mundo. Esto significa
que una importación proveniente de China viene subvencionada en
un 58,48%. Haciendo el ejercicio inverso, el producto chileno entra a
ese mercado bajo un arancel equivalente a un 141%.
Ahora bien, como actualmente China nos exporta el 43% de nuestro consumo
interno en artículos no perecibles, se ha producido una enorme
cesantía y precarización del empleo nacional, lo cual constituye
un problema social de gran envergadura, que el gobierno no tiene o no
quiere resolver políticamente.
Un poco de ficción: el presidente chileno decide que no puede seguir
tolerando tamaña asimetría laboral, pues está destruyendo
el empleo nacional. Llama al embajador chino y le notifica que el gobierno
chileno pondrá aranceles que regulen tamaña diferencia,
pues no puede ni quiere rebajar el nivel salarial chileno al nivel chino,
y tampoco transgredir el acuerdo internacional con la OIT. El embajador
le comunica a nuestro presidente que en ese caso, China no comprará
más cobre chileno. El gobierno de Chile considerando que tiene
un fuerte interés particular sobre ese commodity, le dice al embajador
que se olvide del asunto, y persevera en la asimetría.
Consecuencia: el gobierno, como único responsable, no está
en condiciones de defender bajo una concepción mínima de
justicia el empleo nacional y la estructura de bien social que de él
emana. En este ejemplo se percibe cómo el gobierno pierde su libertad
de acción política y social por no respetar la estructura
del bien común. Muy distinto sería que el gobierno chino
tuviera que entenderse con una S.A. regida por el interés particular.
Un ejemplo más abstracto, pero más dañino, se verifica
en el desarrollo de las facultades superiores de la persona humana. Si
el gobierno y la sociedad no resuelven la diferencia de praxis entre un
sector socioeconómico y otro, e imposibilitan a las mayorías
su desarrollo superior, genera de hecho una profunda plataforma de desigualdad.
Y el principio del bien común vuelve a ser transgredido, pero ésta
vez radical y trasversalmente. Pues existiendo la posibilidad de obtener
un desarrollo de calidad superior, cualquiera que se aboque a conseguirlo
por su cuenta y obtenga las ventajas correspondientes, dará inicio
a la cadena de la desigualdad. Y entonces el gobierno se verá obligado
a aplicar políticas excepcionales para apoyar a los sectores más
retrasados, con lo cual romperá el principio de igualdad ante la
ley y terminará gobernando bajo el principio de equidad y de los
subsidios.
La sociedad y el gobierno son un medio de desarrollo humano, y no un fin.
Los principios pro igualdad tienen que respetar la diversidad, pero la
diversidad para darse de un modo natural, requiere de una plataforma valórica,
ética y operativa común para todos y de acuerdo a la ontología
humana y a los códigos más básicos de la realidad.
ORDEN POLÍTICO
Más de un 50% de la población chilena en condiciones de
votar no lo hace (no inscritos, votos en blanco, etc.). Nuestra institucionalidad
política está evaluada como una de las dos peores de la
vida nacional. Dicha percepción es difícil de cambiar, dada
la escasa profundidad con que el aparato político trata los temas
relevantes, la baja eficiencia legislativa, y el hecho de que sea confrontacional
y de suma cero. Tan negativa es ésta apreciación, que la
mayoría de los ciudadanos entiende la política como un sistema
que favorece primordialmente a sus actores y no al ciudadano que es su
verdadero objetivo. Por lo tanto, debe eliminarse el blindaje que el sistema
se ha dado a sí mismo (voto obligatorio y a todo evento), y permitir
que pueda ser impugnado democráticamente en cuanto a si cumple
o no su verdadero rol. Es un “producto” que debe ser querido
por sus “consumidores” y no una parcela de poder que aperna
a los mismos de siempre en los mismos cargos. Peor aun con la actual ley
de financiamiento político, que si bien evita de alguna manera
la intervención e influencia de los empresarios, los candidatos
a la reelección tienen una ventaja irremontable frente a un candidato
nuevo que no cuenta con una adhesión histórica de arrastre.
¿Como puede ser que nuestro sistema político (ejecutivo
y legislativo) se perpetúe sin modificaciones, siendo tan poco
consecuente con respecto el bien común, tan reacio a la creación
de condiciones mínimas de igualdad y protagonismo para todos, tan
ineficaz en materia educacional, tan indolente respecto de la cesantía
y la precarización del empleo, la delincuencia y la drogadicción,
la calidad de la salud, los analfabetos funcionales, etc? Y realmente
no le pase nada en cuanto sistema? Es evidente que la válvula de
escape consistirá en estallidos a la francesa.
EDUCACION (HACIA UNA SOCIEDAD DOCENTE)
Después de 10 años de reforma educacional, los resultados
son simplemente catastróficos. Sería largo enumerar sus
falencias pedagógicas, que por lejos superan el recurrente tema
de la carencia de recursos materiales y técnicos.
La entrega académica poco y nada sirve para postular a cargos básicos
del mundo laboral, tanto que 26% de los alumnos y profesionales recién
egresados no encuentran empleo, no obstante que la tasa promedio de desocupación
alcanza a un 8%. Nuestra educación sufre de problemas esenciales,
pues no enseña a entender el significado de los conocimientos dentro
del contexto de una realidad funcionando integradamente incluyendo el
sujeto. Esto se debe a que el alumno no es introducido en la esencia o
sustancia de las cosas, y menos en sus modos de diferenciación
y de analogación proporcional y metafórica. Por lo tanto,
se le hace muy difícil extraer de ese precario conocimiento, la
comprensión en que consisten y cómo operan las cosas materiales
y conceptuales que se le enseñan y así entenderlas participadamente.
Y eso le impide resolver en su vida adulta la cotidianeidad de las cosas,
no obstante haya egresado de la educación media incluso universitaria.
Eso explica en buena medida el 80% de analfabetismo funcional de la población,
es decir, su incapacidad de discernir las acciones prácticas que
le permitirían funcionar en la vida diaria. Otra fuente de grave
desigualdad social y económica.
Los contenidos educacionales están centrados en la adquisición
de “datos”, y no en el desarrollo del entendimiento. No poseen
tampoco unidad epistemológica, es decir, no se rigen por ninguna
teoría del conocimiento basada en fundamentos universales, conforme
a la naturaleza del entendimiento y la inteligencia práctica del
ser humano. Esto explica también que el 80% de los trabajadores
chilenos no entienda lo que lee. Según su magnitud, dichas discapacidades
—intelectivas y funcionales— son comparables con la discapacidad
de un parapléjico, tetrapléjico o cuadrapléjico.
Así de dramático. De ahí que el gobierno -entre otras
cosas- tenga que dictar normas de inamovilidad laboral tácita,
pues los trabajadores están “desprotegidos” en cuanto
a capacidades profesionales propias. Nuestra educación, a nivel
internacional, se encuentra al nivel de países como Bostwana, Sudáfrica
y Gana, y está dentro de las 10 peor evaluadas del mundo desarrollado,
según el Timms y la OECD.
La educación, antes que inyectarle más recursos, requiere
un giro radical, partiendo por introducir al alumno en la realidad al
modo heidegeriano; estar perfeccionar y ser el mundo. Y terminar con el
sentimiento de enajenación de las mayorías respecto del
mundo, que suponen pertenece a otros. Una educación que no desarrolle
la capacidad de pensar, entender y discernir las acciones prácticas
adecuadas para sí mismo, dentro de un hábitat ético
e integralmente interpretado, simplemente no sirve.
Pero ¿qué es conocer la realidad? Para responder esta pregunta,
lo primero es tener presente que el actual ambiente cultural es tan confuso
y distorsionado, que por sí solo hace muy difícil el poder
entender dicha realidad. El relativismo cultural ha hecho un “gran”
trabajo, pues ha ido además destruyendo paulatinamente la trama
valórica de la convivencia social arrastrando incluso el diccionario
común de vocablos, al extremos que la mayoría de las personas
no utiliza más de 70 palabras para comunicarse. Se ha eliminado
la noción de cosas verdaderas, o bien ha conseguido que las cosas
falsas tengan casi el mismo valor que lo verdadero. Pero la contradicción
del relativismo es monumental, pues si eso fuera así, incluso el
relativismo sería una “verdad” relativa y sin valor
alguno, con lo cual la cultura quedaría instalada en el más
absoluto nihilismo. Si la verdad no existe, ¿qué sentido
tiene estudiar? ¿Estudiar qué, para qué? ¿Qué
sentido tiene razonar, si cualquier cosa pensada tiene el mismo valor
que la simple opinión? Gianni Vattimo —apologista del nihilismo—
dice que lo que debemos intentar es “vivir sin neurosis en un mundo
en el cual la verdad no existe y en el que dios ha muerto”. ¿Cómo
puede Vattimo sostener como verdadero que la verdad no existe y que Dios
ha muerto, si la verdad no existe? ¿Cómo podemos evitar
la neurosis, si no sabemos discernir lo que sirve y no sirve al ser humano?
Más aún, bajo esa absurda premisa, ni siquiera podemos determinar
qué es la neurosis. La cultura tiene que ser capaz de restituir
los códigos de la fe natural, de otro modo nada es posible pues
la voluntad y el entendimiento funcionan recurriendo a creencias establecidas
y confirmadas a priori y no confirmando empíricamente cada elemento
que permita afirmar un algo para acometer una acción.
El hombre es una “unidad” eminentemente epistemológica,
que necesita conocer la realidad dentro de un hábitat conformado
por su propio ser ontológico, por las cosas físicas y metafísicas,
la intelección, el afecto, la familia, el sistema ecológico,
la economía, la sociedad, el universo, la globalización,
etc. Por eso la frag-mentación del conocimiento lo desconcierta
y paraliza, tanto en términos teóricos como prácticos.
El hombre moderno es un ser patológicamente asustado, y ese temor
lo instala en la angustia, de lo cual deviene las neurosis y las depresiones;
no cree en sí mismo, en el prójimo ni tampoco en realidad
alguna. Sólo cree en su yo personal y subsistencia propia. Y hace
una verdadera apología existencial de todo ello. Esta enfermedad
del espíritu lo ha dejado sin libertad de determinar, elegir, actuar
y sociabilizar. El “no tengáis miedo” de Juan Pablo
II, proclamado al inicio de su pontificado, encuentra sus causas en una
educación basada en un humanismo materialista falso y que deviene
en una cultura agresiva que confunde más que enseña.
Es un hecho que la educación basada exclusivamente en el enciclopedismo
ilustrado, en el positivismo y en los conocimientos científicos
y tecnológicos, no ha resuelto el problema humano y social de fondo.
Ha separado en parcelas herméticas economía, sociología,
historia, física, medicina, etc., terminando por desintegrar a
la persona. Siendo que el todo, que es más que la suma de las partes,
es lo que entrega el sentido de la vida. Peor aún, los que entienden
que por la vía de los conocimientos descontextualizados no va la
cosa, y se aventuran a desarrollar su entendimiento e inteligencia práctica,
utilizando la amplitud y el orden de los conocimientos metafísicos
y de la ética, sacan enormes ventajas profesionales y sociales
sobre aquellos que reciben una educación vacía, inconexa
y materialista. Ahí está la “familia y la educación”
de los pobres y la familia y la educación de los ricos. Hay que
ampliar la libertad educacional, hoy jaqueada por los contenidos “mínimos”
impuestos por el Mineduc, que copan el 80% del horario disponible en los
establecimientos educacionales y que no dicen ni orientan hacia nada.
Se ha reemplazado el hombre integral por el técnico eficiente y
pragmático y que además no encuentra cabida en la sociedad
moderna, siendo que el hombre posee una capacidad ilimitada de entender
y no de almacenar conocimientos. Hay que desarrollar hombres en cuanto
hombre, antes que técnicos que manejen datos. Pues un buen hombre
abarca un buen profesional, mas un buen profesional no abarca necesariamente
un buen hombre. Los datos están en Internet y en las computadoras,
hay que aprender a buscarlos para después aplicarlos eficientemente
en beneficio propio.
¿Por qué lo material es inferior a la capacidad de abstracción
humana? Simplemente porque lo material es finito, y la capacidad de abstracción
del hombre es infinita. El hombre puede entenderlo todo, y a partir de
ahí “reinventar” el mundo permanentemente. Por eso
hay que entregar una educación de entendimiento y no de datos específicos,
más todavía si el mundo viaja velozmente hacia la globalización,
que consistirá en una creciente integración en constante
cambio. En el tema educacional hay que tener clara la diferencia entre
información, conocimientos y entendimiento. Unos son simples datos,
el conocimiento suele involucrar un contexto intermedio, el entendimiento
en cambio involucra el ámbito moral y universal, es decir las consecuencias
trascendentales en relación con las cosas que hacen el mundo y
la vida humana.
Pienso que la Iglesia, durante siglos, quiso monopolizar el discurso del
desarrollo de las facultades superiores, situándolo exclusivamente
en el ámbito sobrenatural. Pero el contacto del hombre con la creación
se lleva a cabo mediante dichas facultades espirituales, que son las que
posibilitan la sabiduría participada y comunicada del todo, y de
lo cual se deviene una capacidad análoga de creación práctica.
Más allá del error de esa monopolización, también
quiso modelar la conducta social y política, aliándose con
gobiernos e imperios, con lo cual politizó e “ideologizó”
eclesialmente la funcionalidad y la existencia misma de dichas facultades,
y por lo tanto la vida de los ciudadanos. Es cierto que alguien tenía
que conducir a la sociedad sobre todo a partir del vacío político
producido en Europa después de la caída del Imperio Romano,
pero no había para qué tomar partido y hacerlo obligatorio
“so pena del infierno”. Puesto que dichas facultades son de
propiedad exclusiva del hombre y no de la Iglesia.
TRABAJO
En materia laboral (industria, agricultura, servicios, etc.) tenemos un
nivel de infraproductividad que nos ubica dentro de los 10 peores lugares
entre los 60 países que compiten en el mundo. Este déficit
arranca de carencias educacionales, que la antipraxis laboral de la sociedad
salarial acentúa, produciendo además trabajadores insatisfechos
y con escasa voluntad de trabajo. Lo confirman los tres mil millones de
dólares que pierde anualmente la industria nacional por alcoholismo,
drogadicción, infraproductividad, robos hormiga, etc. Además,
de 5 millones 700 mil chilenos empleados casi 2 millones están
fuera del sistema previsional y no cuentan con ingresos permanentes. Y
si a esto sumamos los 500 mil cesantes, quiere decir que el 40% del empleo
nacional está en riesgo social.
Se ha intentado resolver esta problemática con innumerables leyes
de defensa del trabajador. Pero ese proteccionismo legal no ha solucionado
nada; sólo ha conseguido atrofiar las capacidades naturales del
hombre de trabajo, convirtiéndolo en un ser minusválido,
dependiente del estado y enemigo del empresario, incapaz de ejercer su
libertad y autodeterminarse. Más aún, la ideologización
y degradación del trabajo impuesta por Marx y el socialismo, y
la escasa visión y egoísmo del liberalismo económico;
en cuanto a fusionar valórica, económica y operativamente
capital y trabajo, destruyeron el concepto moral del trabajo, han dividido
socioeconómica y políticamente a las sociedades de Occidente.
Hay que hacer de la institución del trabajo un ámbito multidimensional
y objetivamente participativo. Hay que abolir la sociedad salarial, quizás
no de un modo absoluto, pero sí fundamentalmente, para dar paso
a un mundo de integración y protagonismo laboral. La globalización
requiere trabajadores pensando y actuando en primera persona, y no en
tercera persona como funcionan hasta ahora. Mientras los asalariados,
ya sea directa o indirectamente, no participen de la economía a
través de su trabajo, viviendo la demanda, la oferta, el ahorro
y la propiedad, en términos proporcionales a su rendimiento productivo,
a los resultados generales de la empresa, de la microeconomía sectorial
y de la macroeconomía nacional, no se puede pretender que entiendan
y menos defiendan los principios de la economía libre cuando ésta
no está siendo vivida por ello ni mínimamente. Lo que se
ha dado en llamar en esencia el modelo no es el malo, pues no es un ente
moral, es sólo la suma de resultados prácticos de su aplicación.
Tiene que ser reorientado de acuerdo a las categorías morales y
práctico funcionales del hombre.
La descapitalización de las Pymes es tan severa, que muchas de
ellas están fuera del sistema bancario y sólo operan con
“usureros” legales (factoring), a tasas de interés
que alcanzan un promedio del 25% anual. A la fecha, las Pymes acumulan
1.300 millones de dólares en deuda previsional y 1200 millones
de US$ en IVA atrasado y se desenvuelven bajo una ley laboral de inamovilidad
tácita, de lo cual deviene una infraproductividad que los empresarios
Pymes no tienen cómo revertir. Esto sin considerar el abuso en
que incurren las grandes empresas nacionales con sus proveedores Pymes,
la asimetría entre la gran empresa y la pequeña es tan brutal,
que el 1% de la empresa privada factura el 80% de las ventas y el 99%
restante factura sólo el 16,5%. Y en cuanto el crédito por
pago de facturas que hasta hace 10 años era a 30 días hoy
varía en torno a los 90 y 120 días. Y si en las Pymes se
contabilizan las indemnizaciones por años de servicio, no hay casi
ninguna que no esté técnicamente quebrada. Se estima un
pasivo en indemnizaciones de entre 10 mil y 14 mil millones de dólares.
Todo este endeudamiento no considera el bancario ni con proveedores.
Tenemos por otra parte el draconiano SII, que por retraso de más
de 30 días en el pago del IVA recarga con multas e intereses del
11,5%, cuando en justicia debería ser un ente solidario abierto
a la comprensión del sector, es decir un acreedor más sometido
a las reglas de la economía que rigen para todos. El SII y el mismo
gobierno pierden toda objetividad con respecto a la situación real
de la microeconomía y del empleo, blindándose con leyes
y procedimientos ajenos a la realidad y distintos a los que rigen para
el común de los ciudadanos. Las Pymes dentro de éste contexto
se han descapitalizado en cinco mil millones de dólares anuales
desde al año 1998 a la fecha. Esto en beneficio de las grandes
empresas, de los bancos y pagando indemnizaciones desproporcionadas por
no decir expropiatorias a sus trabajadores. Lo que se percibe detrás
de todas estas distorsiones laborales es un utilitarismo político
desembozado en aras de una seudo “protección” del trabajador.
¿Qué otra cosa explica que se hayan promovido leyes del
trabajo que establecen ingresos a la altura de países semidesarrollados,
precios de consumo a nivel chino, seguridad laboral de país socialista
y costos sociales de país europeo? Todo eso explica los cesantes
crónicos y una precarización creciente del sistema laboral
chileno. ¿Alguien entiende una ley que pretende aumentar el empleo
establezca pagar hasta 34 salarios mensuales en indemnizaciones por años
de servicio, además de la cotización por cesantía
y un sinnúmero de otras prestaciones? Y si bien los juicios laborales
no se resuelven en menos de uno o dos años, el 98 o 99% de los
fallos favorecen a los trabajadores, aunque en la última reforma
se propone el aumento masivo de tribunales laborales. ¿De dónde
viene este ensañamiento contra el pequeño y micro empresario,
y al fin de cuentas contra el empleo y el trabajador?
Aunque la calidad de vida material de un buen número de ciudadanos
ha mejorado en nuestro país, mi tesis es que esto ha sido gracias
a la descapitalización de las 800 mil Pymes y a la irrupción
de productos chinos, y no gracias a un aumento de la productividad y a
una mejora de la microeconomía.
La situación demanda reformas urgentes, que apunten a elevar la
productividad, a equilibrar la competencia en cuanto a costos laborales
con países como China o India, a impulsar la asociatividad entre
capital y trabajo y a extirpar el antagonismo implícito en la ley
laboral. Hay que promover una sociedad productivo-participativa entre
trabajo y capital, único medio efectivamente redistributivo. Es
decir, establecer un sistema de remuneraciones que reemplace al salarial,
que sólo reparte “primas” salariales y que no se basa
en la productividad objetiva y directa de cada trabajador, ni en los resultados
económicos proporcionales e indirectos de éste a través
de los resultados de la empresa, de la macro y microeconomía. Un
sistema de participación regido por parámetros productivos
objetivos y mecanismos de seguridad económica que funcionen a modo
de descuento, y otros menores de resguardo social a todo evento.
Según los economistas Engel y Velasco, un 10% de mayor inversión
genera sólo un 1% de mayores ingresos para los trabajadores. En
cambio, un 10% de mayor productividad trae aparejado un 10% de mayores
ingresos para esos mismos trabajadores. Por eso la clave es la productividad,
y las formas de alcanzarla pasan por eliminar dos o tres factores perversos
que contempla la ley vigente. Por último, hago presente que en
la praxis del trabajo se juega gran parte del desarrollo moral de la persona,
y que eso termina siendo crucial en el espacio político y en la
elección de las autoridades.
SALUD
En el tema de la salud, el primer requerimiento es definirla en sus conceptos
fundamentales, y no pedirle a la salud cosas que no puede entregar. Es
decir, que resuelva toda la problemática existencial de lo que
devienen daños fisiológicos y psicológicos autoinferidos
en forma no racionalizada.
Una equivocada conceptualización al respecto agiganta las necesidades
de salud, y no hay presupuesto que resista. No hay que confundir salud
con felicidad, pues, si bien tienen algún grado de relación,
en lo esencial la felicidad es un estado emocional-espiritual, y la salud
cae dentro del campo fisiológico material. La vida, en lo esencial,
no se puede medicalizar. Esa diferenciación pasa por refocalizar
qué es el hombre, distinguiendo sus categorías fisiológicas,
intelectuales, conductuales, espirituales, etc. de manera de integrar
también la salud al ámbito ético y moral. Hay que
lograr que la ciudadanía quiera cuidar su salud y no todo lo contrario
como se observa a través de las conductas alcohólicas, alimentarias,
sedentarias, etc.
De acuerdo al ENS (Encuesta nacional de salud) en 2004, señala
que un 84% de los ciudadanos son sedentarios, 34% son hipertensos, 23%
de la población chilena es obesa, un 38% padece sobrepeso, un 1.3%
son obesos mórbidos y un 27% muere por enfermedades cardiovasculares.
De hecho Fonasa reconoce gastos cercanos a los US$ 200 millones en patologías
ligadas a la obesidad. Infartos, hipertensión, diálisis
e insuficiencia renal crónica. Alcanzando un gasto integral del
orden de US$ 280 millones de dólares, sin considerar el costo de
licencias médicas, consumo de medicamentos, o bajas en productividad.
A nivel escolar y adulto, se consumen sólo un 27% de las porciones
lácteas que recomienda la OMS. Se ha constatado además que
el consumo de verduras, frutas, hortalizas, cereales, legumbres y pescado
fresco está a niveles inferiores a la mitad de lo recomendado,
siendo que Chile posee en abundancia esos productos, y a precios significativamente
bajos. Sin embargo, el consumo de pastelería industrial, helados,
embutidos, aceites, bebidas, alcoholes, cigarrillos, etc., todos productos
saturados en grasas, azúcares, sales y aditivos químicos
y cancerígenos, es masivo e indiscriminado. Hemos llegado al primer
lugar del mundo en tabaquismo escolar y adolescente, y al tercero en alcoholismo
laboral. Ese caótico comportamiento nutricional provoca múltiples
enfermedades y accidentes laborales, generando al Estado y a las mutuales
de seguridad una carga económica creciente por gastos en salud,
que se traspasa a las empresas y por lo tanto a los precios de productos
y servicios.
En materia de salud mental, tenemos un 24% de depresivos en Santiago,
y un 43% de su población sufre patologías relacionadas con
los estados de ánimo. Y la primera causa de muerte de los adolescentes,
a nivel nacional, es el suicidio. En una mirada más sociológica,
se puede decir que el alcoholismo, la drogadicción y la delincuencia
se explican en buena medida por la cesantía y la falta de protagonismo
del trabajador en su quehacer laboral y en su vida. También el
consumismo y el individualismo explican esas mismas patologías
en aquellos sectores económicamente más acomodados.
Como vemos, si bien la salud es algo más que el buen funcionamiento
fisiológico, no lo es todo. El punto es cómo, a través
de las instituciones que conforman el orden político, podemos dar
espacio para que la persona se desarrolle integralmente, de tal manera
que todas estas patologías modernas desaparezcan o disminuyan.
La clave está en lograr que las personas se quieran a sí
mismas psicológicamente y fisiológica-mente, y por lo tanto
deseen tener buena salud. Las depresiones provienen de un estado de crisis
generalizada de la persona, y suelen aparecer cuando ésta constata
que está en una suerte de encierro existencial, sin expectativas
de felicidad y luchando por la pura sobrevivencia. Es una grave crisis
de autoestima.
PROPUESTAS
SALUD
Para generar una plataforma de salud básica en la población,
se requiere que el sistema político potencie el consumo masivo
de productos naturales y que no dañen la salud. También
humanizar según lo ya dicho las instituciones que posibilitan el
equilibrio psicosocial de los ciudadanos (familia, educación y
trabajo). Si se consigue complementar todos o integrar esos elementos;
la salud mental y fisiológica estará cautelada en términos
básicos para todos. Lo que cada cual haga después, entra
en el campo de la libertad individual, pero el estamento político
abra cumplido lo suyo.
Se propone eliminar el IVA de todos los productos alimenticios naturales
que no perjudiquen la salud, ni contengan proceso industrial alguno, salvo
el de embalaje y transporte. Hortalizas, legumbres, cereales, frutas,
pescado fresco, aves de corral etc. Como seguramente surgirán voces
en contrario, aduciendo que la estructura tributaria se va a caer (si
se discrimina negativamente en el impuesto al combustible, al tabaco y
a los alcoholes, no se ve por qué no se puede discriminar positivamente
en esos productos naturales que constituyen la base de una buena salud),
Hay que tener presente, además, que los mayores bolsones de pobreza
y desempleo están justamente en los sectores de pequeños
campesinos, medieros, parceleros, etc., y que un mayor consumo de productos
agrícolas constituiría un impulso reactivador de su economía
que hoy no cuentan con mercado ni interno ni a través de los TLC.
Habría además que calcular cuántos recursos ahorraría
la salud pública con un proyecto de esta naturaleza, cuya puesta
en marcha podría disminuir considerablemente las diversas patologías
de la población asociadas a una mala alimentación.
EDUCACION (SOCIEDAD DOCENTE)
Chile debe educar para la verdad, la justicia, la solidaridad, y sobre
todo para la libertad. Esto que parece retórico, busca llevar a
la población al máximo desarrollo de sus capacidades intelectivas
y conectarlas con el ámbito práctico social. En otras palabras,
conducir a los alumnos hacia una libertad real, que permita conocer e
interpretar la realidad de un modo justo y verdadero. El punto de partida
de dicho desarrollo es descubrir los principios operativos y universales
de las cosas físicas y abstractas. Estos principios deberían
ser memorizados como el abecedario, pues constituyen los códigos
reales de interpretación de la realidad, y deberían ser
entregados entre los 2 y 5 años. Después de esa edad, el
“sistema” del entendimiento comienza a adoptar las categorías
culturales, con todas sus deformaciones.
Educar para la libertad exige que la autoridad política dé
el ejemplo, permitiendo la libertad educacional y cumpliendo un rol subsidiario
con respecto a los diversos proyectos educativos, según lo determina
la Constitución Política del Estado.
Los contenidos mínimos deben poseer unidad epistemológica,
y ser transmitidos bajo una teoría del conocimiento humana, realista,
familiar, social, ecológica y global. La dispersión de los
conocimientos convierte la educación en una entrega de datos carente
de sentido, y no genera interés por aprender ni tampoco por enseñar.
Un completo circulo vicioso.
Ahora bien, estando todos los conocimientos disponibles en la red, el
alumno sólo requiere poseer una capacidad valorativa, contextualizadora
y jerarquizadora, que le permita encontrarlos y aplicarlos a las situaciones
prácticas concretas. Hay que tener presente además que muchos
de los conocimientos específicos se renuevan cada cinco años,
de manera que es clave enseñar a entender antes que entregar conocimientos
específicos que cambian permanentemente.
Para que los conocimientos queden grabados en la mente humana, deben pasar
por la dinámica valórica e intencional del alumno, es decir
bajo un contexto emocional y diferenciador con respecto el resto de las
cosas que conforman la realidad, ojalá lo más intensamente
posible. Ese es el único proceso a través del cual el ser
humano aprende de verdad. Y luego así pueda analogar proporcional
y metafóricamente lo entendido de manera de poder explicarlo desde
múltiples perspectivas. En otras palabras, junto con separar entendimiento
de conocimientos y conocimientos de información, hay que integrar
un código de valores, la intención y la emoción de
los alumnos con un proyecto de vida personal y con las expectativas reales
que les ofrece el mundo a cada uno de ellos.
No se puede seguir formando profesionales o técnicos sin una base
humanista. Tenemos que impartir una educación orientada al desarrollo
moral, que vincule lo teórico con lo práctico. Esto porque
el desarrollo moral se da siempre en el ámbito de la praxis, pero
de una praxis asumida en forma activa y en primera persona. De ahí
que este proyecto se denomine sociedad docente, pues busca que tanto el
alumno como el trabajador (después nos extenderemos sobre el carácter
docente del trabajo) estén conectados y en constante aprendizaje.
Si bien el Ministro del ramo reconoce que la parte académica es
de mala calidad, su cobertura, dice el Secretario de Estado, es buena,
cosa que desgraciadamente no es efectiva, pues la enseñanza debiendo
ser personalizada no debiera considerar más de 28 alumnos por curso.
La saturación actual no permite más de 7 minutos de atención
por alumno diario lo que contradice aquello de la cobertura. De ahí
que el rendimiento de nuestros profesores sea escaso y la educación
chilena muy deficiente. Pero también hay que reconocer que ellos
cuentan con escasos recursos tecnológicos de última generación
para evaluar a sus alumnos y no tener que destinar gran parte de su tiempo
en la corrección de pruebas y en tabular aleatoria y positivamente
esos resultados. Más de US$ 90 millones anuales gasta el sistema
público en ésta acción, que perfectamente podría
tecnologizarse dejando disponible un 30 o 40% de tiempo adicional disponible
para mejorar la gestión pedagógica. Es más esos mismos
sistemas de evaluación de desempeño académico de
los alumnos sirven para comparar el resultado académico del alumno
con las potencialidades máximas posible de cada alumno por edad
o segmento académico.
Y considerando que la estructura del entendimiento humano se configura
entre los dos y cinco años y la educación básica
recién comienza a los 6 años, el asunto de la cobertura
resulta ser equivocado. Por eso aparece como clave elaborar un plan de
educación preescolar a nivel nacional, con la colaboración
de la familia. Pues el tipo de enseñanza que se requiere entregar
es mediante la enseñanza de los universales metafísicos
para lo cual hay variado material didáctico.
En cuando a la función del Simce, debería ser un regulador
del nivel de notas que asignan los colegios a sus alumnos, nivel que aparece
absolutamente distorsionado con relación a los resultados del Timms
y de la PSU. También el Simce debiera ser utilizado para que el
estado premiara los mejores resultados Simce a nivel regional con aparatos
para gimnasia integral, laboratorios de estudio, bibliotecas, financiamiento
para investigaciones, integración con otros centros de estudios
etc.
Otro punto de esta propuesta es que todos los gastos en que incurre la
familia asociados a la educación, sean deducidos de impuestos.
El desarrollo intelectivo y práctico por la vía educacional
no debe gravarse impositivamente, pues es negativo para la recaudación
tributaria del futuro.
Respecto a las subvenciones y subsidios educacionales, hay que redistribuir
el gasto, destinándolo preferentemente a la enseñanza técnica,
que es donde estudian los pobres y que sólo recibe el 5% de dicho
gasto, contra el 95% asignado a las 25 universidades más importantes.
Más aún, de ese 95%, el 28% se lo llevan la U.C. y la U.
de Chile, las dos universidades más buscadas por los estudiantes
con mejores puntajes en la PSU, que son justamente los de mayores ingresos.
Por último, hay que tener presente que estamos saturados de profesiones
tradicionales, y que padecemos un alto déficit de profesiones técnicas
y el uso de tecnologías. Una profesión técnica cuesta
un 25% de lo que cuesta una profesión tradicional, y los ingresos
de un técnico se han estado acercando bastante a los de un profesional
tradicional. Este tema debe ser reenfocado, pues con los mismos recursos
destinados a profesiones tradicionales se puede educar un 400% más
de estudiantes técnicos.
EL TRABAJO (asociado a la sociedad docente)
“Capital es trabajo acumulado; trabajo es capital en potencia”.
J. Pablo II, Encíclica Laborem Exercens.
Esta máxima permite analogar funcional, valórica, matemática
y humanamente los resultados económicos del trabajo y del capital,
dentro del contexto de la economía libre y social de mercado. De
un modo integrado y participado.
Hay que unificar el mundo laboral, transformando la actual sociedad en
un espacio asociativamente productivo entre capital y trabajo, bajo un
contexto de ingresos poliformes y objetivos.
Lo que se busca mediante esta forma multidimensional es que los trabajadores,
cualquiera sea su nivel profesional, vivan la realidad de un modo análogo
al de los empresarios y comprendan la realidad sociopolítica a
tiempo presente; cada contingencia, cada cambio legislativo, el proceso
completo.
Los trabajadores deben percibir remuneraciones variables dentro de una
dinámica laboral flexible, análoga a la del mercado libre.
(oferta, demanda, ahorro y propiedad [accionaria, como parte de la estructura
remuneracional). Deben ser remunerados multidimencionalmente, según
sus resultados productivos individuales o grupales, los resultados de
la empresa, del sector y de la macroeconomía en general. Se requiere
además implementar un sistema de seguridad determinado por su propia
productividad y con mínimos establecidos por ley.
En el ámbito del trabajo hay cosas en las que todos deben competir,
y otras en las que nadie debe competir. En el caso de la no competencia,
están las indemnizaciones por años de servicios, que actualmente
se manejan como un pago eventual y no absoluto, pero que además
son desproporcionadas y antiproductivas. Por eso los Pymes no contratan
y están externalizando sus requerimientos laborales a gente sin
ningún tipo de responsabilidad ni respaldo patrimonial.
A fin de posibilitar que los empresarios se asocien productivamente con
sus trabajadores, hay que erradicar los elementos perversos que hoy lo
hacen imposible. El ingreso base debe surgir de la relativa determinada
por los ingresos variables de cada uno de los trabajadores en cierto período
de medición. Sin embargo, no puede caer por debajo de cierto monto,
pero sí imputarse como descuento a las remuneraciones variables
que lo sobrepasen; de esta manera, desaparecen los costos sin respaldo
productivo y financiero.
Se propone cotizar la indemnización por años de servicios
en entidades distintas de las empresas, con un tope que cubra la cesantía
por un período razonable (4 o 5 ingresos mensuales a todo evento),
y que además de determine una parte para capacitación.
Las vacaciones se deben cancelar en función del promedio anual
a valor presente.
Acogiendo la proposición de José Piñera, se propone
cotizar el 50% de la cotización mensual en beneficio de la mujer
que se desempeña en labores hogareñas y el otro 50% en beneficio
del trabajador. Esto debe también operar a la inversa, si es que
es la mujer la que trabaja.
Modificar el sistema de accidentabilidad y subsidios laborales (somos
el único país del mundo que paga el 100% del ingreso en
subsidios), rebajando la cotización, pero introduciendo un copago
con cargo al trabajador, o bien haciendo devoluciones a las empresas y
a cada trabajador en función de la tasa real de accidentes. Hoy
funciona como elemento perverso que opera en contra de la asociatividad
entre capital y trabajo. Esto porque si yo establezco un mecanismo de
ingresos poliformes en función de la productividad y un trabajador
alcanza un nivel temporal de alto ingreso, lo que hace después
sobretodo si constata que su remuneración va a la baja es autoaccidentarse
pues la ACHS le paga el 100% del ingreso obtenido en el período
y además el 100% de los costos de hospitalización. De manera
que el trabajador se hace de una muy buena remuneración por productividad,
se auto accidenta sin costo alguno por salud, obtiene además el
salario que mantenía antes de accidentarse y después está
listo para reengancharse en una buena racha productiva y así sucesivamente.
Establecer mecanismos laborales que permitan a las Pymes competir eficientemente
con sus congéneres chinas, o bien regulaciones arancelarias que
compensen la asimetría existente. El mercado laboral chileno no
puede seguir siendo manejado políticamente y no económicamente.
Un sistema participativo y de remuneraciones variables bien estructurado
genera incrementos productivos significativos. Si se considera que la
productividad nacional gira en torno al 40% de las capacidades reales
de los trabajadores, el adicional en productividad que generará
la presente propuesta, permitirá readecuar todos los factores antes
mencionados, sin ningún déficit. Los mecanismos prácticos
son completamente abordables mediante software.
Se propone sin embargo, que, para entrar en esta praxis asociativa, tanto
el empresario como el sindicalismo debieran certificarse mediante cursos
de ética del trabajo, del hombre y del mecanismo propiamente tal.
Esa especie de ISO 9000 permitirá además neutralizar la
crítica socialista que de una u otra forma sobrevendrá.
Esto también coincide con la propuesta de sociedad docente, pues
el sistema pretende mantener activo el entendimiento y fomentar el aprendizaje
técnico dada la variabilidad del ingreso en función de la
productividad de cada cual y de los resultados económicos de la
empresa.
La parábola del buen pastor ayuda a comprender un poco más
lo que aquí se ha dicho: “Yo soy el buen pastor. El buen
pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado o cualquier otro que no
sea el pastor, huye ante el lobo. No son suyas las ovejas y las abandona,
y el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado
y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, conozco a las mías
y las mías me conocen a mí, como el padre me conoce y yo
conozco al padre. Por eso yo doy la vida por mis ovejas.”
JUSTICIA
En ésta área se propone básicamente que la justicia
vuelva a sus causas de independencia total respecto de la civilidad política
y económica. Que evite ser manipulada por dichos poderes y ésta
a su vez no manipule en el sentido contrario.
Estudiar el reemplazo del derecho positivo por un derecho que evalúe
intenciones en torno al bien humano y social superior más que la
aplicación fría y descontextualizada de códigos.
Una justicia que termine resguardando la funcionalidad de las diversas
instituciones en función del desarrollo moral y ético de
la persona como asi mismo el ámbito de oportunidades socioeconómicas
para todos. Que sirva para amistar a los ciudadanos bajo una misma categoría
valórica y no que sea garante de un sistema político categorías
múltiples y que fomente la separación entre los hombres.
Debemos tener una justicia cuya base sea la ontología humana en
función del desarrollo superior de todos.
Cuando una justicia es puramente técnica termina siendo utilitaria
y el concepto justicia propiamente tal, desaparece pues lo determina el
que tiene el poder político y el poder económico. Con lo
cual los ciudadanos comunes y corrientes y sobretodo los pobres, no tienen
mayores posibilidades de acceder a la justicia verdadera.
LA POLÍTICA Y LO POLÍTICO
Nuestro sistema político, -previo acuerdo-, debe definir y luego
no competir sobre aquellos aspectos fundamentales o esenciales que conforman
el orden político; el concepto más humano y real de lo educacional,
de lo laboral, de lo familiar, del bien común, de la felicidad
y moral humana etc. Pues como lo político remite a hombre y a sociedad
y tanto hombre como sociedad se rigen por ciertos principios valóricos
y operativos de carácter absoluto como son aquellos que rigen las
facultades superiores, el sistema político no puede estar abierto
a competir siempre respecto de ellos. El resto queda abierto a la competencia
libre de ideas. En el primer caso estamos hablando de lo esencial. En
el segundo caso estamos hablando de la enorme gama de lo accidental.
El sistema democrático tiene que contemplar su propio mecanismo
de renovación de modo que pueda ser revisado cuando sea indirectamente
impugnado por la ciudadanía. Para esto la inscripción electoral
debe ser automática y la votación voluntaria. Ahora bien,
si el 60% o más del contingente electoral se abstiene de votar,
el statu quo imperante debe ser revisado bajo normas constitucionales
previamente establecidas, de manera que el propio sistema sea capaz de
autorregenerarse sin cataclismos políticos y no pierda nunca su
esencia humana, democrática ni los objetivos del bien común
asociados a la justicia. Lo político tiene como deber fundamental
fomentar el desarrollo superior de todos los ciudadanos por igual, único
camino a la libertad la paz y la felicidad. Si el sistema político
no se dedica a esto, su existencia es sólo nominal y pasa a ejercer
un rol preferente en beneficio de sus propios actores.
Dentro del actual esquema de antipraxis del grueso de la población,
los grupos que adhieren al Humanis-mo Cristiano sólo podrán
gobernar por defecto, no por afecto. Esto significa que sólo podrán
acceder al gobierno en tanto sus adversarios cometan errores garrafales,
pues la moral moderna está mas asociada al humanismo materialista
que al humanismo espiritual. Y esto ha llegado a ese estado de cosas porque
las propuestas políticas se hacen en torno al desarrollo material
e inferior y no en torno a lo moral y superior. En otras palabras el sistema
no induce el desarrollo superior, lo que significa que le deja el espacio
a al desarrollo del relativismo, hedonismo, consumismo etc. todos antivalores
que chocan contra las propuestas que demandan esfuerzo para el desarrollo
y propias del Humanismo Cristiano.
La presente propuesta es ciertamente ambiciosa, puesto que, junto con
enfocarse en la cuestión humana y social, pretende romper con el
statu quo de erróneas y dispersas categorías morales, cognoscitivas,
sociopolíticas y económicas que imperan en nuestra sociedad.
El quiebre de esa trayectoria y el reordenamiento de los factores fundamentales
deben constituir el campo de expansión política de los sectores
vinculados a la centro derecha.
Si uno analiza a fondo el accionar de la izquierda, constatará
que se aprovecha de los flancos que le abre el liberalismo económico,
y del espacio filosófico que le ha dejado el Humanismo Cristiano.
Y así mantiene latente el conflicto y lo administra a sus anchas.
El socialismo, con el puro discurso genérico de la “optimización”
social y de la igualdad, tiene en permanente jaque al Humanismo Cristiano
representado por distintos sectores políticos, que casi nunca dicen
“ésta boca es mía”
DE UN SISTEMA POLÍTICO REPRESENTATIVO A UN SISTEMA INTEGRAL Y
TRANSVERSALMENTE PARTICIPATIVO
El hombre puede ser feliz en cuanto a sí mismo y en una relación
análoga con el sistema sociopolítico, en tanto posean similitud
de medios y fines prácticos. Y ciertamente todos los ciudadanos
desde sus más diversas perspectivas participen de él. Para
ello, lo primero es desinstalarse del sistema actual y abrirse a uno nuevo,
cuyos principios básicos coincidan de verdad con el desarrollo
de la naturaleza humana, de lo ético y del bien común. Y
si dichos principios se logran analogar a las diversas instituciones que
conforman el orden político, sobretodo en aquellas denominadas
trascendentales, el éxito político llegará más
temprano que tarde. Pero hay que hacerlo con inteligencia, perseverancia,
convicción y sobretodo saber comunicarlo.
La participación ciudadana se logra de un modo práctico,
no teórico. Es decir, de hecho y a través de las instituciones
que conforman el orden político, dando espacio a que tanto la justicia
distributiva como la democracia participativa sean posibles a través
de la vida sociopolítica activa y práctica de cada uno,
cualesquiera sean el ámbito y nivel de desempeño que se
tenga en el plano laboral y educacional.
Lo que se requiere, al final de cuentas, es que los sectores mayoritarios
compartan y vivan los mismos principios y dinámicas que los sectores
socioeconómicos más desarrollados, y de esa manera hacerlos
más afines. Por eso este proyecto apunta a una participación
proporcional efectiva, que devenga en una sociedad valórica y operativa
más igualitaria.
Lo operativo se define a partir de la esencia y naturaleza de cada cosa.
Y los valores consisten en la diferenciación de las cosas según
sirvan o no sirvan a las necesidades humanas. Hago presente que una sociedad
sin valores es una sociedad indiferenciada, y como el entendimiento y
la inteligencia práctica del ser humano sólo entienden por
diferencias y cualidades, la contradicción es evidente, produce
frustración y enajenación, y juega por entero a favor del
socialismo. La “epistemología” socialista precisamente
va contra los valores, porque pretende un mundo indiferenciado como condición
de su poder político. Y sobre esa plataforma hace y deshace, y
le funciona porque apela a la trilogía del deseo, ignorancia e
imaginación que se construye por sí sola a partir de la
antipraxis.
LA CUESTIÓN MEDIOAMBIENTAL
Los empresarios coinciden en que el tema Celco marcó un hito en
la relación empresas, ecología y gobierno. Y es evidente
que la problemática hay que abordarla seria e integralmente, pues
el planeta no resiste los actuales niveles de contaminación y todos
los seres humanos tiene derecho a vivir en un medioambiente limpio. Es
por esto, que los empresarios no deben sobrepasar los niveles de contaminación
a que son autorizados y deben considerar dentro de la evaluación
de sus proyectos hacerse cargo de los daños directos e indirectos
que ocasionan. Las autoridades a su vez, deben perseverar en las mejores
soluciones y no dejarse vencer por la primera adversidad política.
Recordemos que Celco propuso descargar sus residuos a través de
un emisario submarino, y fue el gobierno quién le pidió
descargar en el río Cruces. Así el país, no puede
paralizarse en aras de un ecologismo mal entendido, que hace uso de la
defensa medioambiental un tema de manipulación y poder político.
Hay tres doctrinas ecológicas que se enfrentan; el Ecologismo,
(espiritualismo naturalista o panteísmo) que sostiene que todos
los seres vivos, incluido los hombres, tienen una misma relación
natural y horizontal con Dios. El vínculo humano-espiritual entre
Dios y la persona desaparece, pues su relación es técnica
y no moral. Tras esta postura, se mueven sectores masones y liberales
de centro-izquierda que tratan de reflotar un discurso ecológico-político,
similar al contrato social de Rousseau. Es decir; igualdad en derechos
para todos los seres vivos por igual, incluido los hombres.
La Ecología Profunda (ateísmo, nihilismo) en cambio, no
acepta la idea de Dios; su fe está puesta en el materialismo evolutivo
de Darwin. Dice que: "el hombre proviene de especies animales inferiores
mediante mutación evolutiva espontánea". “es
un recién llegado al planeta, y que sin más título
que el de poseer razón, se ha apropiado del mundo y lo ha destruido
mediante un uso indiscriminado de la técnica” Esta doctrina,
-apoyada por grupos agnósticos y ortodoxos de izquierda-, ya han
acuñado términos tales como “sello verde” y
“sello rojo” para jaquear la economía. Los de "sobrepoblación"
y "plaga humana" para liderar políticas públicas
en torno a la esterilidad, el aborto y la despoblación geográfica.
Agregan que como la sociedad corrompió al hombre y lo transformó
en una especie rapaz que está destruyendo el medio ambiente, “toda
su actividad económica, relaciones sociales, culturales y planificación
familiar debe ser regulada por un estado medio-ambientalista”.
Por último tenemos el antropocentrismo (filosofía realista),
que sostiene que si bien Dios es íntimo a la naturaleza, la trasciende
absolutamente, pues su intención es humanizar y espiritualizar
al máximo al ser humano y su extensión social. Esto, en
torno a la vivencia de la verdad a fin de que expanda su libertad interior
y por ende su capacidad práctica de sobrevivir y progresar en la
tierra. Pero siempre, en armonía participada con la naturaleza
y el resto de los seres vivos. El año 2002, la apertura del ADN,
confirmó la tesis antropocentrista, en cuanto la absoluta hermandad
genética entre el hombre los animales y las plantas.
También dice el antropocentrismo, que el mundo es un desafío
por explorar, conocer y explotar, pero bajo el mandato de compartir, cuidar
y conservar el medioambiente. Su tesis ecológica además
de participada y unitaria es jerárquica, pues se basa en la superioridad
reflexivo/espiritual y práctica del ser humano, facultades que
el resto de los seres vivos no poseen, como tampoco conciencia y autoconciencia;
personal, social, económica y política. El hombre es el
único ser vivo capaz de gobernar sus instintos mediante la razón,
de analogar, deducir, separar, reunificar y crear conceptos. Esa heterogeneidad
creativa determina que el hombre no tiene "nicho ecológico"
específico, haciendo de su casa, todos los ambientes de la tierra,
incluso la vida submarina y la ingravidez del espacio, como también
la especulación y la trascendencia metafísica.
¿Pero será cierto que el hombre moderno se corrompió?
Si no se ha desintegrado moralmente, que ocurre que no acata lo que sostiene
el antropocentrismo?
Pasa que para que el hombre logre comprender y vivir, amplia y análogamente
su vastísimo “hábitat ecológico”, debe
primero desarrollar su naturaleza moral; de un modo integrado, activo,
práctico y en primera persona. Pero eso requiere de un orden político
cuyas instituciones más ligadas al desarrollo moral (familia, educación,
trabajo, justicia y gobierno) haga de todos y cada uno de los ciudadanos,
protagonistas de su propia historia y existencia. Por eso hay que abolir
el sistema político representativo e instaurar una democracia participativa.
Esto porque aquel que no viva la ecología moral, social y política,
no puede entender que es la ecología natural.
©
2001 Sebastían Burr Cerda Se autoriza su reproducción
citando la fuente y el autor.
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